JUAN DOMINGUEZ BERRUETA ilLOSOFIA MISTICA ESPAÑOLA ■ CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTIFICAS INSTITUTO "LUIS VIVES". DE FILOSOFIA MADRID FILOSOFIA MISTICA ESPAÑOLA Digitized by the Internet Archive in 2014 https://archive.org/details/filosofiamisticaOOdomi / JUAN^DOMINGUEZ [ ^ NOV 201951 B E R R U E T^gg/GAL fe . FILOSOFIA MISTICA ESPAÑOLA CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTIFICAS INSTITUTO "LUIS VIVES". DE FILOSOFIA MADRID 19 4 7 GRAFICAS CARLOS - ]AIME ~ Ave Moría, 52. Teléfono 27 02 82. - MADRID I FILOSOFIA MISTICA "Si se entiende por nDÍsticismo una cierta llamada a la vida interior y pro- funda, entonces toda filosofía es mistica." Bergson. I. Séneca, Vives, no son autores místicos, en el sentido que suele darse a esta palabra. En el concepto de Bergson, que hemos adoptado por lema, la filosofía de esos pensadores es mística también. Además, en nuestro presente ensayo,, o como quiera llamarse, no pretendemos esbozar biografías, ni semblanzas psico- lóg'cas, ni nos sentimos con capacidad intelectual su- ficiente para una historia de la filosofía. Queremos so- lamente señalar lo que hay de universal, de valores eternos, en el alma naturalmente cristiana de pensado- res que saben ver las cosas sub specie aeternitatis. Ni pretendemos mostrar erudición" alguna, limitándonos a consultar autores, para dar autoridad a nuestras hu- mildes apreciaciones, reseñando las obras citadas, en la Bibliografía. 6 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA En este sentido podemos afirmar que Filosofía mís- tica española, poca o mucha, hay en las sentencias de Séneca, iberorromano ; en la Teología natural, de Rai- mundo Sabunde; en el Tratado del alma y de la vida, de Vives, valenciano en Europa; en los Diálogos de amor, de León Hebreo, judío español; en los Comen- tarios, del hispanomusulmán Aben- Abad de Ronda. Y Filosofía mística española, toda ella, se halla en el "ha- bla" de Castilla de Santa Teresa; en la poesia ecumé- nica de San Juan de Cruz; en la prosa castiza, emen- data verba, de Fr. Juan de los Angeles. Si se nos permite expresar el teorema recíproco de Bergson, podríamos decir que toda mística cristiana es filosofía. "Desde que el Verbo se hizo carne, todo el mundo es Atenas" — dijo profundamente el fundador de la fi- losofía cristiana, Clemente de Alejandría. {Cohortatio ad gentes.) En este mismo sentido decía San Ambrosio, que "las verdades de los filósofos gentiles son nuestras." {De bono mortis.) Y de acuerdo con esto, Santo, Tomás afirmaba: "La verdad, dígala quien la diga, del Espí- ritu Santo viene" (Iii I. Cor., 12). Los gnósticos paganos dividían a los hombres en hylicos (materiales), psíquicos (racionales) y neumáti- cos (espirituales). Y San Ireneo, padre de la Iglesia griega, se servía de esa misma idea, para decir que el hombre perfecto se compone de "cuerpo, alma y es- píritu vivificante". Y Tertuliano afirma que Dios ha creado al hombre en "cuerpo, alma y Espíritu Santo'\ Pedro Lombardo {magister scntcntiarnm) lo dice del FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 7 "cristiano en estado de gracia". Es digno de notarse que modernamente el arqueólogo Rossi, en Roma, halló una inscripción sepulcral, que dice así : Reddidit Deo Spiritum Samctum. Rindió a Dios el Espíritu Santo, "el alma en gracia". Clemente Alejandrino llama gnóstico al cristiano, y gnosis a la fe cristiana, fundándose en el Evangelio de San Juan (XVII; 3): "Esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, sólo, Dios verdadero, y a Jesu-Cristo a quien has enviado." Y San Pablo llama gnosis, cono- cimiento, a la ciencia de la salvación, transformada en virtud. Que es el Panaretos sophia (Sabiduría de toda virtud), libro que luego la Iglesia latina ha lla- mado el Eclesiástico. Es la mentís sanitas, la salud del alma, que han entrevisto, en sus inspiraciones genia- les, los grandes filósofos moralistas. Un benedictino contemporáneo, P. Walsh (presi- dente de la American Catholic Philosophical Associa- tion), ha dicho bien: "El Cristianismo, en sí mismo, es lo que puede llamarse filosofía cristiana." San Agustín, San Justino, filósofos paganos, al ha- cerse cristianos, realizaron, en sí mismos, la filosofía cristiana. Filosofía es, desde su definición etimológica : "Amor de la sabiduría". Mística es, desde su definición tra- dicional: "Sabiduría de amor". Sápida scientia, de San Bernardo. Si se reduce la filosofía a un juego de conceptos, a "componer la máquina", de que habla Pascal, comen- tando a Descartes, entonces la filosofía "no vale una hora de fatiga". 8 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA Por eso un i>ensador como Bergson {L'énergie spi- rituelle) ha afirmado: si la filosofía no tiene nada que decir sobre "el problema más grave de los que pueda plantearse la humanidad", el problema: ¿De dónde ve- nimos f ¿Adonde vamos f; si la filosofía no tiene nada que responder a estas preguntas, entonces "sería el caso de decir, volviendo su sentido a la frase de Pascail que toda la filosofía no vale una hora de fatiga". En cambio la mística, en cuanto filosofía, se puede decir que no se desentiende un momento de ese pro- blema: ¿De dónde venimos f ¿Adonde vamos? Y todo ello sin dejar de ser "sabiduría de amor". Un religioso mínimo, el P. Avrillon (siglo xviii), es- cribió un admirable opúsculo, exponiendo "cincuenta y dos matices" del amor divino, sacados del Cantar de los Cantares, con una finura de espíritu extraordinaria. En el diálogo platónico Symposio (Convite) se ha- bla de que "toda ciencia es ciencia de amor". Y se define: "El amor de engendrar o producir lo hermo- so." Y de que "quien contempla cara a cara la belleza misma, con los ojos con que puede ser contemplada, simple, pura, no revestida de ninguna apariencia mor- tal, sino uniforme y divina, no producirá ya imágenes de virtud, sino virtud misma...". Y produciendo verdadera virtud "se hará amigo de los dioses, y si algún hombre llega a ser inmortal, éste lo será sin duda". He ahí ideas de filosofía mística, en el maestro de la filosofía humana, "divino filósofo", llamado así por el beato Alonso de Orozco, en su tratado De la suavi- dad de Dios. FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 9 Autores bien enterados de lo que es la mística (Pa- dre Garrigou-Lagrange, O. P.) tratan de una pre- mística natural, en la que hay inspiraciones divinas, de orden natural. En los diálogos platónicos El con- vite. El Gorgias hay, sin duda, algo de esas inspira- ciones. Fray Luis de Granada dijo, en elogio de El convite: "¿Qué cristiano habrá que no se espante de ver en estas palabras de gentiles reconocida la principal par- le de la filosofía cristiana?" Para Fr. Juan de los Angeles, la disciplina amato- ria de Platón abarca toda la moral y toda la psico- logía. "Las verdades de los filósofos gentiles son nues- tras", volvemos a decir. Marco Aurelio, el "emperador filósofo" en sus So- liloquios^ habla de la vida casi divina que puede llevar el filósofo que practica las máximas. Que le basta al hombre "saber conversar con sola aquella mente (en- don daÁmon, o Theos) que dentro de sí tiene". "La filosofía — añade — debe conservar sin ignomi- nia ni lesión el espíritu o mente interior..." Un varón perfecto viene a ser como un sacerdote y ministro de los dioses, que se sirve,- como es razón, de aquel numen que tiene en su pecho consagrado. "Tu alma o mente será tal, cuales fueron las cosas en que frecuentemente pensares; porque el alma queda imbuida y como penetrada de sus ideas y pensa- mientos." Y vuelve a hablar del numen interior, "que es una partecita desprendida de la divinidad, la cual Júpiter 10 JUAN DOMÍNGUEZ HERRUETA mismo dió a cada uno por ayo y conductor, y ésta es la mente y razón que cada cual en sí tiene". "Consiste la felicidad de un hombre en tener buen numen interior, o buena alma y buena conciencia. Pues, siendo esto asi, ¿qué haces acá, Oh, imaginación mía! Vuélvete, te lo pido por los dioses, como has venido, para nada te necesito---" ¿No son todas esas verdades, puestas en cristiano, "vueltas a lo divino*', que diría San Juan de la Cruz, verdades de filosofía mística? ¿Y aun términos como mente, numen, que nos recuerda el ánimo, centro, ín- timo, hondón, ápice, de nuestros autores místicos? Permítasenos citar una vez más al filósofo de nuestro tiempo, Bergson, que en su última obra (Las dos fuentes de la moral y de la religión), acercándo- se a nuestra fe católica, de la que estuvo alejado desde el comienzo de su vida intelectual, ha llegado a afir- mar: ".--que la Creación es una empresa de Dios, para crear creadores, para asociarse seres dignos de su amor". Que "Dios es el primer Amor". "Amor que ha creado todo^ y que entregaría a quien supiera inte- rrogarle el secreto de la creación," Y añade más: "Nuestra iniciación al verdadero método filosófico data desde el día en que rechazamos las soluciones verbales, por haber encontrado en la vida interior un primer campo de experiencias." 2. Menéndez Pelayo, tratando de la "filosofía pla- tónica en España", en sus Ensayos de critica filosófi- FILOSOFÍA MÍSTICA ESI'AÑOLA II ca, dice bien que la filosofía aristotélica, de sistemática organización, dialéctica cerrada, había influido más que la de Platón, en las escuelas medievales. Pero, en camb'o, "todos los insurrectos de la escolástica árabe, judía o cristiana son más o menos platónicos". Filosofía expansiva, poética, de vagos anhelos y generosas idealidades, estímulo de invención y de pro- pio pensar, según palabras de Menéndez Pelayo, la filosofía platónica ha influido más que ninguna otra, podemos decir, en la evolución de nuestra mística es- pañola. Escuela española de mística, afirma el maestro de nuestra literatura (Historia de las ideas estéticas, Li- bro II, cap. VII), a la que "no se la injuria consi- derándola como una filosofía popular, que dió a nues- tra raza el pasto de vida intelectual durante muchas generaciones". Rousselot {Les mystiqnes espagnoles, París, 1869) había ya afirmado: "La mística española ha dado a España su más real y más original filosofía.*' Páginas antes, de lo citado, de Menéndez Pelayo, observaba que la mística propiamente dicha (la de Rus- brock, Tauler y Juan de la Cruz) "fué mucho menos popular de lo que generalmente imaginiamos". Que casi siempre el sentido práctico de la raza se detuvo en la ascesis. Ya trataremos de este punto al hablar de la filosofía española de Santa Teresa de Jesús. La tradición platónica no se extinguió en la Edad Media gracias a San Agustín. Luego, por las obras del Seudo-Areopagita, que contenía los conceptos de Ploti- no "bautizados en las aguas de la teología cristiana". Y todo el neoplatonismo cristiano de Alejandría. 12 JUAN DOMÍNCIIEZ HERRUETA Raimundo Lulio, "nuestra mayor gloria filosófica de la segunda Edad Media" — lo llama Menéndez Pela- yo — . En el que el elemento artístico convierte la filo- sofía en una especie de poética teosofía, donde el mito, la alegoría, el símbolo, parecen la única vestidura dig- na de concepciones, que tienen tanto de poesía como de metafísica. Después, Raimundo Sabunde, discípulo de Lulio, que dio método y forma escolástica a la filosofía de su maestro. León Hebreo, representante del neoplatonis- mo judío hispano. Malón de Chaide, que imitó a Mar- silio F'icino, cristiano platonizante. Y Nieremberg, úl- tima manifestación del platonismo místico cristiano, en su Tratado de la hermosura de Dios (1641), aunque "de prosa recargada y exuberante". Nieremberg, con Malón de Chaide, La conversión de la Magdalena (1592), son los "retóricos" de nues- tra literatura mística. El mismo Malón de Chaide se declara neoplatóni- co y secuaz de Plotino, "que dijo divinamente que 1?'^ ideas están en Dios, y de él lo tomó mi Padre San Agustín, y de San Agustín, los teólogos". Cervantes, en el prólogo del Quijote, dice de León Hebreo: "Si tratáredes de amores, con dos onzas que sepáis de lengua toscana toparéis con León Hebreo que os hindha las medidas". Y en el mismo prólogo: "Si no queréis andaros por tierras extrañas, en vuestra casa tenéis a Fon seca Del Amor de Dios, donde se cifra todo lo que vos y el más ingenioso acertare a desear en tal materia." "Libro de verdadera decadencia — dice Menéndez FILOSOFIA MISTICA liSl'ANOLA 13 I'elayü — , farragoso y pedantesco, y tal, que sólo debe la reputación de que disfruta, entre los que no le han leído, a la casualidad de haberlo citado Cervantes", ''nada menos que en cotejo con León Hebreo". "Libro de los llamados "predicables" — añade — ; es decir, de los repertorios de lugares comunes, senten- cias y textos para uso de los predicadores". "Libro tan ponderado — termina graciosamente el maestro de la critica literaria — ^donde lo poco bueno que hay es de Platón, del falso Areopagita y de todo el género humano." Citemos, por último, entre los filósofos de la mís- tica española, a Fr. Miguel de la Fuente, Libro de las ires vidas del hombre (1610): "el mejor tratado de psicología mística que tenemos en castellano, a lo me- nos de los que yo conozco", dice Menéndez Pelayo. Asi lo entiende también quien estas líneas escribe, pues lo ha leído 0011 interés y admiración. Además, avalora to- das sus páginas, con humildad notoria, fundamentan- do todas sus aserciones con infinidad de autoridades de Sagrada Escritura, y de filosofía humana, filosofía ecléctica, entre la intelectual de Dionisio el Cartujano y la afectiva de San Buenaventura, entre la aristoté- lica, podemos decir, y la platónica. 3. En el diálogo El convite viene a decir Pla- tón que el hombre ha de poseer la ciencia, primero, bajo la forma de una "adivinación", de un. "mito". Y en el Pedro presenta a las almas con alas. Cuando con - templan la esencia de las cosas, con la divinidad, con- 14 JUAN DOMÍNGUEZ ]!ERRU£TA servan las alas ; cuando pierden la contemplación, pier- den las alas y caen a tierra. La adivinación es la mi- sión del vate, del poeta. Filosofía poética es la mística. No sabemos que toda la literatura mística católica tenga otro origen que el Cantar de [los Cantares. Y toda la metafísica de la Noche oscura^ y de la Subida del Monte Carmelo, y de la Llama de amor viva, está contenida, según el mismo autor, en unas "canciones", que va glosando en su prosa. Así se explica que la filosofía del neoplatonismo fuera la preferida de los místicos, empezando por el Seudo-Areopagita. Es más: el "mito" de Psiqiiis^ cuyo origen se re- monta a un himno ritual de la India, mil quinientos años antes de Jesu-Cristo, y que ha recorrido todas las literaturas, es el símbolo con que se ha revestido, para conservarse en el misterio, la filosofía del amor plató- nico, la "filografía", que el comentarista Marsilio Fi- cino llamó con acierto "teología platónica". El mito de Psiquis es, interpretado religiosamente, la tradición bíblica del paraíso perdido. Con sus tres temas fundamentales: "prohibición", "curiosidad", "desgracia". Y la interpretación filosófica platónica es ésta: el deseo coinstituye la dicha, por su aspiración al ideal ; la curiosidad, como la ciencia conseguida, vana y engaño- sa, lleva a la desgracia, como se echa por tierra la ilu- sión, cuando se la toca con el dedo. FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 15 Pasados los sigilos, permítasenos citar el caso extra- ordinario de una exótica mística poética de nuestro tiempo, en el poeta indio Rabindranath Tagore, de gran influencia en los países de lengua bengalí. Era un as- ceta, ''que nos ha cantado la vida en hinmos de amor", decía de él un doctor de la India. Era un contemplativo, que pasaba dos horas diarias meditando sobre la natura - leza de Dios, en su jardín, donde los pájaros, acostum- brados a su presencia, se le posaban en las manos y reci- bían de él bendiciones y caricias. Leía una vez en una pagoda de Calcuta un oficio religioso, y se llenó el templo para oírle. Una escritora inglesa, miss ünterhill, le dió a cono- cer en su obra The Mystic Way, y en 191 3 se le con- cedió el premio Nóbel de literatura. Uno de los poemas de Tagore se titula Gitanjaii. Es una colección de 103 salmos. He aquí la versión de uno de ellos (el 76) : "Día tras día, ¡oh, Señor de mi vida!, ¿podré yo es- tar ante ti, cara a cara, con las manos juntas? ¡Oh, Se- ñor de los mundos !, ¿ podré yo estar ante ti cara a cara?" "Bajo el grande- firmamento, en soledad y silencio, con humildad de corazón, ¿podré yo estar ante tí, cara a cara?" "En éste tu laborioso muntío tumultuoso, con traba- jo y lucha, entre la multitud presurosa, ¿podré estar ante ti, cara a cara?-' "Y cuando mi obra haya terminado en este mundo, ¡oh, Rey de reyes!, ¿podré yo, solo y mudo, estar ante' ti, cara a cara?" l6 JUAN DOiMÍNGUEZ liERKUETA . No es posible hablar de filosofía poética en la mís- tica sin mentar a San Juan de la Cruz. Es el poeta de la mística universal, católica. El cantor de la teología, de la sabiduría divina. "Sería ignorancia pensar — ^ha afirmado magistral- mente — que los dicfios de amor... con alguna manera de palabras se pueden bien expresar." (Prólogo al Cántico espiritual.) "Toda la doctrina que entiendo tratar en esta Su- bida del Monte Carmelo está incluida en las siguientes canciones" — dice. La definición de este "saber de amor", que es la mística, la da San Juan de la Cruz en su poesía: "Con- siste esta suma sciencia — En un subido sentir — De la divinal Esencia — Es obra de su clemencia — Ha- cer quedar no entendiendo — Toda sciencia trascen- diendo." Y desenvuelve en las ocho estrofas este pensamien- to, base de toda filosofía mística, expresada en dos for- mas antitéticas : "Un entender, no entendiendo; y un no entender entendiendo." Si de Dante se ha dicho que había sido enviado al mundo para encarnar musicalmente la reli- gión de la Edad Media, de San Juan de la Cruz po- dríamos decir que vino al mundo para encarnar musi- calmente la mística de todas las Edades. La idea, mo - tivo guía, de la Noche oscura, se halla en la poesía del Alma que se huelga de conocer a Dios por fe. Y que dice : "Qué bien sé yo la fonte que mana y corre — Aun- que es de noche..." l^'ILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 17 Toda la filosofía de los Diálogos de amor, de León Hebreo, pudiéramos decir que caben en esas estrofas, de profunda sabiduría mística. De ahí el acierto genial del maestro Menéndez Pelayo, al decir de la poesía de San Juan de la Cruz, que no parece ya de este mundo, ni es posible medirla con criterios literarios, "Por allí ha pasado el espíritu de Dios." "No es lí- cito dudar que el Espíritu Santo guiaba y regía la plu- ma del escritor." "Juzgar esa poesía como una oda de Horacio o de Pindaro parece profanación irreverente." "Con figuras, comparaciones y semejanzas, antes re- bosan algo de lo que sienten, y de la abundancia del espíritu vierten secretos y misterios, que con razones lo declaran" — ^dice el poeta de la mística — , "de las al- mas amorosas, donde el Espíritu del Señor mora y las hace entender, y las hace sentir, y las hace desear". Salterio, en griego, "hacer sonar las cuerdas de un instrumento musical". Salmo, es canción acompañada de cítara o de arpa. Dante llama a David el "Cantor del Espíritu Santo". En el Salterio hallan los padres y doctores de la iglesia toda la "teología abreviada". Toda la filosofía mística abreviada, podemos añadir. Las verdades cris- tianas circulan por sus estrofas, con efusión de fe y de amor. La sede de la actividad intelectual en los sal- 2 i8 JUAN DOMÍNGUEZ ÜERRUETA mos es "el corazón". Ningún utro libro, fuera del Nue- vo Testamento y de las Sapienciales, encierra tanta "filosofía del corazón humano". David fué puesto por Dios "a fin de llenar de sabi- duría nuestros corazones." {Eccli. XLV, 31.) "La pa- líibra de Dios es el vehículo por el cual la sabiduría transforma el corazón" (Pvov. IV; 23 - Eccli. I; 18- XXX; 24- LI; 28, etc.) Ya sólo el paralelismo hebreo, en los Salmos es rit- mo de i^ensamiento, es ix)esía. "Diríase que la metá- fora es la forma natural del pensamiento, y que las ideas más abstractas no salen nunca sino incorporadas con las imágenes, para mejor consustancializarse con nuestra condición humana" — afirma bien el P. Ruper- to M. de Manresa, del Libro de los Salmos, en hebreo. ¿Qué ejemplo de filosofía poética en la mística pue- de ponerse mejor que el Salterio f San Juan de la Cruz, tratando de los "estados mís- ticos", de los Profetas en la Sagrada Escritura cita a David: Fui aniquilado y no supe (Salmo LXXXII: 22- Noche oscura, II ; 8). Si a esto se añade las versiones, en castellano, que tenemos de nuestros mejores poetas hebraístas, no cabe ejemplo más selecto de filosofía mística. Fray Luis de León habla de su versión de las can- ciones sagradas de la Biblia, en las cuales "procuré imitar la sencillez de su fuente, y un sabor de antigüe- dad que en sí tienen, lleno, a mi parecer, de dulzura y majestad". Tenía la convicción de que la más grande poesía del mundo se hallaba en los libros del Antiguo Testamen- FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 19 to, culminando en el Cantar de los Cantares y en los Salmos. He aquí, como ejemplo de su versión, la estrofa pri- mera del Salmo 1 {Beatits vir). "Es bienaventurado — varón el que en concilio' ma- licioso — no anduvo descuidado — ni el paso perezo - so — detuvo del camino peligroso." La misma estrofa, según versión del hebraísta To- más González Carvajal, dice así: "¡Oh varón venturoso — aquel que con los malos no se liga — ni en el escandaloso — camino de los vi - cios se fatiga — ni hablando se detiene — con impíos y mordaces chocarreros !" Y la estrofa quinta : "Así jamás al bueno — se le mengua su bien; que la ventura — lleva siempre de lleno — donde toca, su mano santa y pura. — No asi de los impíos — no así, que por el viento arrebatados — cual polvo de baldíoiS.*' De Hermann, el alemán, que fué obispo de Astor- ga (1266), se conserva su versión de los 70 primeros Salmos. (En un manuscrito de El Escorial.) He aquí la primera y quinta estrofa del Salmo I: "Oh qué bienaventurado es el varón — que no andu- vo en el conseyo de los malos — en la carrera de los peca- dores non sonó — y non sonó en la moranza de los que fablan vanidades... — Como el árbol plantado so- bre los ríos de las aguas... — No así los malos — como la ])aya menuda • — (jue el viento echa de lera.'' Veamos algún ejemplo de la versión de los Salmos feniteyiciales, de Pedro Guillén de Segovia (siglo xv): Del Salmo VI : "Señor, no me reprehendas — en tu 20 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA saña - ni con tu ira tamaña comprehendas — ca si yo malvadas sendas - proseguí - Ave tu merced de mí - que nos enmiendas. " Del Salmo L: - Señor, ave piedad - de concor- dia - por la tu misericordia - y caridad - de mí, que en ceguedad - he vivido - de tus obras retraído - a maldad — ca jamás no te negué — ni te niego — las maldades en que ciego me hallé - pues a *ti sólo pe- que — mi saK-ación a ti te pido el perdón — de cuan- to erré..." ^ "La verdad, mi Dios querido — mucho amaste — l3e tu saber me mostraste — lo escondido..." — "Cría en mí, por tu mesura - Corazón - muy limpio, sin división - ni horrura... - Sacrificio que te place - y agrada — es el ánima turbada — donde yace — si en las obras te complace — corrección — del humilde co- razón — que satisface." Y del Salmo CL: "Y no quites la tu haz - de so- bre mí — cuantos yerros cometí — tudesfaz... — Como humo se gastaron los mis días - Porque de tus santas vías — se redraron — Mis huesos que denegaron, — ta morada — como la cosa quemada — se secaron..." "Las mis obras no acates — tan baldías — que en el medio de mis días — me rebates." Del CXLII: "Mi alma está deseando — porque ])eca — así como tierra seca — está esperando — Pues mi vida va cesando — y se inclina — ¡ Oyeme, Señor, aína — delibrando..." Es una delicia, en esta lengua vernácula como en ia que escribieron, en la suya, grandes místicos como FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 21 Rusbrock, oír las más sentidas expresiones de la filo- sofía poética religiosa. Veamos, en temas más prosaicos, de hallar tam- bién vislumbres de poesía, pues no olvidemos que se tra- ta siempre en la mística de "sabiduría", de "ciencia sa- brosa". 4. RACIOCINIO. INTUICIÓN, PASCAL, LEIBNIZ, BERGSON La filosofía no debe ser un análisis, que se reduzca a expresar una cosa en función de lo que no es ella. No debe colocarse fuera del objeto, sino en el interior del mismo, por "intuición" por "simpatía intelectual", por coincidir con él en lo que tiene de "inexpresable". En esto se acerca la filosofía de Bergson a la mística de San Juan de la Cruz, cuando dice éste: "Es ignorancia pensar que los dichos de amor en inteligencia divina... con alguna manera de palabras se puedan bien ex- plicar." Es la "duración cualitativa", sub specie durationis, la que llevó a Bergson a la idea de Dios, con las pala- bras de San Pablo : in eo vivimus et movemiis, et summ. La cantidad es objeto del raciocinio; la cualidad, lo es de la intuición. Balmes — en El criterio, cap. XVI — hace una impor- tante observación. Santo Tomás afirma que el discurrir es señal de poco alcance del entendimiento ; es una facultad que se nos ha. concedido para suplir a nuestra debilidad; así es que los ángeles entienden, mas no discurren. Cuanto más elevada es una inteligencia, menos ideas tiene, por- 22 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA que encierra en pocas, lo que las más limitadas tienen distribuidas en muchas. Dios, inteligencia infinita, todo lo ve en una sola idea, única, simplicísima : su misma esencia. La inteligencia humana, al cabo de los años, es "ma- durada" para una vida intelectual superior. Santo To- más, al final de su vida, simplificaba más y más su inteligencia suprimiendo fórmulas complicadas, y aca- baba en una especie de contemplación. Poco tiempo antes de morir, después de un "rapto" contemplativo, que experimentó durante la misa, le ro- gaba su amigo Reginaldo que volviese a su costumbre de escr'^bir, de leer, de seguir las controversias del día. "No puedo escribir mas. He visto cosas ante las cuales mis escritos son como paja" — le contestó el autor de la Suma Teológica. Uno de los caracteres del genio es la intuición, de- cía ya Balmes un siglo antes de Bergson. El ver sin esfuerzo. Intuición (beata z'isio) es la contemplación de una verdad. Intiiens, llamaban los latinos al que "contem- pla", al que admira. Platón llamaba a los contemplati- vos "amigos de mirar". Y observaba que vemos las cosas por medio de "conceptos" a través de nues- tros ojos. De "ideas", que vienen a ser los "puntos de vista" de nuestra inteligencia. La palabra "mística", que entró en el lenguaje usual con el famoso Seudo-Areopagita, designa el conoci- miento experimental de Dios escondido. Es lo que el mismo autor distíngale con el nombre de "rayo de ti- FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 23 niebla". Es lo que más tarde se ha estudiaclQ con el nombre de "intuición''. Desde este punto de vista, en el aspecto de la razón natural, sin incluir la acción so- brenatural, ni tratar de explicarla, la filosofía mís- tica, es filosofía de la "intuición". Contemplación natural o filosófica es la intuición de una verdad. En la contemplación sobrenatural, o mis- tica teología, hay también "intuición". La autoridad de la Iglesia, por boca del Pontífice Benedicto XIV, nos ha dado esta bella definición de teo- logía mística: "Es la sencilla intuición del entendimien- to, con amor sabroso de las cosas divinas..., la cual procede de Dios-.-, que concurre a estos actos por me- dio de los dones del Espíritu Santo, de Entendimiento y Sabiduría." Ricardo de San Víctor habla de un "raciocinio", que se verifica con trabajo, pero sin fruto. Y de la "con- templación" sin trabajo, pero con fruto. Y un término medio, la "meditación" con trabajo y con fruto, que trata de inquirir la verdad. Este fruto 'Obtenido con la "meditación", ¿no será luia "intuición" también? Distinto es el "raciocinio", el trabajo de "discurrir", de caminar de unas cosas a otras, de "relacionar" unas ideas a otras. "Razón — lee- moís en un tratado de Lógica — ^es la facultad de rela- cionar entre sí los varios conocimientos que existen en la inteligencia." Con "razón" afirma, pues, el místico Ricardo de San Víctor, que el "raciocinio" se verifica con trabajo, pero sin fruto. "Dos cosas iguales' a una tercera son iguales entre 24 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA SI. No neganios Ja importancia dialéctica que puede ten^r ese axionm, en el que se funda el silogismo pero no aprendemos con ello ninguna verdad, que no existie- ra ya en nuestra inteligencia. "Respecto a la lógica, sus silogismos y la mayoria tíe sus densas reglas sirven más para explicar a los demás las cosas que se saben, o incluso, como el arte ae Luho, para hablar sin juicio de las que se ignoran que para aprenderlas "-dijo ya Descartes {Drscurso del Método, 2/ parte). Ya Fenelón y Bossuet trataron de la influencia que en la apologética católica habían ejercido los Pensat^ñen- tos, de Pascal. Los "filósofos" profesionales no le per- donaban a Pascal su desdén hacia aquella "filosofía" íin las historias de filosofía no suele figurar Pascal porque no encerró sus pensamientos en un "sistema^'' ^ En cambio, Bergson lo considera como el origen de ia comente filosófica que se puede llamar "sentimen- tal", la de las "razo^nes del corazón", las del "espíritu de fineza", opuesto al "espíritu de geometría". ■Es el filósofo de la "lógica del corazón". Se com- placía en afirmar que la Sagrada Escritura es la "cien- cia del corazón". "Llenóles el corazón de discernimiento", dice el libro Eclesiástico (XVII; 6). "Si quieres ser enseñado, y SI aplicares tu corazón serás sabio" {Ibid. VI; 33). "No se entra en la verdad sino por la caridad", es el pensamiento agustiniano, hecho suyo por Pascal. 'es enseñanza de San Pablo a los de Tesalónica, donde les habla de la "caridad de ia verdad" (2.° II; 10). Chari- tatem veritatis. FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 25 Pascal fué contagiado del jansenismo de su época, pero se liberó. Su genio no podía encerrarse en ninguna secta. Su conversión se realizó en 23 de noviembre de 1654. Nadie que lea, sin prejuicio, los Pensmiientos, de Pascal, puede negarle el título de filósofo cristiano. He aquí algunos de sus Pensamientos fundamenta- les, relacionados con la filosofía mística : "Sin duda que no hay bien alguno sin el conoci- miento de Dios, que a medida que uno se acerca a El es más dichoso, y que la última dicha es conocerle con certidumbre; y a medida que uno se aleja se es más desgraciado, y la última desgracia será la certidumbre contraria." "La más grande de las verdades cristianas es el amor de la verdad." , La verdad, sin la caridad, no es válida. "Se hace un ídolo de la A'erdad misma — dice Pas- cal— , porque la verdad fuera de la caridad no es Dios, es su imagen y un ídolo, que no es necesario ni amar, ni adorar." Es, podemos añadir, la distinción de la verdad "pa- gana" y la verdad "cristiana"; la verdad "laica" y la verdad "teísta". En el diálogo más trascendental que ha habido en la Historia, entre Jesús de Nazaret, di- vino Maestro, y Poncio Pilatos, preguntó este pagano : Quid est véritasf Y sin esperar la respuesta salió se- gunda vez a los judíos. Y tenía delante a la misma Ver- dad : Ego sum via, veritas, et zñta. Pascal ha descubierto la "lógica del corazón". "Y sería tan inútil y ridículo — ^ha dicho — que la razón pida al corazón pruebas de sus i^rimeros princi- 26 JUAX DOMÍNGUEZ BKRRUETA ])ios..., como que el corazón pidiese a la razón uri' sen- timiento de las proposiciones que ella demuestra." La distinción entre "corazón" y "razón" en Pas- cal es análoga a la de los griegos entre nous y dianoia, entre el pensamiento puro (intuición) y el discursivo (raciocinio). En los hebreos, el "corazón" era también órgano de conocimiento (Eclesiástico^ XVII; 5). La palabra liebrea leb, como la griega Kardia, designan la parte más intima del hombre, asiento de la vida espiritual. Que Dios ilumine "los ojos de vuestro corazón", dice San Pablo (Efesios, I, 18). La "cantidad", la "medida", entendia Leibniz, como Pascal, es objeto del discuiso; la "cualidad", el "or- den", lo es del corazón. El Discurso de Metafísica , de Leibniz. "Es imposi- ble acumular en tan breve espacio más cantidad de sus- tancia metafisica" — dice bien su inteligente traductor y comentador Julián Marías. Es, en resumen, el pensamiento del siglo xvii. Ha sido Leibniz quien acuñó el fecundo e inquietante con- cepto de la philosopJiia pcrennis, afirma Julián Ma- rías.— Posteriormente hemos leído que fué un agustino del siglo XV al xvi, Agustín Stenco, quien denominó con ese título, una síntesis filosófica. ( Obras de San Agustín, T. II. Intr. B. A. C, 1946.)—. "El proble- ma de Dios — dice Julián Marías — llena toda la meta- física del siglo XVII." FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 27 Pues bien : relacionemos la metafísica de Leibniz con nuestra filosofía mística española. Nos basta, para nuestro objeto, señalar lo dicho por Leibniz mismo en carta a André Morell (1690): "En •cuanto a Santa Teresa, tenéis razón en estimar sus obras; un día encointré en ellas este hermoso pensa- miento, que el alma debe concebir las cosas como si no hubiera más que Dios y ella : lo que incluso sugiere una reflexión filosófica estimable, que he empleado útilmen- te en una de mis hipótesis." "Una persona de espíritu muy elevado, y venerada por su santidad — dice en su Discurso de Metafísica — , acostumbraba a decir que el alma debe pensar a menudo •como si no hubiera más que Dios y ella en el mundo. Y nada hace comprender con más fuerza la inmortali- dad que esta independencia y esta extensión del alma, y que la pone absolutamente a cubierto de todas las cosas exteriores, puesto que ella sólo constituye todo su mun-' Go, y se basta con Dios ; y es tan imposible que perezca sin aniquilación, como es imposible que el mundo (de quien es una impresión viva, peri^etua) se destruya él mismo ; tampoco es posible que los cambios de esa masa extensa que se llama nuestro cuerpo afecten nada el alma, ni que la disipación de ese cuerpo destruya lo que ■es indivisible." Se nos dispense lo largo de la citación recompensa- do por la intensa y profunda reflexión que sugiere al gran filósofo el i)en(Samiento de Santa Teresa. ¡Qué diferencia de ese Discurso de Metafísica, de Leibniz, a las lucubraciones del filósofo de nuestra épo- ca, Heidegger! ¿Qué es metafísica?, se titula uno de 28 JUAN DOMÍNGUEZ BEREUETA SUS trabajos. Y empieza así: "La pregunta hace con- cebir la esperanza de que se va a hablar de la metafí- sica. Renunciamos a ello." Siguen páginas y páginas para "filosofar" acerca de la nada y afirmar que la nada anonada. Y que el ser puro y la pura nada son lo mismo, como enseñaba Hégel hace un siglo... — Renun- ciamos nosotros a seguir leyendo. Acaba uno por no saber ni qué es metafísica ni qué es filosofar. "Kierkegaard — dice Wachlens — es el representante de un nihilismo aún lleno de ilusiones ; Nietzsche, el de un nihilismo consciente de sí, pero que se esfuerza por superarse; ¿no será Heidegger el heraldo de un nihi- lismo que se busca y quiere?" Decía Chesterton, en su g'enial estudio sobre Santo Tomás de Aquino: "La mayor parte de las modernas filosofías no son sino dudas filosóficas, y acaba uno por no saber si existe o no la filosofía." Nos i^ermitimos calificar esas dudas filosóficas de fi- losofías del "no sé qué". Y es que cuando se prescinde de Dios, o aparecer que "se ignora" su existencia, no creemos que se pueda saber si existe alguna cosa a pun- to fijo. "Si no viéramos a Dios de algún modo, no veríamos cosa alguna" — afirma Malebranche. Y antes que ningún otro filósofo, Platón en el Tec- ietes): "El conocimiento de Dios es sabiduría y virtud;: el desconocimiento de Dios, ignorancia y malicia." FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 29 "En libros titulados Teoría del conociinienio — escri- be Ortega y Gasset {La Nación, Buenos Aires, 1930) — , desde 1860 a 1920, jamás se planteaba en serio esta cuestión. " Asi es, en verdad, como hemos indicado antes, bajo otros aspectos, en lo que llamábamos filosofías del "no sé qué'', llenas de angustias, inquietudes y problemas. En cambio, en la Teoría del conocimiento (1925), del filósofo católico alemán Juan Hessen, se estudia el conocimiento en su origen, su esencia, sus especies, y en su coinclusión: La fe y el saber. "Hasta que llega (la conciencia del hombre), en el terreno religioso, a vivir por entero en lo divino, recibiendo de este modo certidumbres siempre renovadas, que le hacen triunfar con santa soinrisa de todas las angustias críticas del in- telecto oprimido por los problemas." El ajutor hace constar en su prólogo que comparte con Nicolás Hartzmann su convicción de que "el últi- mo sentido del conocimiento filosófico, no es tanto resol- ver enigmas como descubrir portentos". Hacemos nuestras, en ])rincipio, sus ideas sobre la intuición. "Intuir" es conocer "viendo". Platón es el primero que habla de una intuición espiritual. Las ideas son "intuidas" espiritualmente por la razón. Plotino ha- bla de "la parte racional de nuestra alma, alimentada e iluminada continuamente desde arriba". Desde el Ñus cósmico o Espíritu del Universo. San Agustín sustituye el Ñus pagano, por Dios personal del cristianismo. Plo- tino admite también una contemplación de lo divino, una intuición mística de Dios, que San Agustín adopta más esencialmente que Plotino. 30 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA El pensamiento de San Agustín, afirma bien Hes- sen, pasó a la mística de la Edad Medía. La mística ve una fuente de verdad en la ''intuición" subjetiva, en ver, sentir, experimentar lo espiritual. En el cógito ergo sum, de Descartes; en las "razones del corazón", de Pascal; en la tesis, de Malebranohe, que "vemos todas las cosas en Dios", se halla reconocida la intuición como fuente de conocimiento. En cambio, i)ara Kant hay sólo conocimiento "dis- cnrsivo-racional". Y en el neokantísmo de la escuela de Marhurgo, de Hermann Cohén, se niega también a ¡a intuición como medio de conocimiento. El "intuicioiiismo" expreso se encuentra en la filosofía contemporánea de Bergson, desde luego, como ya hemos expuesto. Y en, Dilthey, después, como un modo de entrar en contacto de la realidad, de un modo emotivo y volitivo. Al lado del conocimiento "discursi- vo-racional" coloca el "intuitivo-irracional". "Como seres que sentimos y queremos — ésta es la conclusión de Hessen — , la intuición es para nosotros el verdadero órgano del conocimiento." En la esfera de la metafísica hay, además de in- tuiciones metafísicas, conocimiento "discursivo-racio- nal". En la esfera de la estctiea sólo hay una "intui- ción" estética. En la esfera religiosa, es la "intuición" mística ia que nos da la experiencia de lo divino. Admitir sólo un conocimiento "discursivo-racional" es confundir la me- lafisicü' con la religión. FILOSOFIA MISTICA ESPAÑOLA 31 5. Siglo XVI, edad de oro de la literatura mística en España. El Arte de servir a Dios, de Alonso de Madrid (1521); el Tercer abecedario, de Osuna (1527); la Su- bida del Monte Sión, de Bernardino de Laredo (i535)j la Paráfrasis del Andi Filia, de Juan de Avila (1530). Fr. Luis de Granada traduce la Imitación de Cristo (1536). La primera versión castellana se había hecho en Zaragoza (1490), atribuyendo la obra a Gerson, uni- do con su tratado de La imaginación, del corazón. La Vita Christi, de Ludolfo de Sajonia; el Cartujano, tra- ducida por Ambrosio de Montesinos (1502). Las Con- fesiones de San Agustín, traducción de Sebastián Tos- cano (1554). Los Novísimos, Los cuatro postrimeros trances, de Dionisio de Ryckel el Cartujo (1548). Los Diálogos de amor, de León Hebreo, traducción) españo- la de Garcilaso Inca de la Vega (1590). Se conocen las obras de Rusbrock, traducidas por Surio en latín (1549), y las de Taulero (1548). España, se puede decir, con Fierre Groult, ''revivió'^ desde 1550 la teología mística, "ciencia intuitiva y ex- perimental de Dios". El P. Chócame, en su traducción de las obras de San Juan de la Cruz, dice que la escuela mística espa- ñola es hija de la de Groenendael (Países Bajos). Le contesta bien el abate Cuylits que es preciso no haber leído las obras de los grandes místicos españoles para sostener semejante tesis. Y creer que con Carlos V fué transportada a España, "no solamente la política de la casa de 15orgoña y la pintura de Van Dyck", sino la mística también. 32 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA El Rosetum, de Mauburnus, canónigo regular del Monte de Santa Inés, "es la única obra del Norte cono- cida en España a principios del siglo xvi", afirma Fierre Groult. Y añade que el Rosetiim es una "Rosa- leda muy espesa", una enciclopedia de los autores sep- tentrionales Rusbrock, Dionisio de Ryckel, etc. Osuna estuvo en los Países Bajos (1535-36), pero ya aquella escuela estaba extinguida, y "no hay depen- dencia netamente acusada de Osuna", respecto a los místicos de ese país, afirma Groult en su notable obra sobre los místicos de los Países Bajos y la literatura española del siglo xvi. El maestro Eckart (12Ó0-1327), dominico, de la es. cuela alemana, que enseñó en Estrasburgo, es "pan- teísta místico". En 1329, Juan XXII condenó 28 de sus proposiciones. A pesar de su buena fe y protestar de sumisión a la Iglesia, es incontestable que había franqueado los límites de la ortodoxia. Tauler (1290- 1361), dominico alemán también, evitó el panteísmo afirmando que en la unión del alma con Dios la creatu- ra "siempre permanece creatura". De este autor hicie- ron citaciones repetidas nuestras místicos del siglo xvi Del maestro Echart apenas se conoce de su doctri- na más que las proposiciones condenadas. Y por ellas es ponderado como filósofo místico por los autores no ■católicos. Rusbrock (i 293-1 381), en su retiro de Groenetidael (Valle Verde), es el más genial de la mística holandesa. De su mismo espíritu y escuela es Tomás de Kempei o Kanpis (i 380-1 471), autor de la famosa Imitaciór. de Cristo. FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 33 Conocemos la versión libre francesa, Rusbrock el Admirable^ hecha por el selecto espíritu, místico tam- bién, de Ernesto Helio (1869), de la traducción latina de Surio (1609). Rusbrock había escrito en la leng-ua vernácula del país deFlandes. Nada mejor, para ejemplar de mística católica, de auto-r septentrional, y comparar lo oscuro de su lengua- je con la claridad de nuestros tres grandes autores cas- tellanos del siglo XVI. "Es doctrina de Rusbrock, y bien dificultosa, y que no me ha costado poco trabajo el reducirla a términos algo más claros que los suyos", dice Fr. Juan de los Angeles en una ocasión. De Rusbrock escribió Dioni- sio el Cartujo: "Era un hombre ignorante c[ue no sa- bía latín. Pero la ciencia sobrenatural le fué dada en herencia." "No tuvo otro maestro que el Espíritu San- to." Y lo compara al Seudo-Areopagita. Tauler, que visitó a Rusbrock en su retiro de Valle Verde, puede considerarse como discípulo suyo. Tauler hizo su plena conversión a los cincuenta años de .edad. Rusbrock era un contemplativo desde su infancia hasta el fin de su vida, a los ochenta y ocho años. Asi lo afirma su "Biografía", escrita por "Un cartujo'". Digamos, en pocas palabras, lo que entendemos, des- pués de leídas 'las opiniones más competentes, acerca de la influencia de los autores místicos septentrionales, en nuestra mística española del siglo xvi, en sus tres re- presentantes principales. T)e Santa Teresa creemos sinceramente no hay nade que decir. Se conocen claramente sus lecturas. No cita 3 34 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA autor determinado nmiguno. Sólo dice los títulos de las obras : un Arte de servir a Dios, una Subida del Monte, un Cartujano, un Tercer abecedario. Si hay alguna in- fluencia indirecta, por lo que Osuna o Laredo citen o comenten de los místicos del Norte, será lo que conozca Santa Teresa. Su obra es personalísima y esencialmente española, castellana, en fondo y forma, como ampliaremos más adelante. De la Subida del Monte, dice {Vida, XXIII ; 12) que halló en ese libro las señales que ella tenía en la ora- ción, "en lo que toca a la unión del alma con Dios". No creemos que necesitase saber lo que opinara en ese tema la niística de Rusbrock ni de Tauler. Del Tercer abecedario, dice {Vida, IV; 7) "que tra- ta de enseñar la oración de recogimiento". Y en otro lugar {Moradas cuartas, III; 2): "Dicen que el alma se entra dentro de sí, y otras veces que sube sobre sí." Lo leería también en el Ter- cer abecedario {Tratado IX ; cap. 7). Pero veamos cómo lo conienta: "Por este lenguaje no sabré yo aclarar nada, que esto tengo malo, que por el que yo lo sé de- cir pienso que me habéis de entender, y quizá será sola para mí." De la doctrina del "centro del alma", no creamos que tuviera nada que aprender, ni directa ni indirec- tamente, de la mística alemana ni holandesa. Dice así {Moradas quintas, I; 12), comentando del Cantar de los Cantares (II; 4): Metióme el rey en la bodega del vino: "Su Majestad nos ha de meter y en- trar El en el centro de nuestra alma..., no quiere que FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 35 teng^amos en ésta más parte de voluntad, que del todo se le ha rendido, ni que se le abra la puerta de las po- tencias y sentidos... ; sino entrar en el centro del alma sin ninguna, como entró a sus discípulos cuando dijo Pax vobis... Siu Majestad quiere que le g"oce el alma en su mismo centro aun más que aquí mucho en la postrera morada." ¿Necesitaba la gran mística, que escribió soberana- mente inspirada, del Castillo interior, que el maestro Eckart "inventara" lo del "fondo" del alma? Diez siglos antes que el místico alemán escribió Plotino, en sus Enneadas, del fondo y centro del alma. Y Marco Aurelio lo llamaba mente. Y San Agus- tín, sumo. "Si es cierto que esa idea dei centro del alma viene de la escuela alemana, por ella sola pueden ser consi- derados San Juan de la Cruz y Santa Teresa como dis- cípulos de aquellos grandes maestros." Así dice el P. Crisógono, en su obra sobre San Juan de la Cruz (T. I, pág. 445). No creemos, como hemos indicado antes, que la idea del centro del alma venga de la escuela alemana. De San Juan de la Cruz, cree el P. Crisógono que tomó de Rusbrock la doctrina de los toques espiritiia- 'es. la de advertencia sencilla y amorosa, la de quie- tud, así como una idea de la noche oscura, causada por exceso de. luz divina, declarada en Rusbrock por el ejemplo del murciélago, y en San Juan de la Cruz por el de la lechuza. Pero en la Subida del Monte (2.*, VIII; 6) pone el ejemplo del murciélago tomado de Aristóteles. 36 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA También indica que el número siete, aplicado a los gi'adüs de amor que hace San Juan de la Cruz, parece tomado del título de Rusbrock: De septem amoris gra- dihus. Pero añade, bien, el P. Crisógono, de las remi- niscencias indicadas, "apenas tomó el santo otra cosa que la terminología del místico alemán, dando a sus palabras un sentido inmensamente superior" {Oh. cit., página 49). Esa es nuestra convicción. De Tauler, cree el P. Crisógono tomó San Juan de la Cruz la doctrina del "fondo del alma", y que "parece es original del maestro Eckart" — ya hemos di- cho antes nuestra opinión sobre esta doctrina — , y el término "abisal". Y la doctrina de la fe "desnuda y sencilla", y las tres cautelas, de San Juan de la Cruz, ijue parecen tomadas de las tres Instituciones, de Tauler. Pero, aun admitiendo estas analogías, siempre que- dará esta desemejanza : y es que nuestro gran místico castellano nos habla en su lenguaje, en poesía "angé- lica, celestial y divina", o en prosa, atormentada y di- fusa, pero inteligible, no nebulosa e inextricable como la del septentrión. "Hasta aquí es doctrina de Rusbrock, y bien difi- cultosa, y que no me ha costado poco trabajo el redu- cirla a términos más claros que los suyos", hemos ci- tado ya a Fr. Juan de los Angeles, comentando un texto del místico neerlandés. Y es Fr. Juan de los Angeles quien más influen- cia recibió de Rusbrock, de Tauler y de Enrique Har- [>io, prhici pálmente. No hemos de repetir aquí lo que hemos expuesto FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 37 en otros opúsculos, acerca de la icleolog"ía y la sem- blaniza intelectual del .í;ran autor de mística y de su admirable erudición sagrada y profana. Como muestra, a nuestro parecer, interesante de las fuentes bibliográficas de Fr. Juan de los Angeles, hemos anotado, página por página, en sus Obras Com- pletas (Nueva Biblioteca de Autores Españoles), el nú- mero de veces que cita a los principales autores neer- landeses y alemanes : Enrique de Palma, tres veces ; En- rique Harpio, trece ; Rusbrock, siete ; Tauler, ocho ; y a autores de otras escuelas : Gerson, veinte veces ; Lu- dovico Blosio, cuatro; Dionisio de Rickel, una; Boecio, veinte; Osuna, una; León Hebreo, dos; Bernardino de Laredo, dos, e infinidad de veces al Areopagita, San Agustín', San Buenaventura, San Bernardo, los Victori- nos, y gran copia de autores sagrados y profanos, de todas las épocas. El trabajo definitivo, documentado de las relacio- nes entre la escuela mística alemana con nuestros mís- ticos del Siglo de Oro, se ha hecho recientemente por el P. Sanchis Alventosa, O. F. M. (Ob. cit. en nuestra bibliografía). Afirma, entre sus conclusiones, que las doctrinas de esos autores, que pasan a los místicos españoles, "pue- den reducirse a la teoría de los tres hombres, y todos aquellos puntos doctrinales que con la misma se rela- cionan". Y que "la ideología germana no transforma el pensamiento español", sino que, acaso, suceda todo lo contrario: "que el sol del Med'odia no transforme en colores crudos lo que. en conjunto, no es quizá sino 38 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA un matiz", como afirma Groult, y lo suscribe el P. San- chis Alventosa, y nosotros también. , Nos permitimos indicar nuestra opinión. Respecto a la "teoría de los tres hombres" — de las tres vidas del hombre querrá decir — , no toda ella habrá pasado a nuestros místicos, de la escuela alemana, pues en esa teoría, a nuestro parecer, está contenida toda la Teo- logía mística, como puede entenderse estudiiando la obra magistral de Fr. Miguel de la Fuente (ya citada). 6. TEOLOGÍA MÍSTICA "Ciencia de Dios", obtenida no por discursos de la razón, sino por las luces de la gracia. Así lo enten- dían los Padres de la Iglesia griega, San Clemente de Nisa, San Efrén. San Diadoco, obispo de Epiro (si- glo v), habla del "don de teología", don de contem- plación. San Juan de la Cruz, doctor de la Iglesia, afir- ma (Noche del Espíritu, V; i): "Esta noche oscura es una influencia de Dios en el alma.--, que llaman los contemplativos contemplación- infusa o mística teolo- gía, en que de secreto enseña Dios al alma, y la ins- truye en perfección de amor, sin ella hacer nada, ni entender cómo es esta contemplación infusa" (Noche del Espíritu, V; i). El acto contemplativo, según Santo Tomás, corres- ponde al "don de sabiduría". FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 39 La teología "especulativa" procede por raciocinio; la mística, por amor. Esta es la sabiduría "irrazona- ble", del Seudo-Areopag-ita, pero que "sobrepasa a la razón". "El amor ha venido a ser ciencia", dijo genialmen- te San Gregorio Magno. La psicología teológica o sobrenatural "no cae bajo experiencia científica", sino sólo bajo experiencia "mís- tica", dice el teólogo contemporáneo P. Santiago Ra- mírez, O. P. "La oración y la teología mística no son sino una sola y misma cosa", llegó a afirmar San Francisco de Sales (Amor de Dios, IV; i). El Seudo-Areopagita habla del excessns mentís. Sa- lir de sí mismo para unirse a Dios. Por el espíritu, ce- sando de mirarse a sí mismo y de apegarse a las ope- raciones del entendimiento, que no dan de Dios más que un conocimiento incompleto. Y por el corazón, cesando de amarse con amor egoísta, olvidándose de sí mismo. San Máximo (mártir del siglo vii) habla de la apa- theia, que es la purificación del espíritu. Dice que el ieorétikos (contemplativo) es superior al práctikos (hom- bre de acción). Y que el alma, cuando se entrega a sus pensamientos, que son inferiores al sujeto pensante, des- ciende de sí misma; y se eleva, cuando se va a las co- sas superiores, se recoge, se da a la contemplación. En la filosofía neoplatónica de Plotino se lee: "Es necesario que el órg^ano de la visión se haga semejante al objeto que quiere contemplar... ; y todo hombre debe comenzar por hacerse hermoso y divino a fin de ver la belleza y la divinidad." 40 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA Para contemplar a Dios por el espíritu es preciso que el corazón sea puro (Orígenes). El Evangelio de San Juan (III; 2) dice: "Nosotros le seremos semejantes (a Dios), porque le veremos tal cual es." "Bienaventurados los de corazón puro, porque ellos verán a Dios", enseñó el Divino Maestro en el "Ser- món de la Montaña". Quisiéramos, en todas estas consideraciones, diluci- dar el diferente carácter de lo que verdaderamente per- tenece a la "teología" mística; y de lo que no es otra cosa que "filosofía" mística, a la cual nos queremos re- ferir solamente en el presente ensayo. 7. ORIENTACIÓN ANTIESPECULATI VISTA Excelentes tratados conocemos de auténtica teología mística (que reseñamos en nuestra bibliografía) empe- zando por el magistral tratado de Fr. Miguel de los Angeles (siglo xvii), Libro de las tres vidas del hom- bre^ que calificó Menéndez Pelayo del "mejor tratado de psicología mística que tenemos en castellano". Y que es, en realidad, uno de los mejores que conocemos de Teología mística. Conocemos los modernos : La vida de unión con Dios, de Sandreau ; Dios en nosotros, del P. Plus, S. J. ; La imsióii del Espíritu Santo en las almas, del Cardenal FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 41 Maiming"; La habitación del Espíritu Santo en las al- mas justas, del P. Froget, O. P. ; La vista sobrenatural, de Bellamy ; La divinización del cristiano, de Ramiére ; Nuestra vida, sobrenatural, de Smedt. Y, sobre todo, la monumental obra española del P. Arintero, Evolución mística, texto de 630 páginas, pleno de citas de auto- res, verdadero arsenal de doctrina, propio para una se- lección y una depuración concisa de estilo, que lo pre- sentase en forma de más fácil lectura continuada. Sin que echemos de menos el "sistematizar" esa mis- teriosa (mística) doctrina, que, como acertadamente afir- ma el P. Arintero^ sería como "desfigurarla de propó- sito" vaciándole el indefinible sentido; y dar, en vez de ia inefable verdad, "mezquinas apreciaciones huma- nas", y de ahí el escaso interés que suscita lo sobre- natural "cuaindo es presentado en frías y abstractas fórmulas". "Mezquinas apreciaciones humanas." Esto nos recuerda aquella profecía de Isaías (XXIX; 13), que el Divino Maestro aplicaba a los escribas y fariseos {San Mateo, XV; 7): "En vano me rinden culto enseñando doctrinas ([ue son preceptos de hombres." Más vale ponderar los tesoros de vida y de ciencia divina com^ las "atrevidas e inspiradas frases de las di- vinas Escrituras y de los grandes santos, que sentían estas cosas muy a lo vivo, que no sistematizarlos con exageración, queriendo encajarlos por fuerza en los re- ducidos moldes de nuestro pensamiento", afirma el P. Arintero {Ob. cit.. 4." edic, pág. 9). Y en otrO' lugar (pág. 455): "Para las almas llenas 42 JUAN- DOMÍNGUEZ BERRUETA del Espíritu Santo, los dogmas son, más que verdades abstractas, porteimtosas realidades vividas y sentidas." Y habla (pág. 520) de teólogos especidativistas fal- tos de experiencia, de devoción y de sentido cristiano que propenden a querer encerrar todas las operaciones sobrenaturales, "'en los estrechos moldes de la psicolo- gía peripatética" (y aun formularlos adecuadamente con un silogismo). Representa la obra del P. Arintero, en la restaura- ción de nuestra mística tradicional del siglo xvi, la bue- na orientación filosófica, antisistemática. "La filosofía no debe ser sistematizada", afirma Bergson, en su última obra. Un cuarto de siglo an- tes, Bonilla San Martín, en su Historia de la Filosofía Española, consignaba esta enseñanza: "El "sistema" es un artificio, un andamiaje. Si el "sistema" sigue en pie, al expOi'ner la doctrina, es que aún no ha logrado su objeto, es que no se ha edificado la obra." Y Menéndez Pelayo (en su Historia de las ideas estéticas, T. II; cap. VII), después de recoger la idea de "mística teología", que expane San Juan de la Cruz en su A' oche oscura del alma, dice: "Y esto es lo que propiamente se llama teología mística: todo lo demás son accesorios, y. a lo sumo, escalas y andamios." Quedan bien deslindados los campos. Contempla- ción, don de sabiduría. Sápida scientia. Conocimiento amoroso experimental de Dios. Vida sobrenatural. Teo- logía mística. Y, por otro lado, entendiendo, como el filósofo Berg- son, por misticismo una cierta llamada a la vida inte- rior y profunda, filosofía mística hemos de poder se- FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 43 ñalar, no sólo en las intuiciones de las almas místicas, que han vivido la vida sobrenatural, sino en las ins- piraciones naturales de los pensadores, de alma natural- mente cristiana, que han sabido regirse y gobernarse por la razóin. Pues Dios es amigo de que "por« razón natural sea el hombre regido y gobernado" (Subida del Monte Car- melo^ T. II. cap. XXII). II MISTICA EN LOS FILOSOFOS I. SÉNECA, PRIMER FILÓSOFO DE ESPAÑA. Lucio Anneo Séneca, primer pensador español, de influencia europea y universal. En el mundo romano, el pueblo conquistado ejerció un imperio espiritual por el pensamientoi español de Sé- neca y su escuela. Genio filosófico hispánico. Espíritu realista, buen sentido. Séneca preludia nuestra filosofía ortodoxa, dijo bien Menéndez Pelayo. Senequistas españoles fueron Gracián, Quevedo, Saavedra Fajardo. Y su influencia europea alcanza a Dante, a Goethe, al mismo Erasmo, a Petrarca, a Schiller. Santa Teresa es nuestra Séneca de la filosofía mís- tica; y San Juan de la Cruz es el "Senequita" (como así lo llamaba) de Santa Teresa. 46 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA Hoy, después de vemte siglos de las Sentencias, de Séneca, se publican constantemente en las bibliotecas de educación de Inglaterra, de Francia y Alemania, al lado de las de Marco Aurelio y Epicteto. Comentemos algunas de las más salientes y más típicas. "Mejor apruebas lo bueno que no lo sigues" {Ep., XXI). Esto es análogo a lo de San Pablo: "No hago el bien que quiero, sino hago el mal que no quie- ro" (Rom., VIII; 19). Y al conocido verso del poeta latino, "Video meliora, proboque, deteriora sequor" (Ovidio). Las comunicaciones de Séneca con San Pablo son verosímiles, aunque no parecen comprobadas histórica- mente. El año 62 llegaba San Pablo a Roma. Séneca murió el 65. Walter Burley (siglo xiv) publicó una obra sobre la "Vida y costumbres de los antiguos filósofos", y consigna el hecho de haber oído Séneca las predicacio- nes de San Pablo en Roma. Un hermano de Séneca, Novato, que después adop- tó el nombre de Galión, fué procónsul de Acaya. Y ante su tribunal fué acusado San Pablo por los judíos {He- chos, cap. XVII). Galión dispensó a San Pablo de defenderse y ex- pulsó del tribunal a los judíos, diciéndoles: "Son cosas de vuestra ley, allá os las hayáis." FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 47 Sócrates dijo a uno: "¿A qué te asombra el que de nada te sirven los viajes, si te llevas a ti mismo.-.? Contigo huyes" (Ep., XXVIII). Es notable cómo hace suyo, Séneca, el pensamiento de Sócrates, admirablemente elegido y expresado, del hombre que no puede huir de si mismo. Y que no tiene vida interior. "¿Qué es lo más alto en las cosas humanas...? Su- frir con ánimo alegre la contrariedad; llevar cuanto su- cede como si lo hubiese querido, y deberías quererlo si supieses que todo se hace por voluntad divina. •• No ad- mitir en el alma malos propósitos ; alzar al cielo las ma- nos limpias..." Pensamiento análogo, que hizo suyo más tarde Epicteto, de que lo más subido y perfecto del hombre era "llevar todo' lo que le sucediese como si por vo- luntad propia le sucediera". Veinte siglos antes que en los filósofos, paganos, se hallaba esa verdad en la Sa- grada Escritura: "Pon tus delicias en el Señor, y lle- nará los deseos de tu corazón" (Salmo XXXVI ; 4). Que no es otra cosa sino el renunciamiento de la vo- luntad humana para hacer nuestra la voluntad de Dios. "Déjalo todo y lo hallarás todo", es la máxima pre- dilecta del autor de la Imitación de Cristo. Y la moderna "psicología" ha llegado a formu- lar esta verdad en forma paradójica: "La voluntad se crea negándola." — Véase nuestro opúsculo: La No- ¡n litad (1925) — . 48 JUAN DOMÍNC;UEZ BERRUETA "Procura no hacer nada de mala gana; todo es ne- cesidad para el que lo re])ugna ; nada es necesidad para el que lo hace queriendo" {Ep.. LXí). Esta es la idea formulada en nuestro aforismo es- pañol: "Hacer de la necesidad virtud." Así, Santa Teresa, que no tiene poco de senequista, dice^ al explicar la petición del "Padrenuestro": "Há- gase tu voluntad." "Ello se ha de cumplir, queramos o no...; creedme, tomad mi parecer y haced de la ne- cesidad virtud" (Camino de Perfección, XXXH; 4). "Dejarás de temer si dejas de esperar. Ambas co- sas son de quien está solícito en expectación de lo fu- turo... La memoria reproduce al temor, y la previsión lo anticipa. Nadie es miserable sólo con lo presente" (Ep., V) El concepto de esta seatencia lo vemos expuesto cin- co siglos más tarde por Boecio, en su conocido texto "Tu quoque si vis lumine, claro, cerneré verum..." Que utilizó San Juan de la Cruz (Subida del Monte..., 11; 21), acerca de la conveniencia de tener el ánimo libre de las pasiones del alma para conocer las verda- des. "Si quieres con claridad natural conocer las ver- dades, echa de ti el gozo y el temor, y la esperanza y el dolor." "Dios, rector y guardiá.n del Universo, dueño y ar- títice de la máquina del mundo. Muchos nombres le FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 49 convienen. ¿Quieres llamarle "Destino"? No yerras, pues de El, causa de causas, penden todos. ¿Quieres llamarle "Providencia"? Dices bien, pues todo nace de El. ¿Quieres llamarle "Voluntad"? Haces bien, pues por la suya se hace todo" (Nat. Qiiacst.). "Grande debió ser el elemento español en Séneca cuando a éste siguieron o imitaron nuestros moralistas de todos los tiempos — ^dice Menéndez Pelayo {La cien- cia española) — , y cuando aun hoy es en España su nombre el más popular de los nombres de filósofos, y una especie de sinónimo de la sabiduría..." Séneca llama exangües a los libros de los filósofos, porque instriuyendo, disputando, cavilando, no encienden ni enf ervoriza;n, el alma. He ahí, en síntesis y quintaesencia, la doctrina del filósofo español Séneca. Presenta, como se ve, profundas analogías con el cristianismo. ¡Lástima que el filósofo se apartara del optimismo cristiano con su errónea teoría del "suicidio", pesimis- • ta, como remedio de los males terrenos ! Trata Séneca de dos partes que se distinguen en la Filosofía, la que se refiere a los hombres y la que se refiere a Dios. Una enseña lo que hay que hacer en la t'erra ; otra, lo que se hace eni el cielo. "Aprendo — añade — cuál es la materia del Universo, quién es su autor y guardián, qué es Dios." "Si no se me admite ' esto, ¿de qué me vale haber nacido?" 4 50 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA ¿No parece esta interrogación de Séneca algo aná- logo a lo de Pascal y Bergson, si no se responde a lo que aspiramos saber, "la filosofía no vale una hora de fatiga"? Obedecer a Dios es libertad" — dice, profundamen- te, Séneca {De Vita Beata). Ya, veremos más adelante este pensamiento, expues- to en frase genial, por nuestra Santa Teresa de Jesús. "Lo más perfecto que hay en el hombre está fuera del alcance de toda potencia humana." Y añade: "He ahí el firmamento." No hay nada más grande, ni más hermoso. "Y el alma que lo con- templa y admira." ¿No se relaciona esto también con el numen interior, de que habla un siglo después, el filósofo Marco Aurelio? "Sea artífice de su vida" — dice Séneca del varón justo que no se deja vencer de las cosas externas. "Sea artífice de su ventura" — dice Cervantes en el Quijote. Tiene Séneca una bella idea de estética cristiana, podemos decir. Habla de "los campos que, estando ara- dos para las mieses, dan también algunas flores." "Aun- que éstas deleitan la vista, no se puso para ellas el trabajo." "De la misma manera, el deleite — comenta — no es paga ni causa de la virtud, "que es la paga de sí mismo". Sino que se nos da "por añadidura". He ahí FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 51 el concepto estético de una aparición de amapolas, en un campo de mieses. ''Buscad el Reino de Dios y su justicia, y lo demás se os dará por añadidura'' — dice Jesús, divino Maestro, en su Evangelio. De Epicteto, contemporáneo de Séneca, tenemos "máximas", análogas a las Sentencias. "No son las cosas las que atormentan a los hom- bres, sino las opiniones que tenemos de ellas" (Epicte- to). "Más pena nos da la opinión que tenemos del tra- bajo, que el trabajo mismo" (Séneca). "Acuérdate que no te ofende el que injuria, ni el que te golpea, sino la opinión que has concebido---" (Epicteto). "Es cosa cierta que no puede llegar la in- juria al sabio- •-, pues toda injuria es disminución del sujeto en quien recae- •• en alguna de las cosas que es- tán fuera de nosotros. Pero el sabio no puede perder cosa alguna, porque las tiene todas depositadas en sí mismo, sin haber entregado ninguna a la fortuna---; y contentándose con la virtud, que no necesita de las co- sas fortuitas" (Séneca: De la constancia del sabio). Y en otro lugar: "El que porfía, de igual a igual, aunque venza, se hizo igual." Pues sufriendo a otro, no sintiendo la injuria, se le quita el fruto, y el deleite de injuriar. 52 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUKTA En Séneca están ya apuntados los caracteres fun- damentales del genio filosófico nacional. Espíritu realis- ta : bien sentido. Séneca, pagano, pero a quien San Jerónimo le llama "noster". Su nombre es el más popular de los nombres de filósofos en España. "El pueblo español — afirma Karl Yossler (revista Verdad y Vida, 1943) reconoció bien pronto, en Séneca, un parentesco espiritual con su pro- pia idiosincrasia." Sus doctrinas y .su estilo tienen esen- cial conformidad con el sentido práctico de nuestra raza, frente a los períodos de la prosa oratoria latina, de cuya pobreza para expresar ideas abstractas se lamentaba ya nuestro filósofo español. Séneca es un verdadera filósofo, aunque no diga nada de metafísica, aunque no sea un pensador siste- mático. Asi lo demuestra Bonilla San Martín, siguien- do las huellas de su maestro, Menéndez Pelayo. Y con lelación a la mística, la nota realista se mantiene en España, frente al idealismo panteísta que caracteriza a toda la filosofía heterodoxa de importación en nues- tro país. Reminiscencias de la filosofía del buen sen H do en Santa Teresa nos recuerdan a Séneca ; y la índole ibé- rica de su pensar, independiente, sereno, en nuestra autora mística castellana, nos parecen senequistas también. "Hay cosas que para saberlas no basta el haberlas aprendido." Este aforismo, rebosante de simpatía inte- lectual, que deberían tenerlo presente todos los que es- tudian, para no envanecerse de sus saberes, podríamos FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 53 atribuírselo con acierto a Sa-nta Teresa, si no lo hubié- ramos visto ya en los ''Proverbios" o Sentencias, de Séneca. "Proverbios" que leería Santa Teresa en la buena librería de su padre, donde se hallaban con los libros de Boecio y de Virg-ilio. Citemos como primera muestra de Proverbios mora- les en nuestra lengua romance la poesía gnómica del labí Don Sem Toh, de Carrión (siglo xiv). Poesía inspirada en los libros sapienciales. De "Li- bro profundamente semítico, nacido en tierra de Cam- pos" lo califica Menéndez Pelayo. De la supremacía del espíritu sobre la máteria, dice así: "Por aquesto fallesce — el placer corporal. — Y lo que siempre cresce — es lo espiritual." "La lectura de Séneca — dice Menéndez Pelayo {His- toria de las ideas estéticas. T. L cap. I) — produce el efecto general de vig'orizar, templar y levantar el áni- mo más que la de ningún otro autor antiguo..-" "Y por eso Séneca... ha ejercido una influencia tan profunda, con sentencias y moralidades sueltas, y ha sido uno de los principales educadores del mundo mo- derno, y especialmente de la raza española." Así hemos entendido el "senequismo español". 2. Raimundo Sabunde, el filósofo español DEL siglo XV "Una sola página de un escritor nos pinta más al vivo su espíritu y su época que cuanto podrían decirnos los más minuciosos historiadores." Esta certera frase 54 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA de Balmes, «en su excelente obra El criterio (cap. XX), líos ha guiado en el método que hemos seguido al es- cribir nuestro presente ensayo. Hállanse a cada paso — añade Balmes — descripcio- nes de escuela, del carácter y pensamiento de una épo- ca... "Pero si se desea saber algo más que cuatro gene- ralidades, es preciso leer los autores." Sabunde es el filósofo que dió método y forma esco- lástica a la metafísica del amor, difundida en símbolos y alegorías, en teodicea ix)pular, en poética teosofía del iluminado Raimundo Lulio. Raimundo Sabunde, discípulo de esa escuela lulia- na, escribe su Teología Natural, o Libro de las Cria turas, en latín. Traducido al francés por Montai- gne (1581), fué difundida en Europa. El mismo Mon- taigne hizo una Apología de la obra de Sabunde, en el más extenso de sus Ensayos. He aquí una síntesis de los fundamentales pensa- mientos de Sabunde, que constituyen una filosofía mís- tica del amor: — Si el hombre quiere conocerse a sí mismo, es preciso que entre en sí, y venga a sí, y habite dentro de sí. Y para ello fué ordenada la diversidad de todas las criaturas, como camino para ascender al conoci- miento de sí mismo. De ahí, sin duda, el título de su obra Libro de las Criaturas. — El amor es el primero de todos los dones. Los otros dones de Dios no son sino semillas de amor. — El hombre, entre todas las criaturas, es imagen de Dios viva. Por eso, después de Dios debe ser objeto de amor el hombre, criatura de Dios. FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 55 — Como nada tenemos que sea verdaderamente nuestro y que esté en nuestro poder, si no es el amor, resulta que todo nuestro bien es el amor bueno, que es la virtud, y todo nuestro mal, el amor malo, que es el vicio. Y quien tiene ciencia de amor tiene ciencia de todo el bien del hombre, y quien ignora la naturaleza del amor ignora todo el bien del hombre. ( Aqui se sobre- entiende la importancia de la mística, "sabiduría de amor".) — Tiene el amor fuerza de convertir, convierte al amante en lo que ama. El amante se hace una cosa con el amado, por virtud del amor. Puesto que el amor lleva tras sí la voluntad, que tiene el señorío en el hombre. — La voluntad que ama la tierra, terrena es, y te- rreno su amor. Si ama Dios se hace divina, y divino su amor. — El hombre puede, por el amor, convertirse en cosa más noble, o en cosa más vil. — Sólo Dios será, pues, digno de nuestro amor. — Como el amor convierte nuestra voluntad en la cosa amada, convierte al hombre en Dios. Como la criatura es en sí misma vanidad, el hombre que la ama se convierte en vanidad. — El amor de Dios es iluminante ; el amor propio es oscuridad. El primero produce amor y concordia entre los hombres; el segundo, división y discordia. — El amor propio, en todas las cosas que ame, no se amará más que a sí mismo. — Del mayor conocimiento nace mayor amor. 3i Dios quiere que le amemos sobre todas las cosas, tam- bién quiere que le conozcamos. 56 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA — El alma del hombre ama a su cuerpo, y es parte de su perfección el recobrarle y permanecer unida a él, según el estado de su misma alma, impasible, inmor- tal, espiritual, útil, ágil, claro, resplandeciente. (Es el original argumento de Sabunde, que hace de su doc- trina del amor, en pro de la resurrección de la carne.) — El gozo que nace del amor propio es sofístico y deceptivo, y lleva siempre oculta cierta manera de tristeza. Tal es la doctrina de los dos amores de Sabunde. Filosofía de la voluntad" — dice bien Menéndez Pela- yo — . Obra del mayor filósofo español del siglo xv y de capital interés para la historia de nuestra mística- Está entre dos épocas, la de la Edad Media, del si- glo XIV, de Rusbrock y de Tauler ; y la del Renaci- miento,- del XVI, de Santa Teresa, San Juan de la Cruz y Fr. Juan de los Angeles. Es "ontologista", como Lulio, y como San Anselmo para probar la existencia de Dios ; y por otro lado, discípulo de San Agustín, preludia a Pascal en la doc- trina del amor y del conocimiento de la verdad, que es Dios. Raimundo Sabunde, tres siglos antes de Kant,. decía: "Quiero con libre albedrío; luego Dios existe.'* Que es el fundamento del orden moral en la Crítica de la razón práctica. Además, Sabunde parece (|ue previó, un siglo antes de San Juan de la Cruz, el valor del pensamiento. "Ne- cesario es — afirmaba — que Dios sea eterno, infinito^ porque de lo contrario sería menos que nuestro pensa- miento." FILOSOFIA MISTICA ESPAÑOLA 57 Dos siglos antes que Pascal, el Hlósofo español Sa- bunde pensaba que el hombre difiere de todos los otros seres "'mo por tener, sino por conocer que tiene." Fray Juan de los Angeles, en el prólogo de su obra Triunfos del amor de Dios, hace suyos pensamientos anteriores de Sabunde. , ''Todo el bien y tesoro del hombre y su riqueza es el amor, si es bueno, y su perdición y miseria, si es malo." "La virtud no es más que el amor bueno, y el vicio un amor malo." "Quien tiene ciencia de amor la tiene de todo el bien y mal del ¡hombre...; quien esto ignora, dése por ignorante de todo género de bien o mal que toque al hombre." Y en su Lucha espiritual (caps. II y III) toma mucho de Sabunde: "Si ama tierra, terreno es; si ama cielo, celestial." Y al declarar cómo se compone cierto matrimonio entre nuestra voluntad y la cosa amada, copia un ejem- plo de Sabunde, que supone un rústico, con seis hijas, Fr. Juan de los Angeles las reduce a tres: Que la pri- mera la casa con un rústico, la segunda con un rey y la tercera con un emperador. Y del matrimonio vienen a ser las unas más nobles que las otras, según la dis- tinta condición de sus esposos. Fray Juan de los Angeles no cita a Sabunde, pero si su obra Theologia naturalis (en la Conquista del Reino de Dios, diálogo IX), cuando trata de que por 58 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA la razón de que el hombre debe amar a Dios, está obli- gado a amar a aquellas cosas que son y pertenecen a Dios, en cuanto suyas, como son todas las criaturas. "Hasta las audacias de la Teología Natural son lu- lianas — dice Menéndez Pelayo (Ob. cit., t. I, cap. IV) — ; hasta el temerario propósito, mo de inventar o descubrir (que esto fuera herético), sino de probar y confirmar por la razón natural los dogmas de la fe." Esta es, en. sintesis, la esencia.de la Teología Natu- ral. Una especie, podria decirse, de "racionalismo sobre- naturalista" en la teoría del conocimiento, como se lee en un docto articulo sobre "La historia del lulismo me- dieval", del profesor Carreras y Artau (revista Verdad y Vida, núm. 4). Y además, hay en la obra de Sabunde el "realismo ontológico" luliano, el "neoplatonismo psicológico" y el "voluntarismo ético" ; asi lo entendemos también. Del tecnicismo fantástico del Arte magna, de Lulio, conserva Sabunde la idea del "alfabeto", donde cada criatura es una letra, del Libro de las Criaturas, de la Naturaleza, escrita por la mano de Dios. Señalemos también el lulismo del famoso cardenal Nicolás de Cusa, estudiado a fondo en el artículo antes citado, permitiéndonos adelantar ía idea de que si hu- biera conocido ■ Nicolás de Cusa la obra de Sabunde, posterior a su muerte (1470), podríamos señalar al autor de la Docta ignorancia como de la escuela de la Teolo- gía Natural. FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 59 Cosa nada de extrañar, pues el origen de esa docta ignorancia se halla, como es sabido, en la doctrina areopagita del amor sin conocimiento, de la "sabiduría irrazonable". Y en la Theologia mystica, de Hugo de Palma, cuya tesis de que no precede o acompañe el entendimiento al efecto, hace suya Fr. Juan de los Angeles en sus Tviunfos del Amor de Dios. "Movióme, últimamente, a seguir este camino afec- tivo— dice en el Prólogo — y del amor, un sentimiento grande de Enrique (Hugo) de Palma, el cual en el prólogo de su mística Teología lo manifiesta sobre aquellas palabras de Jeremías... : ¡os caminos de Sión Jioran, porque no hay quien vaya a la solemnidad.''^ 3. Vives, filósofo del Renacimiento. I. El gran pedagogo. Vives es el gran pedagogo del Renacimiento. En él «mpieza la escuela moderna. En una época abierta a todas las temeridades, profesó el principio de la sobrie- dad científica, el "ars nesciendi''. Precursor de Bacon •en la importancia que dió al método de inducción. Lange dijo que Vives es el "mayor reformador de la filosofía de su época". Precursor de Descartes en ■el método de observación y de experiencia aplicados a los fenómenos del mundo interno. Aunque sus tendencias le llevasen a conclusiones "kantianas, su fe religiosa le aparta del error, adoptando 6o JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA inia teoría de la cdnciencia conforme a la de la escuela escocesa. "Luis Vives — afirma Menéndez Pelayo — es un kan- tiano mitigado, una especie de Hamilton, el filósofo más parecido a él entre todos los modernos." Expone Vives una original doctrina sobre el ejer- cicio de la "razón", en lo que llama "informaciones naturales", cjue no son las ideas innatas de Platón, sino más bien formas de pensar, "anticipaciones", que están en "potencia", "semillas de conocimiento". Otro pensamiento filosófico fundamental de Vives es cuando afirma que "nuestro entendimiento es para nosotros la medida de las cosas". Que no las juzgamos como son, sino según se nos muestran o aparecen ("(i^- prima Philosophia^^). Pero no cayó por eso nuestro filósofo en el escep- ticismo de los antiguos sofistas. "No por eso— añade — convenimos con la sentencia de Protágoras Abderita, que afirmaba que las cosas eran tales como a cada uno le parecian. Puesto que sería grave contradicción que- quisiéramos trasladar a nuestro propio juicio la ver- dad que no afirmamos de las cosas mismas." Kant afirma, en términos casi idénticos a los de Vives, que no tenemos ningún derecho de imponer nues- tros conceptos a la naturaleza. II. Sil filosofía. El profesor Foster Watson (Introducción al tra- tado del alma^ de Vives, 1925) califica a Vives de "pa- dre de la psicología moderna". FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 6l Se ha dicho que lo fué Descartes, y otros que fué Bacon. "Pero ni Bacon ni Descartes — dice Foster — han sido primeros escritores del Renacimiento que di- rigieroin su atención a la ciencia psicológica. El "cons- ciente valor de la inducción", especialmente en psico- logía, debe retrotraerse, en un determinado aspecto, hasta Luis Vives. En el prefacio al duque de Béjar dice Vives, que se ha separado de los estoicos, "que al querer definirlo todo y envolverlo' en nimiedades sutiles derrocharon hasta el infinito su molesta palabrería". Debe ser considerado Vives — insiste el profesor Foster — ^como el mantenedor de la defensa del método de la psicología empírica, antes que Bacon y que Des- cartes. Emplea Vives la "introspección" como método empírico. Y con este método se relaciona su estudio de la "asociación de las ideas". Teoría de la asociación, que no es cierto empiece con Hartley, ni con Stuart Mili, ni con Hobbes, ni con Locke, afirma Foster, sino c}ue se remonta a Aristóteles, y se debe a Vives el progreso de ella, en el Renacimiento. Así lo confirma también Hamilton, diciendo que en las observaciones de Vives está compendiado casi todo lo más importan- te de cuanto se ha dicho sobre el problema de la aso- ciación, "lo mismo antes que después". Así lo reconoce también Coleridge. Si bien Hamilton disiente de Coleridge en que Vi- ves no encierra la asociación de las ideas en el tiempo y en el espacio, sino "en todas las relaciones del pensa- miento y del sentimiento". Al reconocer Vives la necesidad de observar la gran 62 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA variedad que 'hay en el espíritu del hombre dió base a la obra de Huarte (1559): Examen de Ingenios, tradu- cido al ing-lés ( 1 594). Disting-uió Vives claramente la razón especulativa, cuyo fin es la verdad, de la razón práctica, cuyo fin es el bien. Bonilla San Martín observa la semejanza de esta teoría con la que después desarrolló Kant. Y ad- vierte también que el término "anticipaciones natura- Ies", de Vives, es el mismo empleado por Bacom pos- teriormente en su Novnm Organum (1620). El psicólogo Harold Hoffding, al estudiar el fenó- meno de la risa, en la Psicología del sentimiento, re- coge la curiosa observación de Vives de que "cuando tomamos, después de sufrir hambre largo rato, los pri- meros bocados, no podemos contener la risa". Y que lo que el hombre expresa mediante la risa manifiestan los animales con "saltos y gritos informes". Acerca de la obra de Vives De "tradentis disciplinis^^ (1531), dice Foster que ningún otro escritor del Rena- cimiento sobresalió como Vives en aplicar a la educa- ción la psicología. Es digno de notarse también que, como obras de psicología, recomienda Vives la lectura de la Biblia y los libros de Aristóteles: del tratado "De Anima". Del S.'ilterio, y del Nuevo Testamento se ha dicho bien, modernamente, que ningrin otro libro encierra "tanta filosofía", "tanto conocimiento del corazón humano". Vives nació en Valencia el mismo año del descu- brimiento de América (1492). Murió en Brujas (1540). Residió en París (1509), en Brujas y Lovaina de- dicado a la enseñanza. Enseñó en la Universidad de FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 63 Oxford (1523). Estovo en relación con los hombres más eminentes de su tiempo: el francés Guillermo Budé, el inglés Tomás Moro, hoy canonizado por la Iglesia, y el holandés Erasmo, de Rotterdam. Es, sin disputa, un español representativo, defen- diendo en Europa misma la cultura del Renacimiento. III. Humanismo español. Además, Vives es una personificación del humanis- mo español. Veamos lo que esto significa. Aubrey F. G. Bell ha escrito un ensayo interesante y original sobre el "humanismo español" (Occident. Re- V14C Internacionale de Hispaiiisme. Abril, 1940). "Humanismo — dice — es un enriquecimiento del hombre por un tesoro de asociaciones." Asociaciones con la familia, el medio ambiente, la historia, el arte, la patria, Dios. La Edad Media es verdaderamente humanista. El Renacimiento se satisfizo con un "humanismo" de aso- ciación, con la antigüedad clásica griega y romana. Humanismo no es la exaltación del hombre como "medida de todas las cosas", lo que hace surgir el "su- perhombre", "España — afirma Bell — se puede considerar como fuente y origen del verdadero humanismo." "El hu- manismo tuvo su apogeo — añade — en Cervantes y en el misticismo de Santa Teresa y San Juan de la Cruz." Una renovación de sentido medieval de la fe y del cristianismo, no es sin razón que se pueda esperar de 64 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA España. No será la primera vez que se adelanta "como campeón de la civilización occidental y de la cristian- dad entera" — concluye Bell. Esto será con verdadero y nuevo "humanismo". Vives, cuya perfecta ecuanimidad, en medio siempre de los errores extremos, le hace adoptar un criterio de nacer, íntegramente "humanas", las disciplinas llamadas "humanidades". En este sentido aparece la obra de Vives, en la cul- tura europea, más bien que como la obra de un inves- tigador, que realmente lo es, como la de un "educa- dor". Y educador, con el ñn supremo religioso de con- ducir los hombres hasta Dios. La religión para Vives es el coronamiento de toda formación cultural. "Porque el hombre — afirma con- toda verdad — no ha sido creado para sólo alimentarse, vestirse, ni para ad- quirir un conocimiento cualquiera o, por mejor decir, el deseo de saber, sino para participar de la eternidad y de la naturaleza divina." Porque "la perfección humana — añade como verda- dero filósofo que es — no es otra cosa. Pues, en último análisis, todo perfeccionamiento consiste en conseguir el fin para el cual cada uno ha sido creado". Tal es el sentido profundo del humanismo de Vives. IV. Filosofía mística. "Que el hombre ha sido creado para participar de la eternidad y de la naturaleza divina." Y de ese participar de la eternidad y del "apetito de espi- FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 65 ritualidad", induce Vives la inmortalidad del alma. He ahí idea mística en la filosofía de Vives. Además, su ars nesciendi es la "docta ignorancia*' de Nicolás de Cusa, que se revela en infinidad de pen- samientos de los autores de mística, desde el Seudo- Areopagita hasta Hugo de Palma y nuestros místicos del Siglo de Oro. "En lo más secreto de tu ánimo está Dios, por ár- bitro y testigo y juez de todo cuanto piensas" — dice Vi- ves {Introducción a la sabiduría) — . Es lo del íntimo, el hondón, el ápice de nuestros místicos. "No hay cosa más bienaventurada que amar, y por esto Dios y los ángeles son felicísimos...; ni hay cosa más infeliz que aborrecer, por la cual pasión son los demonios malaventurados." Recuérdese lo de que "el demonio es el ser que no ama, que no puede amar", frase atribuida a Santa Teresa. De la inmortalidad del alma humana {Tratado del ■alma, L, H, cap. 19) habla Vives en término's de filoso- fía mística. Los sentidos internos no perciben lo espiritual en los ángeles y en Dios. El entendimiento es quien los concibe, y es, como €llos, un espíritu, y "quien entiende la inmortalidad de aquéllos tiene también que ser inmortal". Y alude al poder de las tinieblas, al enemigo del alma, en esta frase: "Lo que nos interesa es declarar como cierto que existe alguna fuerza enemiga del hom- bre, que se propone controvertir esa verdad tan necesa- 5 66 JUAN DOMÍNGUEZ BEREUETA ria para nosotros, y de cuyas perniciosísimas tinieblas nos proteja Dios, luz inmemsa y verdadera." Del amor (L. III, cap. I) escribe: "El amor más grande y ajrdiente es hacia Dios, en aquel que contem- pla debidamente a ese Ser heneficientisimo." "El amor más grande y ardiente es el de Dios a nosotros; por eso le llamó sabiamente San Juan, no amante, sino el "amor mismo", y del propio modo, Dio- nisio en los Nombres Sagrados. Podemos afirmar con fe y , con razón verdadera que el autor de todas las co- sas lo ama todo según la grandeza de su bondad..-, que todo lo contiene en sí y lo convierte hacia El." Y más adelante: "El amante graba y esculpe en su alma la imagen del amado, y la lleva en ella como en un espejo, en el cual se mira y reconoce el amado mis- mo, viéndose obligado a amar a aquel dentro del oual cree que vive, el modo como los niños suelen besar su imagen en un, espejo." ¿No nos recuerdan estas frases otras análogas de Fr. Juan de los Angeles y de tantos otros autores que tratan del amor místico? Cita Vives {Ihid., cap. IV) unas palabras del Após- tol: "Todo lo investiga el amor, hasta las profundida- des de Dios." Y más adelante escribe: "Se ha dado al hombre este deseo de unión en el amor, para que quiera juntarse con su verdadero bien, que es Dios, para que, hecho a su vez un Dios, por decirlo así, sea copartícipe de su eterna bienaventuranza." FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 67 Las palabras que cita del Apóstol se hallan (1° Cor., II; 10) en esta forma: El Espíritu todo lo sondea, aun las profundidades de Dios. Sabido es cómo el Espíritu Santo, en toda la doctrina mística, personifica la Cari- dad de Dios, el Amor personal. "El Espíritu Santo, inspirado juntamente de las per- sonas del Padre y del Hijo, es el amor" — escribe Fray Luis de León {Nombres de Cristo). "El Amor que es de Dios, y que es Dios, es el mis- mo Espíritu Santo" — dice San Agustín {De Tri- nit., I; 15). "El Espíritu Santo, que es amor, también se com- para en la Divina Escritura al aire, porque es espira- do del Padre y del Hijo" — dice San Juan de la Cruz {Cant., XIII; 11). Y así, en infinidad de textos, se confirma la idea mística de Vives, de interpretar, en la frase de San Pablo, el Espíritu por el Amor. 4. León Hebreo (judío español) Sus Diálogos de amor, "apenas leído hoy de nadie, pero que no deja por eso de ser el monumento más no- table de la filosofía platónica en el siglo xvi, y aun lo más bello que esa filosofía produjo desde Plotino acá" {Historia de las ideas estéticas, T. II, cap. VI), Esta obra, verdadera filosofía del amor, philogra- phia, como la llamó su autor, un saber de amor, una doctrina mística. He aquí, en forma esquemática, lo más esencial para 68 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA nuestro objeto, de esa obra, prescindiendo de sus lar- gos, dialogados razonamientos, y de su terminología. ''Sapiencia — dice — es la que los griegos llaman teo- logía o ciencia divina, y también primera filosofía." '■'La virtud es el camino de la sabiduría." "La felici- dad consiste en un solo acto de entender," "La bien- aventuranza consiste en el conocimiento del entendi- miento divino, en la visión divina (beatífica), en la cual se ven todas las cosas." "El primer conocimiento del pan hace que lo ame quien tiene hambre; y mediante este amor venimos al verdadero conocimiento unitivo del pan, que es cuando en acto se come, que es gustarlo." He ahí, en forma sintética, la relación entre cono- cimiento y afecto, y la idea de conocimiento afectivo, que analizan todos los autores místicos. Veamos más pensamientos de filosofía mística : El amor es producto de amante y amado. El amado ■es el padre, y el amante, la madre del amor. El amante, en cuanto tal, es inferior a su amado. El amado es su- perior a sí mismo, amante. En Dios es más sublime el ■ser amado de sí mismo, que en amarse a sí mismo ; íiuioque su divina esencia consiste en unidad. El amado participa más de la divinidad que el amante, porque el amado es hermoso en acto, como Dios, y el amante fo es en potencia. Para Aristóteles el amor es querer bien para algu- no. Para Platón es querer (o desear) la hermosura. Pero esto señala falta — observa León Hebreo — y no puede aplicarse a Dios. FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 69 "En Dios es voluntad de hacer, el b'en acrecentando la perfección de las criaturas." El padre común de todo amor es lo hermoso; y la fmadre común es el conocimiento de lo hermoso. El (amor, hijo de ambos, tiene la parte material del cono- cimiento materno y la formal de la hermosura pater- ¡na. El amor, segrin Platóo, es también "deseo de dar ;i luz lo hermoso, semejante al padre". Además de esas alegorías trae León Hebreo deduc- ciones' filosóí^.cas, originales, como la inmortalidad del alma. "Asi también al alma humana — dice — , preñada de la hermosura, de la virtud y de la sabiduría, desea dar generación de actos virtuosos y hábitos sabios, por- que con la generación de éstos adquiere la inmorta- lidad." He aquí, asimismo, ana profunda y luminosa- obser- vac'ón ijue hace unificando doctrinas diferentes de Aris- tóteles y Platón. Aristóteles llama potencia a la preparación del en- tendimiento posible a recibir las formas, porque, si no estuvieran en potencia, no pudiera recibirlas en acto. Platón llama reminiscencia a ése nuestro entender de las cosas que existían en el ánima a manera de olvido. Las formas y especies-— dice León Hebreo — no saltan del cuerpo a nuestra ánima, sino que, representadas por nuestros sentidos, hacen reliimhrar las mismas formas o esencias, que antes estaban, por modo latente, resplan- decientes en nuestra ánima. Este relumbre, y el recuer- do de Platón y la potencia de Aristóteles, es una misma cosa en diversas maneras de decir. El amor de las hermosuras inferiores, entonces es 70 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA conveniente, y bueno, cuando es solamente para desti- lar de ellas las hermosuras espirituales. Las hermosu- ras corporales son sombra de las espirituales. "Hay muchos hombres — observa — que la cara del ánima hacia los cuerpos la tienen muy clara, por estar sumergida y adherente al cuerpo, y el cuerpo inobedien- te, y ix>co vencido del ánima. Todo el conocimiento que tienen de las hermosuras corpóreas es sensible, y así es todo el amor que tienen a ellas. Y no conocen ni aman las hermosuras espirituales." Y hace una observación psicológica de la relación del alma con el cuerpo. ■"La potencia y oscuridad de las formas en el ánima viene por parte de la ligadura que tiene con el cuerpo. ■• Y esta potencia es muy diversa en las ánimas de los in- dividuos humanos, según la obediencia de los cuerpos -i sus ánimas." También señalaremos esta idea sobre el lenguaje. "La materialidad de las palabras impide demostración de las cosas espirituales." Y man'fiesta su opinión favorable a expresar las verdades intimas o secretas de la filosofía en alegorías, en fábulas o en parábolas. "Los antiguos — dice — estimaron ser odioso a la na- turaleza y a la divinidad manifestar a todo hombre sus secretos, porque es echar la verdad en los inhábiles de ella, en cuyas mentes se corrompe y adultera, y cada vez se corrompe más andando de ingenio inhábil en ingenio inhábil, y en nuestros tiempos, por el mucho parlar de los modernos, apenas se halla vino intelectual FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA que se pueda beber, y no esté adulterado, en los ruines vasos donde anda." Y refiere que Aristóteles, contestando a Alejandro, que se sorprendía de que hubiese manifestado los libros tan secretos de la sagrada filosofia, le dijo que sus li- bros eran "publicados, y no publicados". Quiso decir que los había escrito con artificio, que no los entende- rían sino sus oyentes mismos, llamando así a aquellos cuyo entendimiento "entiende al modo mismo del suyo". Tocante ya a la teología mística vemos este pensa- miento de León Hebreo, acerca del origen del amor: "Del amor intrínseco de Dios amado y amante..." "En la Divinidad, la mente o sabiduría amante se deriva ab aeterno de la hermosura amada, y el amor nació ab aeterno de ambos a dos, del hermoso amado, como pa- dre, y del sapiente o amante, como de madre." 5. Aben, Abad de Ronda (precursor hispano- MUSULMÁN DE SaN JuAN DE LA CrUz). Hemos estudiado con simpatía intelectual las obras de Asín Palacios (cit. en la Bibliografía), cuyas ideas, en tesis general, hacemos nuestras, como enseñanzas de quien es maestro indiscutible en esas materias. He aquí lo que hemos aprendido de ese estudio, en síntesis, con lo que hemos estudiado en otros autores como Grabmann (Ob. cit.). El Islam es, realmente, una "desviación" del cris- tianismo, que luego influye en él como una verdadera restitución". San Juan Damasceno, que fué ministro 72 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUKTA de un Califa de Damasco, considera el islamismo como una simi)le herejía cristiana que niega la Trinidad y la Encarnación. Todo el resto de su teología, y la ma- yor parte de su culto, es una copia, más o menos fiel, del credo y de la liturgia judeocristiana. Un error \'ulgar es lo del fatalismo musulmán, pues el Islam admite el concurso de Dios y el hombre, de una manera análoga a la sustentada por Santo Tomás. Una prueba del error de creer en un ciego fatalis- mo determiinista en los árabes son sus frases referen- tes a la providencia de Dios: In saa Allah! (Si Dios quiere). Wa saa Allah! (Dios lo quiera). Esta última es el ¡ojalá! español. , Bien antes de Mahonia, los árabes de Siria, Pales- tina y Mesopotamia habian sido catequizados por mon- jes nestorianos y monophysitas, que practicaban la ora- ción, la limosna y el ayuno. Y el Corán autorizó las creencias y prácticas que los árabes habían recibido de los cenobitas cristianos. La cultura antigua de Egipto, con el neoplatonismo de Alejandría, y el misticismo de Persia, con el ascetis- mo cristiano de los Padres del Yermo, y los anacoretas de la Tebaida, había de ser transmitida por el sufismo de los árabes. El mahometismo, propiamente dicho, en cambio, es opuesto al misticismo , que surgió del monacato orien- tal. Negar la influencia de los cenobios cristianos en la Arabia es pensar como Mahoma — afirma Asín Pa- lacios— , que no adm'te el "monacato"- en el Islam, y lo sustituye con "la guerra santa". Frente al fatalismo que puede haber en Mahoma y FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 73 en su espíritu guerrero y de dominación, aparece la \ ida ascética de los sitfics islamitas, y su evolución en la doctrina del sufismo o misticismo árabe. Notable es el contraste que se ofrece entre el maho- metismo bélico y el sufismo místico de los contempla- tivos árabes. Basta recordar los mártires cristianos que produjo la i)ersecucíón mahometana en Córdoba, bajo el poder de Abderramán II. Aben Arabi (i 164-1240) es el- continuador de la es- cuela del cordobés Aben Massarra (883-931). Y éste es el iniiciador de la filosofía musulmana en España, don- de introdujo la tesis de la ''materia espiritual" del Seu- do-Empédocles, sacada de las Encadas de Plotino. Rai- mundo Lulío utilizó también ideas místicas de Aben Massarra y de Aben Arabi. La renuncia a los carismas de los siifies hispano- musulmanes tiene su or'o-en en la doctrina de San Pa- blo (/.' Cor., XII), donde expone que los carismas nada valen sin la caridad. Esta doctrina, profesada por el monacato oriental y adoptada ix)r Aben Arabi, contemplativo de Murcia, fué tra.nsm{t{ási a Abul-Hasan (murió en 125Ó), el fun- dador de la escuela Sadili, que produjo dos sutiles pen- sadores: Aben Ata Allah, de Alejandría (murió en 1394), y Aben Abbad, de Ronda (en 1394). Este es el que nombra Asín Palacios: Un [precursor hispanomu- sulmán de San Juan de la Cruz. La obra át Aben- Abbad se titula Comentario a las sentencias de Aben Ata Allah de Alejandría. Era Aben Abbad humilde y casto em extremo. Mu- 74 JlAX DOMÍNGUEZ ÜERRUETA rió en olor de santidad. En la presencia de Dios se Lc- nía "como la más pequeña de las sabandijas", compa ración análoga a la de San Juan de la Cruz, que se tenía por una "bestezuela". Aben Abbad emplea títulos: "vacío", "desnudez", "anchura" de espíritu, "apretura", "noche" de la an- gustia, en, que se revela Dios al alma, más que en el día luminoso, como los de nuestra mística castellana. Formula un cuadro de preferencias: la pobreza a la riqueza, el hambre a la hartura, lo bajo a lo alto, ía humillación a la honra. En San Juan de la Cruz vemos: "No a lo más fá- cil, sinoi a lo más dificultoso; no a lo más sabroso, sino a lo más desabrido...; no a lo más, sino a lo menos; no a lo más alto, sino a lo más bajo y despreciable; no a lo que es querer algo, sino a no querer nada" (Su- bida i.\ XIII; 6). Aben Abbad expone que al amor de las tribulacio- nes corresponde la renuncia de los carismas. Que a los ascetas y principiantes ( de la vía purificativa) Dios les da "anchura de espíritu". Pero si se apega a la consolación no es a Dios <\ quien ama, sino a sí mismo. Los contemplativos y per- fectos rehuyen los carismas, pues para ellos el ver da dero carisma es la perfección mística. Y abandonándose a la providencia, Dios se revela al alma bajo el velo de sus atributos. Y entonces recibe los carismas, pero es más bien para el provedho del prójimo. Como es doctrina también de Santo Tomás. "Desnudez", "libertad", "vacío", "salir de las co- sas", de San Juan de la Cruz, tienen voces árabes en FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 75 ylbeii Abbad — afirma Asín Palacios — que las traducen casi a la letra. Todo esto no quiere decir que al abolengo: común de doctrina — asentimos con Asín Palacios — implique idén- tica naturaleza de los fenómenos descritos. Un ejemplo notable es el símil de la "cándela". F.l ctlma, como el pabilo de la candela apagada. El humo sube y, al acercarse una llama encendida, desciende por ia columna de humo y prende otra vez en el pabil-j. Lo utilizó Aben Arabi. Raimundo LuHo, que sabía ára- be, lo reproduce un siglo después. Quizá de él lo tomó el holandés, que tanto cita Fr. Juan de los Angeles, castellanizando el apellido Harpio. Después lo utilizó Francisco de Osuna en su Abecedario espiritual. Por otra parte, también, los errores de los alumbra- dos del siglo XVI tienen su precedente en algunos ''san- tones" africanos, y sus adeptos en los moros conversos. *'Sin necesidad — ^dice certeramente Asín Palacios — de buscar su explicación en el misticismo 'norteño de fla- mencos y alemanes." Como ejemplos interesantes de las Sentencias, del Comentario de Aben Abbad, extractamos las siguien- tes: Amor a la oscuridad: "Sepulta tu existencia en la tierra de la oscuridad, pues la planta que nace sin ■que la semilla haya sido enterrada jamás fructifica per- fectamente." "Uno de los primeros ascetas árabes — refiere Aben Abbad — , cuando le replicaban de poder incurrir en /ó JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA vanidad espiritual, respondia: ¿Por ventura visteis al- guno que se envanezca de los actos que él no hace?" Esto nos recuerda el notable pensamiento de San Agus- tín (Conf., X; 37): "Me parece que muchas veces que me deleito oyendo que me alaban, no nace mi alegría y deleite de aquella alabanza, sino del aprovechamiento que muestra el prójimo..., pues alaba lo que merece ser alabado." Y aquello de Santa Teresa (carta del P. Ye- pes a Fr. Luis de León acerca del Camino de perfec- ción): "Holgóse mucho que se le alabase, que parecía Sagrada Escritura, "que, como era doctrina revelada, parecíale que alabar su libro era alabar a Dios." Sólo Dios debe ser amado: "No amas una cosa sin que de ella te hagas esclavo, y El no quiere que sea^- esclavo de nadie, sino de El." Sólo Dios basta: "...te- niendo a Dios ya no 'necesitas de ninguna cosa, y, en cambio, ninguna cosa te sirve de nada sin El". La adversidad nos lleva a Dios: "Dios permite que los hombres te dañen para que en ellos no te apoyes, pues El quiere desprenderte de toda cosa, para que nin- guna te impida apoyarte tan sólo en El." Utilidad de la noche del alma: "A menudo caen sobre ti las tinie- blas para hacerte conocer el valor de las gracias con que Dios te favorece." Por sus contrarios se conocen las cosas. Y San> Juan de la Cruz (Noche: i.°, XII; 5): "Que por eso decía San Agustín a Dios : Conózcame yo, Se- ñor, a mí y conocerte he a Ti. Porque, como dicen los filósofos, un extremo se conoce bien por el otro." Digno de mención es también el pensamiento de- Aben Arabi: "Adquiere la convicción de que en el mun- FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 77 do no existe más que Dios y tú." x\nálogo al pensa- miento de Santa Teresa (Vida., XIII; 9), que utilizó Leibniz, según confesión propia, y al de San Juan de la Cruz {Canción, XXXV ; 5), de quien lo aprendería Santa Teresa. Estas coincidencias en el pensamiento y en el lé- xico entre Aben Abbad^ de Ronda, y San Juan de la Cruz — dice Asín Palacios — obligan a desechar la hi- pótesis de mera coincidencia casual o simple paralelis- mo de la común psicología humana. En Arévalo — añade — , Medina, Pastrana, Sala- manca, Granada, Segovia, Avila, Toledo, escenarios de la vida de San Juan de la Cruz, vivían en su época copioso número de moros conversos. No es inverosí- mil tuviera noticia de las doctrinas de los siifics mu- sulmanes, divulgadas por los moriscos de hora en hora. Y aunque los grandes místicos cristianos hayan es- crito por inspiración divina, no impide que hayan te- nido a la vez modelos literarios. El competente autor carmelita P. Crisógono {Obra citada. T. I, pág. 86), no duda en hacer notar, acer- tada e imparcialmente, que la Teología del Convento de San Andrés, de Salamanca, donde estudiaba Juan de Santo Matía, a la par que en la Universidad, se leía el texto del carmelita inglés Juan Bacon, cuya doctrina de la imaginación y fantasía, las exponía Ba- con aceptando las del teólogo persa Algacel, patriarca del sufismo cristianizado. 78 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA La semejanza del corazón humano, purificado por las virtudes, como un terso espejo, que pueda reflejar las ideas divinas ; así como que las pasiones, como humo tenebroso, oscurecen el corazón, doctrina de Algacel, la vemos también reproducida por San Juan de la Cruz en la imagen del "espejo tomado del paño" y "el alma que de los apetitos está tomada" {Subida, I; 8). El que a Dios tiene, nada le falta, pensamiento también de Aben Abbad expresado en esta forma: "Si pones empeño en conservar algo que, no es Dios, se- ñal es de que no le encontraste aún. Y si te entristece -de perder algo que no' es Dios, señal de que todavía no llegaste a unirte con El." Como Santa Teresa, que tampoco leyó sus obras, y como San Juan de la Cruz, en su doctrina básica de toda la mística del Todo y nada. "Porque, para venir del todo al todo, has de negarte del todo en todo." Que es la máxima del Kcm- pis: "Dalo todo por el todo." Y en los Avisos y sentencias (núm. 15), confirma San -Juan de la Cruz esta filosofía mística: "Niega tus deseos y hallarás lo que desea tu corazón." Quien a Dios tiene, nada le falta. Señalemos a Avempace (1085-1138), de Zaragoza, autor de la Unión del intelecto con el hombre, análoga a la unión mística del alma con Dios. Y a Aben Tof ai! (1110-1185), en su Filósofo autodidacto o "Secretos de la filosofía iluminativa", cuyo símbolo es Huy (el FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 79 Viviente), hijo de Yagdan (el Vigilante, o sea Dios). Y a Aben-Hazan, de Córdoba (994-1064), en su Tratado del amor, estudio psicológico. Algacel (muerto en mi) fué el místico persa, pre- cursor de Averroes y de Aben Arabi. En su obra Ihya hace Algacel una exposición sobre la unión del alma con Dios por la visión y el amor, de acuerdo con la mística cristiana. No cabe duda que pudo "Juan de Santo Mathía" tomar en aquellas enseñainzas del carmelita inglés Juan Bacon, adoptadas de Algacel, parte de sus pensa- mientos. O acaso pudo tener noticia de las versiones, en la- tín vulgar o en castellano, que hicieron los mozárabes, y de las versiones en latín escolástico, que se hicie- ron de los libros árabes en el siglo xii, cuando los famosos traductores de Toledo, Miguel Escoto y Her- mann el alemán, vinieron a Toledo a procurarse ver- siones de los árabes. Desde 1217 corrían por las escuelas de Europa los Comentarios, de Averroes, traducidos en Toledo por Miguel Escoto. Veamos otras coincidencias y analogías entre el sufismo árabe y el misticismo cristiano español. Averroes, nacido en Córdoba (1126-1198), tiene su contenido ideológico en su precursor Algacel. Sostie- nen la tesis de la necesidad de la revelación hasta de las verdades naturales, para la salvación de los hom- t .8o JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA bres. Y que Dios ha comunicado su revelación bajo forma de metáforas y simbolos, asequibles para el vul- go de los mortales y sugestivos para los doctos. "Averroes — afirma Asin Palacios — es el mayor ad- versario del "racionalismo averroista", que se le atri- buye." Ya Menéndez Pelayo se refirió al pensamiento de Averroes, "oscurecido todavía más por el salvaje y desconcertante latin de sus intérpretes escolásticos*' {Ideas estéticas, I; 365). La cultura antigua : Persia, Egipto, Siria, Arabia, <:on neoplatonismo alejandrino y agustiniano cristiano, lia llegado a nosotros a través del sufismo de los árabes. Aben Arabi habla del íntimo, como nuestros mís- ticos. "El que no tiene maestro de espíritu, es Satanás su maestro", dice el místico árabe. San Juan de la Cruz {Subida, 2.\ XXII; 12): "El demonio, que puede y prevalece contra todos los que a solas se quieren haber -en las cosas de Dios." "El alma que pretende en su razón discursiva bus- car a Dios eni Dios, parte del supuesto de que le co- noce" (Aben Arabi). San Juan de la Cruz {Noche, 1.", I; i) habla de los principiantes, "que es de los que meditan en el camino espiritual", y de los aprovechan- tes, "que es ya el de los contemplativos". Y añade que los principiantes, "entendiendo la flaqueza del c.--- tado que llevan", se animen y deseen que les ponga Dios en esta noche oscura. Y en otros lugares: "Más se conoce a Dios por lo que no es que por lo que es" (Subida, 3.°, II; 3). "El ■conocimiento de sí, que es lo primero que tiene que FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 6i hacer el alma para ir al conocimiento de Dios" (Oant., IV; i). Carisma, grecolatín en San Pablo (z." Cor., XII), carama en árabe. Aben Arabi habla de carismas de au- dición (palabras interiores). El neoplatonismo plotiniano de Aben Arabi se ade- lanta dos sig-los al Renacimiento clásico de la Europa cristiana — concluye Asín Palacios — . Y así lo entende- mos también. , 6. Fray Luis de León (filósofo del lenguaje) El profesor francés de Filosofía del Liceo de Li- mones, Alain Guy, ha publicado (en 1943) una obra considerable y magnífica (788 págs.), tesis de su doc- torado y contribución ¡notable y original al estudio de la filosofía española del siglo xvi. Es un trabajo de la más sana crítica, de profunda penetración de espíritu, de concienzudo estudio, y todo ello avalorado de un fino afecto de hispanidad, de la mejor ley. Teoría del nombre. Fray Luis de León, en su especulación filológica acer- ca de la Sagrada Escritura, ha expuesto, como lo de- muestra el docto profesor Alain Guy, una admirable "teoría del nombre", que es una verdadera "filosofía del lenguaje", en su obra Los nombres de Cristo. 82 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA "Convendrá que tratemos— dice — qué cosa es ésta que llamamos n. ¡nibre y qué oficio tiene, y por qué fin se mtrodujo, y en qué manera se suele poner." Conocida es la famosa querella de los universales en la Edad Media. La interpretación "realista", pla- tónica, de San Anselmo, y la "nominalista". Fray Luis no trata expresamente de esa cuestión. Su tema favorito es el "ser virtual", como opuesto al "ser real", de tradición platondca, característica de los agiis tinos y franciscanos, según la cual el mundo de acá abajo no es sino un reflejo virtual del mundo del más allá. Alain Guy señala profundamente como intuición esencial y sumaria de la especulación de Fr. Luis este pensamiento: "Consiste, pues, la perfección de las co- sas en que cada uno de nosotros sea un mundo perfec- to, para que por esta manera, estando todos en mí, y yo en todos los otros- •-. venza, y reine, y ponga su silla la unidad sobre todo." ¿Cómo realizar esta "interpretación" de las cosas? A esto responde la instauración de los nombres. "Nombre es aquello mismo que se nombra, no en el ser real y verdadero que ello' tiene, sino en el ser que le da nuestra boca y entendimiento." Se lee en los Nom- bres de Cristo. "Y fué que porque no era posible que las cosas, así como son materiales y toscas, estuviesen todas unas en otras, les dió (la naturaleza) a cada una de ellas., de más del ser real que t''enen en sí, otro ser del todo se- mejante a este mismo, pero más delicado que él. y que nace en cierta manera de él- -" FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 83 Y pone la comparación de los espejos, "que si jun- tamos muchos espejos y los ponemos delante de los ojos, la imagen del rostro, que es una, reluce una misma y ei:¡ un mismo tiempo en cada uno de ellos". "Por manera que todas las cosas viven y tienen' ser en nuestro entendimiento, cuando las entendemos y nom- bramos... Y lo que ellas son en sí mismas, esa misma razciri de ser tienen en nosotros, si nuestras bocas y nuestro entendimiento son verdaderos." Pero el subjetivismo es lejos del pensamiento de Fr. Luis de León. "Para decirlo en una palabra, en si (las cosas) son la verdad, mas en el entendimiento y en la boca son imágenes de la verdad ; esto es, de sí mismas ; e imá- genes que se sustituyen y tienen la voz de sus mismas cosas, para el efecto y el fin que está dicho." Y distingue dos maneras de nombres : los unos son imágenes por "naturaleza", los que están en el alma, y los otros, por "arte", los que fabricamos nosotros con las voces que señalamos a cada cosa la suya. Adán, inspirado por Dios, puso a cada cosa su nom- bre. "Ya cada una les venía como nacido aquel nom- bre", dice el maestro León en su lenguaje castizo. "Esto es, que el nombre contenga en su significa- ción algo de lo mismo que la cosa nombrada contiene en su esencia." Habla después del nombre propio de Dios, Yahweh, que los hebreos llaman inefable y los griegos "tetra- grama", "nombre de cuatro letras". "Si miramos al sonido con que se pronuintia, todo él es vocal, así como lo es Aquel a quien significa, que todo es ser, y vida y 84 JUAN DOMÍNGUEZ I'.ERRUETA espíritu, sin ninguna mezcla de comix)sición o materia; y si atendemos a la condición de las letras hebreas con que se escribe, tienen esta condición, que cada una de ellas se puede poner en lugar de las otras..., y así, en virtud, cada una de ellas es todas, y todas son cada una..." La traducción correcta del nombre Yahweh es El es el que es. "Fué necesario — expone Fr. Luis de León — que, en- tretanto que andamos i>eregrinos de El en estas tierras de lágrimas, ya (pie no se nos manifiesta, ni se junta con nuestra alma su cara, tuviésemos em' lugar de ella en la boca algún nombre y palabra, y en el entendi- miento alguna figura suya; como quiera que ella sea imi>erfecta y oscura, y como San Pablo llama enigmá- tica" (/.' Car.). Y cita el Apocalipsis (VII, 17), cuando dice que Dios, en aquella felicidad etenna, "dará a cada uno de los suyos una piedrecilla menuda, y en ella un nombre escrito- •■ Que no es otra cosa sino el tanto de si y de su esencia, que comunicará Dios con la vista y el en- tendimiento de cada uno de los bienaventurados...; y el nombre con que entonces nombramos a Dios será todo aquello que entonces en nuestra alma será Dios, el cual, como dice San Pablo (/." Cor.), será en todos todas las cosas." Hace el maestro León una profudda observación. Qiue tratando Moisés de la creación de todas las co- sas, y habiendo nombrado en ellas muchas veces a Dios, hasta que fué creado el hombre, nunca le nombró con su nombré, que lo puso el mismo Dios. "Y como Dios FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 85 tenía ordenado de hacerse hombre después, hxtgo que saHó a hiz el hombre, quiso humanarse nombrándose." ¡Qué admirable afirmación! Y trata después de los nombres de Cristo, y por qué son muchos los que se le atribuyen, "conviene, a saber, su nombre, grandeza y los tesoros de sus per- íecciones riquísimas, y juntamente la muchedumbre de sus oficios, y de los demás bienes que nacen de El y se derraman sobre nosotros." Y asf vienen a ser casi innumerables los nombres que la Escritura divina da a Cristo. Nombres que sólo convienem a Cristo en cuanto hombre. En una época en que los "alumbrados", como observa certeramente Alain Guy, pretendían hacer abs- tracción de la humanidad de Cristo, y hasta el ortodoxo Francisco de Osuna aconsejaba en la oración de "re- cogimiento" despojarse de todo lo creado en la medi- tación para sólo considerar la trascendencia de Dios, el maestro León, siguiendo a Santa Teresa, considera la humanidad de Cristo "como puerta segura y camino único por donde las almas llegan a Dios". El Dios abstracto del deísmo y de la filosofía está bien lejos del pensamiento de Fr. de León. Penetramos, con Alain Guy, en el fondo filosófico del pensamiento del maestro de la Universidad de Sa- iamanlca, en el siglo xvi, condensando sus ideas, expues- tas anteriormente. 86 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA He aquí, en breve síntesis, con las palabras autén- ticas castellanas. El fin último de todo ser es "avecinarse la criatu- ra a Dios". Acercarse a Dios, hacerse semejante a Dios. Las cosas materiales, segTÍn Platón, son ideas divi- nas realizadas, y existen en la medida de su participa- ción a las ideas eternas. Coeli enarrant gloriam Dei. Todos los grandes mís- ticos han glosado esta idea. Pero la filosofía griega ignoraba la doctrina de la Creación, ni penetró en la esencia del Amor divino, del Agape místico, ét que habla San Pablo {i." Cor., XIII). Para Fr. Luis de León el alma contiene las cosas al pensar en ellas. Esto recuerda la filosofía neoplató- nica de Plotino: "La iin'teligencia posee todas las co- sas, es todas las cosas, pero quedando en sí misma- •• El alma es, de algún modo, todas las cosas que son...; no es la piedra la que es en el alma, sino solamente su forma..." "La inteligencia en acto es las cosas cuando ella las piensa. " Es acaso, por intermedio de la Guía de extraviados, de Maimónides, y de la Fons vitae, de Avicebrón, por donde pudieron haber llegado a Fr. Luis de León las doctrinas platónicas y plotinianas. Plotino definía precisamente a Dios como la Unidad suprema. Y cada ser debe realizar en sí su unidad pro- pia, que le permitirá acercarse lo más posible a la Di- vinidad. • Fray Luis de León tiene entre sus temas constantes el de la investigación de la "unidad" por las criaturas. FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 87 Usa de la palabra ''concierto", asociándose todos los seres en un acorde unificado y armonioso. Se puede re- cordar la palabra evangélica Uf omnes iinimi, sint, sicut, Tu, Pater, in me, et ego in te. Y la bella fórmula de San Agustín: "La unidad es la forma de toda belleza." Como conclusión de la teoría del nombre en la es- peculación luisíana, afirma Alain Guy que, "gracias a Fr. Luis de León, los nombres tienen ya adquirido de- recho de ciudadanía en el campo de la filosofía". Porque con Dionisio Areopagita, en sus Nombre.^ divinos, la filología era sierva de la teología, sin haber alcanzado su ^^erdadera autonomía. El autor de los Nombres de Cristo — afirma Alain Guy — aparece ante la Historia como el verdadero ini- ciador y creador de la lengua española." En toda Europa, desde el siglo xv, se luchaba entre las lenguas sabias y muertas (el latín, sobre todo), re- servadas a la teología y ontología, y las lenguas popu- lares y vivas, en el lenguaje hablado y en las obras de recreación. Cierto que Fr. Luis de Granada escribía en caste- llano sus obras, conocidas y divulgadas, pero su estilo oratorio no crea el lenguaje propio de las obras clási- cas, para la lectura y los tratados doctrinales y cientí- ficos. Fray Luis de León hizo del castellano una lengua clá- sica. Santa Teresa, en su manera maravillosa de escri- 88 JUAN DOMÍNGUEZ BERKUETA bir, elevó también el habla de Castilla a las alturas de la perfección. Lope de Vega, en m Laurel de A polo, dice de Fray Luis de León: "Tú, el honor de la lengua castella- na, — Que deseaste introducir escrita. — Viendo que a la romana tanto imita — Que puede competir con la romana." En la introducción al libro III de los Nombres de Cristo tiene que defenderse de los que se extrañan que un "teólogo" se contenta con hacer un libro en "ro- mance", y de los que no han querido leerlo, porque no estaba "en su lengua", que es el latin. "Es un error — dice el maestro — muy corriente creer el tener por fácil y de poco valor todo lo que es es- crito en romance." "Error que naice — añade — , o del mal uso que suele hacerse de nuestra lengua en cosas fútiles, o de la ignorancia de creer que no es capaz de expresar materias de importancia." "Las palabras — dice con gracia — ecado original. El mal es extraño a la voluntad de Dios. "Adán — afirma el maestro — ino peca por desorden de la sensibilidad, ni por una revuelta de la carne re- bajando a la razón, ni por ceguedad- ••, porque, como dice San Pablo (/ Tim., II; 14): "El hombre no fué seducido; él peca por su voluntad determinada de pecar." En ninguna cosa se conoce más claramente la mi- seria humana, enseña Fr. Luis, que en la facilidad con que pecan los hombres, "apeteciendo todos el bien, na- turalmente, y siendo los males del pecado tantos y tan mainifiestos." ¿Cómo era posible que la naturaleza "criase a la más principal de sus obras tan inclinada al pecado, que, por la mayor parte, no alcanzando su fin, viniese a ex- trema miseria"? Es que nuestra naturaleza "no estaba pura y como salió de las manos del que la hizo". "Además — escribe Fr. Luis de León — , hay en nuestra alma, como se sabe, dos partes. La una, divi- na..., mira hacia el cielo y desea... lo que es razonable y justo... La otra.--, que mira hacia la tierra..., sujeta a las pasiones y a las vicisitudes del cuerpo... Y la una es, propiamente hablando, como el cielo; la otra, como la tierra; ellas son un Jacob y Esaú cooncebidos en un mismo vientre, que combaten el uno contra el otro." Así es nuestra persona humana, lesionada por la falta original. Homo duplex, decían los antiguos. Duplicidad cau- 94 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA sada por la falta original, y el gran obstáculo para el "concierto", y la paz en nuestro ser. ¿Cómo han querido resolver el problema los filó- sofos ? Lx)s intelectualistas, creyendo que el desorden de nuestra vida nace solamente de la ignorancia. La vir- tud sería una ciencia; el vicio una ignorancia. Es el error de no ver más que una potencia en nuestra alma, el entendimiento, prescindiendo de la voluntad y de la sensibilidad. Lx)s sensualistas, en cambio, prescinden del enten- dimiento y de la voluntad, y no atienden sino a la sen- sibilidad. Fray Luis de León expone que en el hombre existe el alma y el cuerpo, y en el alma la voluntad y la ra- zón. Las tres partes dañadas por el pecado original. La voluntad, el principio director del hombre, inclinada ha- cia el mal : es así el principio y la raíz de los males de las otras dos. Fray Luis de León entra de lleno en el dominio de la mística: "Jesús significa salud, salvación. El que cura el mal espíritu, y la tendencia perversa de la vo- luntad, el pacificador por excelencia. Es el don de la gracia el que constituye la salud y la verdad." "La gracia, una vez venida al alma y permanecien- do en ella--., la hace semejante a Dios. La gracia es el alma del alma. Es la vida del alma, la salud de la voluntad. Crea en nosotros la inmortalidad resplan- deciente y gloriosa." FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 95 "La gracia hace que la voluntad del hombre, fal- seada y enemiga de la ley, venga a ser ella misma una justa ley, y lo que es justo sea todo su querer. Lo que la verdad dice en el entendimiento que es bueno, la voluntad lo ama con afección por tal." "Dios — expone profundamente el maestro León — hizo hombre a su Hijo, a fin de curar y renovar las criaturas. Para que el Verbo fuera el artesano de la creación, era suficiente que fuese Dios ; pero, para que fuese Jesús y salud, convenía, además, que fuese hombre." Cristo, '^Príncipe de la pac'\ En el libro de Job (XXV, 2) se atribuye a Yahweh el calificativo de "hacedor de la paz en las alturas". En' la Biblia se le llama también "Dios de los ejérci- tos". Pero los exégetas más autorizados interi)retan que se trata de pacificas milicias celestes. La gracia de Cristo realiza la paz, por el "concier- to" de, nuestras facultades, de manera admirable. Fray Luis, con intuición genial, hace esta observación: "Se puede decir que la voluntad enseña, y que el entendi- miento det;ea." La voluntad inflama un amor que guia e ilumina; el entendimiento eleva una luz que afeccio- na. La gracia crea en nosotros el "hombre nuevo", y hace desaparecer el "hombre viejo". El conocimiento de sí mismo, "el volver la cabeza hacia sí", que decía" tan castellanamente Santa Teresa de Jesús, lo considera Fr. Luis de León "como funda- mento de todos los bienes". 96 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA Sabido es cómo el precepto de la antigüedad filosó- lica pagana lo hizo suyo la cristiandad, en los Padres y Doctores de la Iglesia. El "conócete a ti mismo" nos conduce a evitar el orgullo y la sobtvbia. Todos los grandes místicos en- salzan la humildad, necesaria para recibir la gracia. La soledad es otra de las condiciones favorables a la visita de la gracia. Asi lo reconoce Fr. Luis de León, al considerar a Cristo como "Pastor de las almas". "Es un poeta de la soledad religiosa", ha dicho de él Vossler al estudiar La soledad en la poesía española. Finalmente, Fr. Luis, comentando el libro de Job (VIII, 6), expone cómo "la paz vendrá a la morada de la justicia". O pus justitiae pax, cuyo lema ha sido adop- tado por el Pontífice Pío XII. Filosofía del sufrimiento. "Se podría extraer del comentario sobre Job una magnífica antología del dolor", ha dicho certeramente el abate Lugán. "El dolor es tan propio al hombre como el vuelo al pájaro o como las chispas al fuego", nos dice Fr. Luis de León. Y añade, bellamente — en la Exposición del libro de Job — : "A la caída del árbol se sigue, que huyen y se apartan los que la ven. Cayó Job, y derribóle el Se- ñor, y batióle como ha dicho, y púsole por suelo; y así sucedió lo que dice, que le huyeron todos y le dejaron solo. Que es uno de los accidentes que, cuando la for- tuna se vuelve, causan mayor sentimiento.--" FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 97 Job experimenta un mayor dolor. Los amigos le abandonan; sólo tres le visitan en su infortunio, pero para causarle nuevo sufrimiento. Son tres infatuados, espíritus farisaicos, persuadidos de su virtud, se lan- zan a censurar y a recriminar a Job. "Es cosa terrible — expone Fr. Luis — un necio que se tiene por un santo, que es dominado por un celo ex- travagante, porque "no hay peor enemigo". Job no sufre sólo las amarguras de lo exterior, sino las "sequedades" interiores de que hablan nuestros místicos. Fray Luis observa, profundarñente, lo siguiente: "Cuando llega al tiempo de la desgracia, toda la feli- cidad pasada, aunque larga, parece haber desaparecido en un soplo." Y la experiencia del dolor presente borra de la memoria lo que se ha pasado antes. Más íntimo y más noble es otro dolor de Job, co- mentado con fina intuición por Fr. Luis. "Job traía a Dios en su alma", dice. Los malos juzgan mal de la virtud y la menosprecian, cuando ven que el hombie tenido por bueno es tratado con severidad. "No creen que este hombre bueno pague su falta, sino que sufre por cometer la necedad de ser bueno." Por eso Job suplica a Dios manifieste la causa por la que le castiga, que él la ignora. Y sentía, más que su tormento propio, el desprecio de la virtud, de los que rechazaban la ley de Dios. Y si era castigado, que al menos supieran que era malo, o que Dios le quitara el tormento, o lo declarase culpable. "Si recibimos el bien, el mal ¿por qué no lo hemos de recibir?", replicaba Job a su mujer. 98 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA "La felicidad del hombre no consiste en ser col- mado por la suerte — expone Fr. Luis de León — , es la adversidad la que de ordinario le hace dichoso," Es por lo que Job afirma con razón que no debe- mos recibir la pena con un. rostro triste, pues recibi- mos la prosperidad, que bien a menudo nos pierde y nos mata. La buena fortuna produce en nuestra alma presun- ción y seguridad nefasta en el mundo. En fin de cuen- ta, caemos en la esclavitud, hacia esos bienes exterio- res y no pensamos más que en su conservación, y de- pendemos de ellos en vez de dominarlos. Vienen a ser ])ara nosotros un tormento. En cambio, "el infortunio — afirma Fr. Luis de León — preserva de la corrupción a nuestra vida; es propiamente su sal". Es precisamente por lo que Dios aflige a los buenos, "a fin de apurar en ellos todo lo que falta de razón, o que no se somete a ello, y quiere vivir brutalmente". "Azótalos Dios — dice en su magnífico lenguaje el maestro — no para deshacerlos, porque son de metal es- cogido, sino para abrirles los ojos, haciéndoles que re- conozcan su camino perdido... Torcer oreja, en la Es- critura, es dar aviso, y señaladamente haciendo algún sentimiento y dolor, que es manera de hablar de que usan también los latinos- ••, con que solemos advertir a los niños con un repelón, o con tirarles ligeramente de la oreja. Y son, sin duda, como repelones que da Dios a los suyos los trabajos a que en la brevedad de esta vida los sujeta, para despertar su niñez o, por me- FII-OSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 99 jor decir, para, despojándolos de ella, darles juicio en- tero y perfecto de hombres." Comenta Fr. Luis esta exclamación de Job: "Te- mor temí, y vínome; y lo que temí vino a mí" (III, 24). Y hace un fino análisis del presentimiento de la des- gracia. La potencia del hábito en todas las cosas. Acos- tumbrados a la idea de la pérdida, se siente menos el sufrimiento de la pérdida. Dios usa con los suyos de esta premonición. Al contrario, a los malos cae sobre ellos la desgracia y castigo de improviso, cuando se creen en mayor segu- ridad. Séneca mismo enseñaba ya a temer, como el sig- no de una desgracia, toda prosperidad actual y pre- sente. Pero no se trata de algo análogo a superstición pa- gana, ni a pesimismo. Es una de las formas de la gran máxima de psicología cristiana, del Kempis: "Es re- nunciando a la voluntad propia como se halla la ver- dadera voluntad." Es el precepto de Cristo: "Quien ama su vida, la perderá; quien la pierda, a causa mía, la salvará." Es la voluntad propia la que opone el obstáculo a que el sufrimiento nos haga mejores. Es la antítesis de la máxima de los grandes místicos: "O padecer o morir." Los amigos insensatos de Job le acusaban de impa- ciencia, porque se lamentaba de sus males: "Que el puesto en desventura y herido sienta lo que le duele" no se "encuentra" (no es opuesto) con la paciencia, enseña roo JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA el maestro León. " Y publique lo que siente con palabras y con señas." La impaciencia en medio de los males consiste en desesperar de ser librados de ellos, o en irritarse contra Dios, que es causa de ellos, o que los permite. vSi Job maldice el dia en que vió la luz, es que fué malo para él, y le abrió la puerta a sus infortunios, Jeremías lanzó igual exclamación. "Y esto sin olvidar la paciencia", afirma Fr. Luis de León. No podemos pensar en una "desesperación", aun en hipótesis, en el ánimo de Job. Basta leer lo que mani- fiesta en otro lugar (V, II): "enderezaré a Dios mi oración..., que ensalza a los humildes, y alienta con pros- i>eridades a los atribulados". ' III FILOSOFIA EN LOS MISTICOS Santa Teresa de Jesús. De que haya filosofía en las obras de Santa Teresa basta para afirmarlo la autoridad de Leibniz, como hemos ya anticipado en otro lugar. "Que el alma debe concebir las cosas como si no hubiera en el mundo más que Dios y ella." Hermoso i:)ensamiento, lo califica Leibniz. Digno de consideración. Que sugiere una reflexión que él ha empleado útilmente en una de sus hipótesis : "Nada hace comprender con más fuerza la inmor- talidad que esa independencia y esta extensión del alma, que la pone absolutamente a cubierto de todas las cosas exteriores, puesto que ella sola constituye todo su mundo y se basta con Dios." (Discurso de Metafísi- ca, 32.) En tres lugares de sus obras repite Santa Teresa I02 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA SU pensamiento. "Hacer cuenta que no hay en la tierra sino Dios y ella (el alma)." {Vida^ XIII, 9.) "Como no hay embarazo de lo exterior (estáse sola el alma con su Dios)". {Camino, XXVIII, 8.) "De lo mucho que importa este entrarnos a solas con Dios." {Camino, XXXV, I.) Pascal, escribiendo de la grandeza de Santa Teresa, hace esta confesión humilde: "Se muere uno por imitar su i)lática, pensando imitar su manera de ser." ¿Cómo se explica esta admiración de Pascal por Santa Teresa? Por su humildad, ante Dios; y sus luces, ante los hombres — dice explícitamente — . Pero su sim- patía intelectual está en la coincidencia de sus más esen- ciales Pcnsauiieiitos cristianos, con las verdades místi- cas de Santa Teresa. "La más grande de las verdades cristianas es el amor de la verdad", escribe Pascal. Y hace suya la frase de San Agustín: "No se entra en la verdad si no es por la caridad." Y se asimila, además, la idea funda- mental de la filosofía mística de que las cosas humanas es preciso conocerlas antes que amarlas, pero las divinas es preciso amarlas para conocerlas. Santa Teresa, en su lenguaje, condensa esta filo- sofía, cuando escribe: "No está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho." Es la misma doctrina platónica también de que "no se conoce verdaderamente a un ser más que en la me- dida que se ama". FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 103 Santa Teresa, ejemplar representativo del gran pue- blo español, popularizó la más alta y escondida de las disciplinas mentales: la teologia. Santa Teresa, como el pueblo español, aclara su pensamiento con "senten- cias" o con modismos de refraneros. De San Isidoro dice Menéndez Pelayo que su ori- ginalidad está en el "método de sentencias". Esa es la literatura por excelencia del pueblo del Siglo de Oro, que halló su expresión genial en la escri- tora mistica castellana, de un idealismo lleno de ele- mentos vitales y concretos. Teologia popular brilla en toda la doctrina de Santa Teresa. Mil ejemplos podrían entresacarse de sus es- critos. El problema de la unión de Dios con el alma, donde han naufragado los místicos de la heterodoxia panteísta, lo formula Santa Teresa en este verso, a la manera de romancero popular: "Juntáis quien no tiene ser, con el Ser que no se acaba." El problema de la libertad del hombre, y la provi- dencia de Dios, lo vislumbra en esta admirable excla- mación: "¡Oh, libre albedrio, tan esclavo de tu libre tad, si no vives enclavado con el temor y amor de quien te crió!" {Exclam., XVII, 41). La intuición que sobrepasa la razón, sin contrade- cirla, y que ilumina todo, permaneciendo invisible, es la manera ideal y suprema del conocimiento filosófico. Una luminosa visión interior. Intuición, realismo, buen sentido, éstas son las ca- racterísticas de la filosofía española. Y si se define el buen sentido, como Descartes: "La 104 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA jjotencia de distinguir lo verdadero de lo falso", o el espíritu de discernimiento y simpatía, que no es otro que la intuición espiritual, la filosofía de Saíita Teresa es la del buen sentido. Con qué gracia, explicando las profundas sublimi- dades de sus "moradas", dice, después de aclararlo todo, con símiles y ejemplos: "Y no pensemos que hay aquí más algarabías, ni cosas no sabidas ni entendidas." Claridad, sencillez. Esa es la característica de nuestra Santa Teresa. Su filosofía no es un "sistema", es una historia de su propia experiencia, experiencia de lo divino. Santa Teresa es un caso típico de "docta ignoran- cia". San Francisco de Sales es el primero que lo ha señalado, con estas palabras: "Su sabia ignorancia hace parecer ignorante la ciencia de gentes de letras, que después de gran estudio se ven avergonzadas de no entender lo que ella escribe, tan felizmente, de la prác- tica del amor divino." Y en nuestros días, un filósofo y teólogo, el P. Ga- rrigou-Lagrange, no vacila en afirmar : "la contempla- ción es lo que hay de vital y positivo en lo que se llama la docta ignorancia". Letrados y medio letrados. (Vida, V y XXXV.) "... siempre fui amiga de letras, aunque gran daño hicieron a mi alma confesores medio letrados, porque no los tenía de tan buenas letras como quisiera. He visto FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA por experiencia que es mejor, siendo virtuosos y de santas costumbres, no tener ninguna, porque ni ellos se fían de sí, sin preguntar a quien las tenga buenas, ni yo me fiara; y buen letrado nunca me engañó." Aparece aquí, con el gracioso decir de la Santa, el repetido defecto, en todos los tiempos, de los semidoctos, los semiperitos, que son mucho peor que los indoctos y los imperitos. A la semiciencia, en cualquier disciplina, es preferible la ignorancia completa. El ignorante que no se fia de sí, es mucho mejor que el semisabio, envanecido- y petulante. Pero también algún doctor que se fía demasiado de su saber, suele equivocarse de medio a medio. Tratando de la fundación del Monasterio de San José según la regla de ix)breza, que no había de tener renta, no sabiendo qué hacer Santa Teresa entre tantas razones como la daban para persuadirla a tener renta, consultó a un letrado dominico. "Y envió escritos dos pliegos de contradicción y teo- logía para que no lo hiciese, y así me lo decía que lo había estudiado mucho. Yo le respondí que, para no seguir mi llamamiento, y el voto que tenía hecho de pobreza, y los consejos de Cristo con toda perfección, que no quería aprovecharme de teología, ni con sus letras en este caso me hiciese merced." Es de lo más notable. Dos pliegos de contradicción, de argumentos, sin duda; y de teología, para concluir en que no siga el voto de ix)breza, ni los consejos evan- gélicos... Santa Teresa resuelve de plano: no quiere "aprovecharse" de esa teología, ni de las letras del le- trado, en este caso, tampoco. io6 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA Le servían de libro el campo, el agua, las flores. (Vida, IX.) "Aprovechábame a mí también ver campo, o agua, flores. En estas cosas hallaba yo memoria del Criador, digo, que me despertaban y recogían, y servían de libro..." Campo, agua, ñores. En una de sus cartas, escrita desde Alba de Tormes a la priora de Salamanca, la dice : "Tengo una ermita, que se ve el río (el Tormes), y también a donde duermo, que estando en la cama pue- do gozar de él, que es harta recreación para mí". Esto nos recuerda el Himno de los tres jóvenes en el horno de Babilonia: "...Mares y ríos, bendecid al Señor, loadle y ensalzadle sobre todas las cosas por los siglos." {Libro de Daniel, III, 51.) Cosas inanimadas, criaturas todas de Dios, bende- cid al Señor. Decid bien, loadle y ensalzadle. Esta es la significación de que le servían de lección, le servían de libro, a Santa Teresa. Además de suponer en ella una sensibilidad exquisita, unos ojos aptos para ver la be- lleza, un alma de poeta. FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 107 Pensamiento desatinado. (Camino, XXVI y XXXI, 10.) Un autor del siglo xvi, en su obra titulada Médula Mystica (1695), es decir, meollo o sustancia intima de la Mística, nos define algo de lo que se entiende por pensamiento, en mística teológica, en estas palabras: '•Pensamiento es un conocimiento descaminado, que sin eficacia ni fin determinado de obrar, por varias partes anda vagueando." Con perdón de la ciencia encerrada en esa definición, que a los no iniciados nos deja .en la misma ignorancia que teníamos sobre lo que es el pensamiento, en mística teológica, nos acogemos al habla de Santa Teresa, que ciento treinta años antes de ese autor, escribió: "Si el entendimiento (o pensamiento), por más declararme, a los mayores desatinos del mundo se fuere, ríase de él y déjele para necio, y estése en su quietud, que él irá y vendrá." Pero a Santa Teresa, al ponernos sobre aviso de los ^'desatinos" del pensamiento, para que no altere la quie- tud de una oración sobrenatural, no se le ocurrió to- marlo por definición, como parece lo tomó el autor de referencia y los de su escuela. Y dice: "Si a los ma- yores desatinos del mundo se fuere, ríase de él y déjele para necio." Pensamiento que en esos desvarios lo mismo se puede llamar imaginación o "taravilla de molino." (Mo- radas ^r, I, 13.) 108 JUAN DOMÍNGUEZ ÜERRUETA Hace se a nuestra medida. ("Camino de Perfección, XXVIII, 2, 11.) Ya sabemos que Dios está en todas partes. "Pues^ mirad — continúa Santa Teresa — , que dice San Agustin que le buscaba en muchas partes, y que le vino a hallar dentro de si mismo. ¿ Pensáis que importa poco para un alma derramada entender esta verdad, y ver que no ha menester para hablar con su Padre Eterno ir al cielo... ni ha menester hablar a voces? Por paso (quedo) que hable, está tan cerca que nos oirá, ni ha menester alas para ir a buscarle, sino ponerse en soledad, y mirarle dentro de sí." Y más adelante pondera la grandeza de Dios : "quien hinchiera mil mundos y muchos más", al encerrarse en una cosa tan pequeña como nuestra alma. "A la verdad, como es Señor, consigo trae la liber- tad, y como nos ama, hácese a nuestra medida." ¡ Cuántas veces habremos oido, o leido en los auto- res, que la inmensidad de Dios se encierra dentro de nosotros, y ninguno ha sabido dar la razón amorosa del misterio en estas tan expresivas palabras : "hácese a nuestra medida" ! FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 109 Ganarse a sí, para sí. ( Camino, XXIX, y.) Llegarnos interiormente a Dios, donde hemos de ha- llarlo, como San Agustín, dentro de sí. Y esto, aclara Santa Teresa con su autoridad de experiencia mística, "no es cosa sobrenatural". Está en nuestra mano "que es señorearse poco a poco de sí mismo, no perdiéndose en balde; sino ganarse a sí para sí, que es aprovecharse de sus sentidos para lo interior". Creemos más lo que vemos, que lo que nos dice la /í?." (Moradas segundas, /, ¿.) \ Qué expresión tan enérgica y tan firme de lo que es la fe! Santa Teresa dice que "está muerta la fe", que creemos más lo que vemos que lo que ella nos dice. Hay en la filosofía espiritualista actual un pensa- miento profundo que se relaciona con esta idea de Santa Teresa. El espíritu — se afirma — "ve lo que cree", por- que "cree lo que ve". Es decir, que en lugar del mate- rialista "ver para creer", se afirma el espirituahsta "creer para ver". Creemos lo que vemos, pero no menos — si tenemos fe viva — hemos de ver lo que creemos. La fe va por delante. La materia pide que vaya detrás de la visión. lio JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA El espíritu "ve lo que cree"; pero es también por- que "cree lo que ve". Es, en cierto sentido, el credo, ut iiitelligam, de la visión. Creer para entender. Dejemos andar esta taraznlla de molino, f Cuartas, I, 13.) Para subir a las altas moradas "no está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho". "Quizá no sabemos qué es amar." Porque no está en el mayor gusto nuestro, sino en la mayor determi- nación de la voluntad, de desear en todo contentar a Dios. "Y no penséis que está- la cosa en no pensar otra cosa. " "Yo he andado — dice la gran maestra de espíritu — en esta "baraúnda del pensamiento" bien apretada." Hasta que vino a entender, por experiencia que el pen- samiento, o imaginación, no es el entendimiento. Pues el pensamiento puede estar a veces "tan torto- lito", que vuela de presto, "que sólo Dios puede atarle", cuando "nos ata así", que parece estamos en alguna manera "desatados de este cuerpo". Y no obstante, el entendimiento, como potencia del alma, puede estar recogido en Dios, aunque el pensa- miento (o imaginación) ande alborotado en "el arrabal del castillo". "Dejemos andar esta taravilla de molino, y molamos nuestra harina", no dejando de obrar la voluntad y en- tendimiento. FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA I 1 1 Alma y espíritu. (Moradas séptimas, 1, ii.) "Lo esencial del alma", jamás se mueve de la mo- rada de Dios. De manera (jiie, en cierto modo, "hay división en el alma". Y a manera de Marta cuando se quejó de María. "Esto parecerá desatino" — dice Santa Teresa — . Mas verdaderamente es así, que aunque se entienda que el alma está toda junta, se ven cosas inte- riores que se entiende hay diferencia en cierto modo "del alma al espíritu", aunque sea todo uno. Es esta observación, de las cosas más geniales de Santa Teresa. Es confirmación de lo de San Pablo (i." Tesalon, V, 23), que habla del "espíritu", el "alma" y el "cuerpo" que hay en nosotros. Y que la palabra de Dios es tan viva y eficaz, "que separa el alma del espíritu" [Hebreos, IV, 12). Y que hay "cuerpo ani- mal" y "cuerpo espiritual" ( /." Cor., XV, 46). Las palabras de Dios, que son- obras en nosotros, apartando en el alma lo que es corpóreo en ella, la deja "en puro espíritu" para que se pueda juntar con el Espí- ritu increado, que el mismo Señor "la ha de henchir de sí", añade Santa Teresa. Queda el espíritu de esta alma hecho una cosa con Dios. "Quizá es esto — dice ingenuamente Santa Teresa — lo de San Pablo: "El que llega a Dios, hácese un espí- ritu con él." Cor., VI, 17.) 112 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETa Libertad \ csclaiiiiid. {'Exclam., Xl/Il, 4.) "jOh, libre albedrío, tan esclavo de tu libertad, si no vives enclavado con el temor y el amor de quien te crió!" ¡ Esclavo en lo que se cree libre ; y libre donde se cree esclavo ! Es toda una filosofía para que un Leibniz la desenvolviera adecuadamente. A la duda y sospecha que puede oponer la ilusión de nuestro "yo", que cree debe vivir, antes que nada, en su libertad, Santa Te- resa responde con su magnifica exclamación. No conocemos, en i^ensador alguno anterior a Santa Teresa, quien haya llegado a esa idea lummosa y pro- funda de ser "esclavo de la libertad", un libre'albedrio mal entendido. Es en el mismo tratado (Ibid., 3) donde expresa el "muera ya este yo y viva en. mí otro, que es más que yo". Y añade: "¿Qué mayor ni más miserable cauti- verio que estar el alma suelta de la mano de su Criador?" En nuestro lenguaje popular castellano hay, en efec- to, la frase "estar dejado de la mano de Dios", que revela el lamentable estado del hombre sin posesión de si mismo, esclavo de sus pasiones. Volver la cabeza hacia sí. (Moradas primeras, /, i.) "No es pequefia lástima y confusión que por nuestra culpa no entendamos a nosotros mismos, ni sepamos quién somos." FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA "¿No sería gran ignorancia — añade — que pregunta- sen a uno quién es y no se conociese?" "Es gran cosa el propio conocimiento." Hay almas tan enfermas y mostradas "a estarse en cosas exteriores", que no hay rviiied'o, "ni parece pue- dan entrar dentro de sí". "Y si estas almas no procuran entender y remediar su gran miseria, quedarse han hechas estatuas de sal, por no volver la cabeza hacia sí. así como quedó la mujer de Lot por volverla." ¿Qué mejor ni mas sencilla y clara explicación del famoso conócete a ti mismo^ principio de verdadera filosofía? 'Wo entenderlo me hace gran regalo.''^ f Conceptos, 1,8.) Rogando a letrados que le declarasen lo que quiere decir el Espíritu Santo y el verdadero sentido de los misterios en las palabras del Cantar de los Canta- res (I, i), escribe: "Dicen (los letrados consultados) que los doctores escribieron muchas exposiciones, y que aún no acaban de darle" (el sentido). Y aquí explica, con una discreción admirable, el cómo ella se decidirá a escribir algo más acerca de esos misterios que los doctores "no acaban de dar el sentido". "Parecerá demasiada soberbia la mía, siendo esto así, quereros yo declararos algo; y no es mi intento, por poco humilde que soy, pensar que atinaré a la verdad." "Lo que pretendo es, que así como yo me regalo en 8 114 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA lo que el Señor me da a entender, cuando alg:o de ello oigo, que decíroslo por ventura os consolará como a mí." Nótese que le hace "gran regalo'' no entenderlo, lo que no podemos alcanzar "con nuestros entendimientos tan bajos"; pero le hace regalo lo que Dios le da a entender. Es lo de San Agustín : "Entendamos, y vuele nues- tro entendimiento, en tanto que podamos ; y cuando no pudiéremos, creamos." Más adelante (cap. VI, 7) trae otro ejemplo más de cómo hemos de "rendir nuestros entendimientos y jjensar que para entender las grandezas de Dios, no valen nada". El ejemplo es de primer orden : la humildad de la Virgen. Preguntó al Angel: — ¿Cómo será esto? — El Es- píritu Santo sobrevetidrá en ti; la virtud del muy alio te hará sombra. Y la Virgen "no curó demás disputas" — dice Santa Teresa — . Entendió luego que interviniendo estas dos cosas no había más qué saber, ni dudar. "No como algimos letrados — concluye — que no les lleva el Señor por este modo de oración, ni tienen princi- pio de espíritu, que quieren llevar las cosas por tanta ra- zón y tan medidas por sus entendimientos, que no parece sino que han ellos, con sus letras, de comprender todas las grandezas de Dios." No cabe decir nada más, ni mejor, de cómo ha de entenderse la limitación de nuestro entendimiento. Y en qué sentido puede la filosofía, como lo comentó Vi- ves, interpretar el error de Protágoras, de ver en nues- tros entendimientos la "medida de todas las cosas". FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 2. San Juan de la Cruz. "Más vale un pensamiento del hombre que todo el mundo" (32) (a). Aquí está condensad© todo el valor filosófico de San Juan de la Cruz. Y añade, en otro lugar: ''Todo el mundo no es digno de un pensamiento del hombre, por- que a sólo Dios se debe; y así cualquier pensamiento que no se tenga en Dios se lo hurtamos" (37) (b). E-^ta :-.egunda parte es la "vuelta a lo divino", la aplicación teológica mística, de su afirmación filo- sófica. San Juan de la Cruz (Juan de Yepes) era enfer- mero del Hospital de San Anión, en Medina del Cam- po, por los años (1557 a 1564) en que era médico allí el famoso filósofo español Gómez Pereira, que reducía todos los fenómenos psicológicos al pensamiento, y que un sig-Io antes que Descartes había afirmado: Nosco, ergo siim. "Conozco que conozco algo; todo lo que conoce es; luego yo soy.".. Nos permitimos creer que el joven enfermero, de (juince a veinte años, Juan de Yepes, aficionado al es- tudio, aprendió su aforismo utilizando enseñanzas de filosofía natural del médico filósofo. Gómez Pereira pu- (a) 1.a numieración es de la edición Breviario. P. Silverio. AtÁsos y Sentencias. (b) Puntos de amor. ''■6 JUAN DOMÍNGUEZ BERkUKTA blicó SU famosa obra Anioniana Margarita en Medina del Campo (1554). Más tarde, San Juan de la Cruz (Juan de Santo Mathia), en la Universidad de Salamanca (i 564-1 567). debió de leer con arición la Consolación de la filoso- fía, de Boecio, a quien cita por dos veces {Subida. 3.° XXI; 8-3.', XYI; 6). Tu quoque, si vis — lumine claro... Trata Boecio de las cuatro pasiones del alma: "Gozo, esperanza, dolor y temor", y de cómo hay que desecliarlas o dominar'las, para alcanzar la verdad. San Juan de la Cruz tiene esta "Sentencia" (^15): "Niega tus deseos, y hallarás lo que desea tu corazón." Es la filosofía del Kcmpis: "Déjalo todo, y lo halla- rás todo." Y en otro lugar {Subida, i.°, XIII; 11 y 12), en aquellos versos Del todo y la nada, expone la mis- ma filosofía: "Para venir a gustarlo todo — no quie- ras tener gusto en nada... Porque para venir del todo al todoi — has de negarte del todo en todo. — Y cuan- do lo vengas del todo a tener — has de tenerlo sin nada querer." Otro pensamiento de alto valor filosófico, relaciona- do con el mundo exterior {Subida, 3.°, VI; 3): "No sólo al alma, sino a los casos adversos aprovecha lle- varlo todo con igualdad de ánimo," Relacionado con esto, pensaba Descartes: "La ale- gría interior tiene alguna fuerza para hacer la fortu- na más favorable." Otros i>ensadores modernos (P. Gratry) han expre- sado esta misma idea: "Las tendencias llegan a la lin- FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA II7 de." El entusiasmo es una señal de éxito. "El reino de Dios llega cuando se tiende hacia él." Santo Tomás (Suma Teol, P. i."; q. 12; 6): "El de- seo hace apto y prepara al hombre para conseguir lo que desea." San Juan de la Cruz {Llama., III; 26): "El deseo de Dios es disposición para unirse con el mismo Dios." "A'cerca de Dios, cuanto más se espera, más se alcan- za" {Subida, 3.°; VII; 2). El principio de la sabiduría es un verdadero deseo de ella — dice la Sagrada Escritura (Sap., VI; 17). "El fin de toda filosofía es hacer posible una es- peranza", ha afirmado genialmente un pensador mo- derno, Hans Driesch. Y hace siglos, Chilon, uno de los siete sabios de Grecia, decía, al preguntarle en qué se diferencia el sabio del ignorante: "En las buenas esperanzas." Veamos más pensamientos de filosofía natural en San Juan de la Cruz: "El alma, como dicen los filó- sofos, luego que Dios la infunde en el cuerpo está como una tabla rasa." Como en una cárcel oscura, que sólo ve por las ventanas de los sentidos (Subida, i.", VIII; 3), Pero "no ocupan el alma, ni la dañan las cosas de este mundo, pues no entran en ella, sino la voluntad y apetito de ellas, que moran en ella" (Ibid. 4). He ahí otra superioridad de nuestra alma sobre el mun- do exterior, si sabe dominar sus pasiones. Ciego es el apetito, y la razón su mozo de ciego. "El JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA que se ceba del apetito es como el pez encandilado al cual aquella luz antes le sirve de tinieblas- -" Y en otro lugar (Subida, 2.", VIII; 6), tratando de la contemplación, a la que llama el vSeudo-Areopagita rayo de i i niebla: "Aristóteles dice, que de la misma manera que los ojos del murciélago se han con el sol, el cual totalmente le hace tinieblas, asi nuestro enten- dimiento se ha a lo que es más luz en Dios, "que total- mente nos es tiniebla". He aquí un pensamiento de propia filosofía natu- ral: "Un rayo de sol que entra por una ventana, tanto menos se ve cuanto más puro de átomos y motas está." ■'Porque la luz no es propio objeto de la vista, sino el medio con que ve lo visible." Los visibles son donde el rayo de luz se refleja (Subida, 2", XIV; 9). La filosofía moderna dice, en forma paradójica: "La voluntad se crea negándola." Y San Juan de la Cruz, fundándose en San Rabio (2.° Cor., VI; 10): A^o teniendo nada, nosotros poseemos todo, expone que la "libertad de ánimo, claridad en la razón, sosiego, etc.", se adquiere sin codicia de lo tem- poral. "Y más gozo en las criaturas con el desapropio de ellas." "No se puede gozar en ellas si se las mira con asimiento de propiedad---" "El uno las goza, según la verdad de ellas; el otro (el que está asido), según la mentira." El gozo del uno anubla el juicio; la negación del otro deja el juicio claro. El que las posee asido a ellas, no posee nada ; antes, ellas le poseen a él, el corazón (Subida, 3.". XX; 2; 3). FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 119 He aquí otros "avisos y sentencias", seleccionados entre los que más se señala la filosofía natural: "Dos veces trabaja el pájaro que se asentó en la liga; es, a saber : en desasirse y limpiarse de ella, y de dos ma- neras pena el que cumple su apetito: en desasirse, y después de desasido en purgarse de lo que de él se le pega" (22). "Escoge para ti un espíritu robusto, no asido a nada, y hallaras dulzura y paz en abundancia, porque la sabrosa y durable fruta en tierra fría y seca se coge" (39). "Como el que tira el carro cuesta arri- ba, así camina para Dios el alma que no sacude el cui- dado y apaga el apetito" (53). "Sin trabajo sujetaras las gentes, y te servirán las cosas, si te olvidares de ellas y de ti mismo" (66). Señalemos, finalmente, pensamientos que indican, acaso, reminiscencias de las enseñanzas del médico filó- sofo de Medina, Gómez Pereira. Dice así San Juan de la Cruz: "En las demás en- fermedades cúranse contrarios con contrarios; mas la dolencia de amor no se cura sino con amor" (Cán- iico, XI). "El oído del alma es el entendimiento. El sentido del oído se allega más a lo espiritual que el tacto, y por eso el deleite que causa es más espiritual" {Cant., XV). "Las afecciones del dolor, como las aguas, entran en el alma." "Las afecciones de la esperanza, como los aire¿, que vuelan a desear lo ausente que se espera. Las afecciones I20 .ir.W DOMÍNtiUEZ BF.RRUETA del gozo, como los ardores que inflaman el corazón. Las afecciones del temor, como los miedos" {Cayii., XXX). Aquí se nota también la atención repetida que San Juan de la Cruz prestaba a la Consolación de la filosofía, de Boecio. Terminemos exponiendo una acepción notable, po- pular, de la palabra amor, empleada una vez por San Juan de la Cruz, en el sentido de cansa, motivo, él que sabia tanto de la filosofía del amor. En carta que escribió á doña Ana de Peñalosa (21 de septiembre de 1591) comunicándola: "Mañana me voy a Ubeda a curar unas calenturillas, que, como ha más de ocho días que me dan cada día y no se me qui- tan, paréceme habrá menester ayuda de medicina." Al final de la carta dice: "Ahora no me acuerdo más qué escribir, y por amor de la calentura también lo dejo^ que bien me quisiera alargar." No dice "amor a la calentura", sino "amor de la calentura". El maestro Gonzalo Correas, notable hu- manista del siglo XVII, en su Vocabulario, escribe: "Por mor della, a lo rústico, por amor de ella." En el dia- lecto castellano-leonés de tierra de Salamanca (véa- se Ob. cit., bibliografía) se dice todavía "por mor" . por amor, y significa por causa, por motivo de ella. Esto es, que la calentura es, por su inclinación, su "amor" (la causa o motivo), "de ella", no "a ella". No pode- mos menos de hacer notar el error, perfectamente dis- culpable de un autor extranjero, Baruzi (Ob. cit.. pági- FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 121 ñas 225-22Ó), en su admirable obra, de bibliografía y crítica, de erudición y concienzuda investigación en ar- chivos, en honor de San Juan de la Cruz, en la que in- terpreta esas palabras, '^amor de la calentura", como '^exquisitas y mórbidas", y añade: "No es aquí sola- mente el gusto del sufrimiento físico, del como lo en- contramos en todos los ascetas : es una curiosidad psi- cológica que se expresa, y puesto que la palabra está allí pronunciada, un amo7- de una experiencia más agu- da, turbia y clara juntamente, dolorosa y seductora a la vez." No es por afecto a la calentura, lo que quiso signi- ficar San Juan de la Cruz, sino por causa o motivo "de ella", como hemos explicado antes. No es extraño, decíamos, en un autor extranjero, desconocer el significado de una palabra castellana del dialecto vulgar usada ya. y quizá antes, del siglo xvi. Además, y es defecto esencial de esa, por otra par- te, estimable obra, el criterio racionalista con que está concebida, que le hace ver "problemas" insolubles, de experiencias de "curiosidad psicológica", "exquisitas y mórbidas", a la vez, donde no hay sino una palabra, uno de cuyos sentidos es claro, sencillo y vulgar. I. 3. Fray Juan de los Angeles. Fray Juan de los Angeles es la síntesis viva de todo lo que se sabía de mística en su tiempo, expuesto en el lenguaje modelo de estilo, de castellano del siglo xvi. Su originalidad está en la manera de decir, ideas que 122 JUAN DOMÍNGUEZ BEJOIUETA hace verdaderamente suyas, con erudición exegética ad- mirable, de infinidad de autores. Es moralista y psicó- logo ante todo. Sus obras completas ocupan dos extensos volúmenes (el 20 y 24) de la Nueva Biblioteca de Autores Espa- ñoles. Hemos de limitarnos para nuestro objeto aquí, en se- leccionar su filosofía del amor propio, donde se halla en su elemento peculiar, en su Manual de vida perfecta, donde alcanza la perfección de su estilo y la madurez de su espíritu. "No es para todos — dice en el prólogo al lector — , es para los estudiosos de humildad y limpieza, es para los determinados y valientes de Dios, que saben hacer fuerza a la misma naturaleza, y domar sus pasiones ; es para los que de todo en todo desconfían de sí y de sólo Dios confían; es para los que siempre estudian en el menosprecio de sí mismos y trabajan en la aniquilación." Amor propio o voluntad propia. "A mí parecer — dice Fr. Juan de los Angeles {Dicklogo, IV ; 4) — , no hay di- íerencia ninguna, y si la hay es en los nombres." Dificultosísima cosa es vencer la propia voluntad. Pelea ella contra sí misma. San Agustín llamó a la pro- pia voiluntad "corazón perverso". Y llamó "derechos de corazón" a los que se ajustan a la voluntad de Dios, y "torcidos", a los que quieren traer la voluntad de Dios a la suya. FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 123 "Amante de sí — dice San Bernardo — es el que se ama con amor privado y demasiado." "El amor propio — observa Fr. Juan de los Ange- les— siempre trae competencia con Dios acerca de la suma honra y primado del fin, queriendo uno y otro para sí." Y añade en su lenguaje: "Antei>ón a ti la volun- tad de Dios, y deprende a amarte a ti, no amándo- le a ti." "Negarse uno a sí mismo es tener su cuerpo y su vida, como vida y cuerpo de otro, no amigo, sino enemig-o." Cita a Platón, que decía que morir el hombre es cuando, viviendo el alma en el cuerpo, desprecia los halagos de la carne y se desnuda de las [¡asiones y apetitos sensuales. Niégiiese a sí mismo, dice Cristo, "Pelee consigo, vénzase a sí, y acocea p'iesta en tierra su misma co- dicia. No se ha de buscar el extraño para ser acome- tido y herido, ni de fuera se ha de traer la materia para la batalla ; dentro de nosotros está armado el ene- migo; conviene, a saber, el amor propio" — ^concluye Fr. Juan de los Angeles. Y más adelante {Diálogo, IV; 7): "Si quieres ve- nir a la espiritual o intelectual contemplación, desnuda y vacía perfectamente tu voluntad de todo querer y no querer propio..." Y más adelante: "Lo natural del entendimiento es atraer a sí, sin salir de casa, todo lo que ha de entender; diferente mucho de la voluntad, que no pára buscando lo que ama" {Diá- logo, V, 4.°) 124 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA Anteriormente, en la Lucha espiritual (caps. XV a XVII), trata también del "amor propio". He aquí uno de sus pensamientos: "Como amando yo cualquier cosa fuera de mí me convierto en ella, amándome a mi mismo claro está que me convierto en mí, y me hago mi fundamento propio mío, fuera de Dios y contra Dios." "Y no reconociendo otro Señor, soy mi señor; lo cual es sólo propio de Dios, que no tiene superior a sí mismo." Veamos, en forma de aforismos^ los pensamientos filosóficos más seleccionados de Fr. Juan de los Ange- les, que hace suyos en su original estilo. "No es posible quedándote tú en ti, hacer Dios en ti su morada." (Diálogo, I, Conquista del Reino.) "En ninguna de cuantas criaturas Dios crió halló Ik vanidad asiento sino' en el hombre, y así es él una universidad de todas las vanidades que hay en el mundo. {Ibid., III.) "Con toda verdad te sé decir que nunca gocé de mi propia voluntad hasta que por Dios la negué, porque en El se cobra lo que por El se pierde o renuncia." (Ibid.) Ya hemos indicado en otro lugar anterior que ésta es una de las verdades de la filosofía espiritualista moderna, que dice "la voluntad se crea negándola". Dice la Sagrada Escritura {Eccli., XIII, 9): "Hu- míllate a Dios, y espera de su mano." Fr. Juan de los Angeles traduce: "Humíllate y sufre sus manos." Y lo FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA explica así: "Que en el ánimo humilde se labran per- fectamente labores de virtudes y merecimientos." "No hay artífice que en material vivo labre obra perfecta, porque resiste a las manos que le han de dar su per- fección." Y pone el ejemplo del arrayán, que aunque el hortelano haga en él algunas figuras, en breve tiempo no queda rastro de ellas, porque es material vivo, que con mucha priesa crece. La idea tan repetida por los místicos: convertirse al amante en la cosa amada, la expone así: "Un filósofo dijo que el hombre era de naturaleza suelta. Es decir, que no tenía figura propia, sino extraña, y forasteras muchas, porque por la fuerza del amor se transforma en Lo que quiere." (Ludia espiritual, cap. II.) ¿ Qué es lo primero, el cc^nocimiento o el afecto ? "Ya los filósofos griegos entendieron que los bienes finitos y perecederos, primero los conocemos que los amamos. Los bienes divinos y sobrenaturales, en cambio, apenas pueden ser entendidos si no precede el amor a ellos." {Ibid., XIII.) "Nadie puede llegarse a Dios, que es Espíritu, sino con el espíritu, no entendiendo, sino amando." A esto llaman los místicos — dice — "centella de la sindéresis". "Ama y serás amado, decía Séneca. Y como la seme- janza es causa de amor, y una cierta naturaleza, según Platón, pues si yo soy semejante a otro, o me hago semejante a él, del mismo modo él es semejante a mí, o se ha hecho semejante a mí." "Así el amado que se re- 126 JUAN DOMÍNGUEZ HERRUETA conoce a sí mismo en el amante es impulsado a amarle, por amarse a sí mismo que vive en él." Esto recuerda la misma doctrina expuesta por Sabunde y por León Hebreo. Aristóteles dijo que en el hombre virtuoso todas las cosas exteriores o interiores hacen consonancia con la razón. El eminente oratoriano inglés P. Faber ha ex- puesto la idea de que el hombre santo es el ejemplar de persona perfectamente razonable. Fr. Juan de los An- geles, comentando a Aristóteles, afirma: "Así es que nuestro espíritu atraído de Dios, consecutivamente atrae a sí todas las cosas que son del cuerpo, de donde resultan dos maravillosas uniones: una. del espíritu a Dios, y otra, del cuerpo al espíritu" {Ihid., 2.^, cap. V). De su obra Consideraciones sobre el libro del Cantar de los Cantares''^ del cual sólo se conocen los dos pri- meros capítulos, que forman un volumen, con interesan- tísimas observaciones de erudición exegética, sólo selec- cionaremos los siguientes pensamientos de filosofía, ex- cluyendo los de teología mística, que no son de nuestro objeto aquí. "Si el que gobierna un reloj no tiene cuidado de alzarle las pesas, necesariamente se ha de parar todo el artificio del reloj, porque las pesas, con su natural gravedad, siempre van caminando a lo bajo hasta sen- tarse en el suelo, que es el lugar de su descanso." "Pues eso mismo digo yo de este reloj de nuestro hombre interior, que con el peso de la carne, que siem- FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 127 pre le agrava y lleva para la tierra, muy de ordinario está parado, y para que se menee y ande concertado es menester que Dios le alce las pesas, quiere decir que aligere la pesadumbre del ánimo y la arrebate para sí.'' (Cant., I, 3.) "Algunos, echándolas de filósofos, tienen el alma por sal, todo lo más, para que no huela mal el cuerpo." {Cant., I, 14.) "El bien terreno es bien en cuanto dura en nosotros el mal." Profundo pensamiento filosófico, que explana Fray Juan de los Angeles así: "Los bienes del cuerpo y deí alma casi todos los deseamos y procuramos como medios para conseguir algián fin,' o para remedio de alguna mengua que padecemos; y por esto los deleites que de todos recibimos, son menguados y no puros : lo uno, porque se fundan en mengua, y lo otro, porque no duran más de cuanto ella dura." "¿Qué deleite hay en el comer, sí falta el hambre? ¿ Y en la bebida, si no hay sed ? Luego el bien es bien en cuanto dura en nosotros el mal." "Y hay aquí otra miseria: que no se puede el honi- bre entregar a los deleites y bienes de acá a rienda suelta, porque pasando de aquel punto hasta donde llegan a deleitar, más sirven de tormento que de gusto." I IV APENDICES I. - TRASCeNDENCIA EUROPEA DE LA CULTURA ESPAÑOLA El admirado hispanista, profesor de Munich, re- putado autor de Lope de Vega y su tiempo y de La so- ledad en la poesía española, Karl Vossler, en importan- tes conferencias dadas en Alemania, ha tratado de la trascendencia europea de la cultura española". Tema del más alto valor hispánico, expuesto, además, por un fino espíritu, adornado de las mejores dotes de una crí- tica certera e imparcial en el fondo y de atrayente ame- nidad en la forma. He de comentar en las presentes líneas, en forma esquemática — la parte útil del trabajo mental, que afir- mó Bergson — , las ideas fundamentales de una autori- dad intelectual como la de Vossler en su visión de Es- paña. 9 I30 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA El auténtico tipo del español es el del castellano, afirma Vossler, ya que la lengua y la orientación polí- tica que alcanzó más éxito y el carácter más definido se extendieron desde la meseta de Castilla al resto de España, dándole unidad nacional. Pero esto no quiere decir que nuestro pais presente un "tipo cultural, ni racial, cerrado y único", sino que aparecen en él unidas distintas fuerzas, como ocurre en todas las unidades vi- vas, entre las que se destacan "el espíritu de señorío de Castilla y el sentimiento burgués catalán". España llegó a una acción de trascendencia univer- sal por la unión de esas dos maneras de ser al reunirse las dos coronas de Castilla y Aragón en los Reyes Ca- tólicos. La coexistencia de tres confesiones religiosas, mo- saica, mahometana y cristiana en el sur de la Penín- sula "fueron garantía de la libertad espiritual de toda Europa". Sirva de lección esa certera afirmación de Vossler a la mediocridad intelectualista, pensando siem- pre en la intolerancia española como una vergüenza y una excepción en el horizonte europeo. Mucho antes de que se realizase el movimiento de la Auf-klarung, la "ilustración" del siglo xviii en Ale- mania, Francia e Inglaterra, hubo una Auf-klariing, afirma Vossler, en el siglo xii, en España. Sería in- teresante, añade, seguir la pista a las ideas que pasaron de aquella "ilustración" al enciclopedismo moderno. No hay duda que Spinosa fué el intermediario entre las dos épocas, como continuador de Averroes y Maimo- nides y precursor de Leibniz. de Lessing, de Kant y de Goethe. FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA En el siglo xii escribía Abentofail de Guadix su Filósofo autodidacto. Y en 1671 este libro hispanoárabe fué traducido al latín y al alemán, inglés y francés, produciendo la admiración de Leibniz. Pero es de notar que esta Aiif-klarung medieval, a diferencia del enciclopedismo nórdico moderno, presenta una íntima relación con la mística, con la filosofía neo- platónica. Y aquí advierte, con intuición genial. Vossler la característica de lo que llama bellamente "metafísica de la luz". El averroísta estaba convencido de que sus ideas filosóficas procedían de una inteligencia supraterrena, como las relaciones y dones de la gracia entre Dios y los hombres. Y de ahí la simpatía con que fué recibida por los poetas, por Dante sobre todo. Señala aquí Vossler la otra faceta errónea de la "doble verdad" del averroísmo. Nos permitimos ob- servar que, como ha demostrado Asín Palacios, no es Averroes el autor de la doctrina de la "doble verdad". Que Averroes fué el mayor adversario del "averroísmo racionalista", que le atribuyeron los intérpretes latinos del siglo XIII. Considera Vossler a Raimundo Lulio como un "ca- becilla militar" de la fe, como un precursor de San Ig- nacio, más bien que como un pensador. Y como esen- cial para el tipo de misionero español, observa Vossler que Lulio recomendaba en el Concilio de Viena (131 1) el estudio de las lenguas orientales como cometido ur- 132 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA gente de la obra misional. Y emplea el dialecto de su patria antes que nadie, como lengua poética y teológica para propagar la fe. Esto nos recuerda la magnifica idea del imperio de la lengua que exponia ante la Reina Católica el maestro Nebrija, al presentarle su Gramática castellana para difundir, con el habla de Castilla, nuestra fe por todos los pueblos nuevamente descubiertos. Celo en la defensa de la fe ve Vossler en Raimun- do Lulio y, además, como fenómeno secundario, un ba- rroquismo lógico ; es decir, un doble sentido de los juegos de ideas de la dialéctica hispanoárabe. Cien años antes de la campaña de Lulio contra el Islam funda el castellano Domingo de Guzmán la Orden de Predicadores para convertir a los herejes albigen- ses. Y otros cien años antes aparecen en el suelo es- pañol las primeras Cruzadas europeas. Ningún país de Europa, afirma Vossler, ha engendrado, como España, el espíritu de la lucha por la fe. Ahí están las cuatro Ordenes militares para atesti- guarlo, desde los siglos xii al xiv. Y las empresas ultramarinas, y las conquistas en Africa y en Asia. En el fondo no son otra cosa que Cruzadas. Toca Vossler el tema del Renacimiento y la Refor- ma. Conocida es la tendencia de muchos intelectuales españoles, desde el 98 acá, de que en España no había- mos tenido Renacimiento, porque no habíamos tenido Reforma. FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA Hasta se llegó a negar o desconocer, con marcada ideología tendenciosa, el espíritu renacentista de Cer- vantes, que, sin alardes de cultura pedantesca, acertó a recoger en su obra todo el verdadero humanismo de su tiempo. Afortunadamente, basta la obra de un ex- tranjero, Aubrey Bell, para demostrar que hubo Rena- cimiento en España sin necesidad de que hubiese Re- forma protestante. Otro extranjero, Ludwing Pfandl, llega a afirmar, con razones convincentes, que la obra de Lutero "sig- nificó una oposición al Renacimiento, no sólo en Ale- mania, sino también, en cierto sentido, en España". La segunda mitad del siglo xvi la califica acertadamente Pfandl de Segundo Renacimiento español, que penetra en las vías de la Contrarreforma. Veamos la visión de Vossler: "Si España no se ad- hiere a la Reforma, es, ante todo, porque no la hacía falta..." "Una intimidad y severidad religiosa que con- servan toda su frescura y que caracterizan, lo mismo en- tonces que hoy, al catolicismo español, constituyen el motivo verdadero del fracaso de la Reforma en la Pen- ínsula Ibérica." Y añade el docto hispanista, con certero atisbo, que estudiando los Autos sacramentales se ve clarísimamen- te que había algo en España que cerraba el camino a- la Reforma protestante. Aquella representación tenía por objeto servir de una manera declarada a los fines de la Contrarreforma, acudiendo a la fantasía de los españoles, y su inclina- ción a la fe mágica, ante las revelaciones del dogma eucarístico. 134 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA Por otra parte, señala bien Vossler el gran anta- gonista del protestantismo: Ignacio de Loyola, Ve en él el "militarismo espiritual". Así como en la lucha de las armas el español es el guerrillero nato, en la lucha del espíritu es el militarista organizador, el antípoda — dice — , "el complemento del soldado prusiano", lo mismo que lo es del polemista filósofo de los pueblos germánicos y del mundo protestante. Donde quiera que se lucha en torno a la fe se encuen- tra siempre, si no a la Compañía de Jesús, por lo menos su espíritu, su escuela, su disciplina, y concluye Vossler con esta independiente afirmación: "Es una ironía de la Historia, y al mismo tiempo un timbre de gloria de la Compañía de Jesús, que su ciencia pedagógica haya favorecido a la vida espiritual de Europa toda, sin dis- tinción de confesiones y de pareceres", tanto en el campo de las ciencias, de la teología, de la política, como del teatro o de la arquitectura. "Las armas y las letras fueron siempre de la mano en España", dice bien Vossler. Pero el entusiasmo paganizante de los humanistas italianos no produjo gran impresión en España. Los españoles llevaban dentro de sí la vieja sabiduría de Oriente, y los más sabios entre ellos "resultaban de- masiado viriles y graves para caer en la práctica de un diletantismo puramente artístico". "Hay un humanismo español", para Vossler. Pero su explicación no es la misma que la del humanismo FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA europeo. En vez del "nada humano me es extraño", se tiene el "todo lo extraño me humaniza". Afirma Vossler que de ese "humanismo español" salió la gran poesía y el gran arte del barroco, por un lado, y por otro, el arte de tratar y dominar al hombre. Y que con el principio de la Edad Moderna se despierta en España, lo mismo que en el resto de Europa, "el individualismo". Pero un individualismo, de la alta meseta española, caracterizado por "la capacidad de resistencia, por la firmeza estoica, senequista, de los antiguos iberos". "El honor — dice Vossler — llegó a ser estimado en España como una cosa sobrenatural, precisamente cuan- do el resto del mundo estaba a punto de ver en el honor, y en el poder, algo profano y natural, dimanante de nuestra voluntad, "al mismo tiempo que rompía su encanto teocrático." De España es la gloria de haber realizado un nuevo tipo de humanidad, "el gran señor". "Que no hay que confundir — afirma certeramente Vossler — ni con el hombre del Renacimiento, ni con el "espíritu fuerte" del enciclopedismo." , "El rasgo más destacado del ideal español — conclu- ye— es el sentimiento del honor." Y señala el concepto del honor como el que inspiró al Ejército español cuando era el más poderoso del mundo, durante los siglos xvi y xvii. Y cita este pro- verbio militar: "Por la honra, pon la vida; y pon las dos, honra y vida, por tu Dios." Más adelante confiesa Vossler lo difícil que es "para nosotros, los racionalistas de hoy" — dice — comprender 136 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA la psicología de los españoles. Y que para explicarla como algo fantástico evocan frecuentemente la figura novelesca de Don Quijote y afirman "que todo español lleva dentro un i^equeño Quijote". Pero sobre esto del "quijotismo" español, quien es- cribe estas líneas trata de ello en el apéndice III. Así como del "humanismo español" hemos tratado en el artículo acerca de Vives. Más concreto y nada "racionalista" aparece en se- guida Vossler cuando afirma que "la propensión a lo trascendente y la aversión a lo inmanente" fué lo que capacitó al español "para romi)er el estrecho marco de la vida medieval europea... y para crear un inmenso imperio universal, católico, que se concretaba en: un Dios, una Fe y un Imperio". "Imperio tan admirado como odiado y temido mien- tras fué fuerte", dice bien Vossler, como olvidado e» cuanto sintió su decadencia. "El racionalismo francés, el espíritu de independen- cia de la Baja Alemania y el genio comercial de los in- gleses— afirma Vossler — dieron el golpe de gracia al poderío español". Cita después a uno de los pensadores más impor- tantes "de la burguesía ilustrada", Benedetto Croce, que en 1926 daba por anticuadas y sospechosas o ri- diculas "la metafísica y la filosofía sistemática o defi- nitiva"; a saber: metafísica como investigación de una realidad que está por encima o más allá de la experien- FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA cia, y filosofía sistemática como construcción de un sis- tema cerrado". A esto responde bellamente Vossler (jue si ello quiere decir que la España de la Contrarreforma puede con- siderarse como acabada, no sólo como potencia politica, sino como "ideológica", a su modo de ver perdura en otra forma, viva y fecunda, y hasta imprescindible para la conciencia humana, "como recuerdo e idea, como poesía y arte, como añoranza y anhelo, esta mag- nífica y señorial España no puede morir nunca para los hombres". Además, nos permitimos añadir, si Croce alude a nuestra mística como realidad por encima o más allá de la experiencia, y a una "filosofía sistemática", nos atenemos a' la opinión de Bergson, que ha vistO' en nues- tra mística una "experiencia de lo divino", y en la filosofía intuicionista, todo lo opuesto a filosofía siste- mática y a "sistema cerrado". Pero en lugar de la España real, que toma una parte cada vez más activa en la vida intelectual de Europa, amenaza introducirse — afirma Vossler — "la visión de una España poética y pintoresca, absolutamente litera- ria". Para salir al encuentro de esa "moda", el docto crítico sienta unas conclusiones interesantes, que hemos ne señalar. Que apenas una forma literaria española ha conse- guido alcanzar un valor europeo de carácter general, ^'ero esto no significa nada en contra de su poder de 138 JL'AX DOMÍNGUEZ ñERRUETA penetración. Porque son precisamente "las formas ar- tísticas autóctonas" las que más difícilmente se tradu- cen, imitan y trasplantan. ¿Cómo querer hacer de un Velázquez un estilo, o una manera de un Cervantes? En eso reside precisamente su mayor secreto. Lope y Calderón influyen fuera de España a través de sus motivos y de su pensamiento, "pero no i>or su técnica". Esta técnica está estrechamente unida a su patria. La exportación es difícil, "prueba de no haber sido concebidas de una manera pura, y que no es posible desligarlas del país donde se produjera" — afirma Vos- 1er — . De la Celestina, dice el docto hispanista, se apre- ció en el extranjero, más que nada, "su valor retórico". ¿No es ello también "técnica" unida estrechamente a su patria? — nos permitimos preguntar. Antes de que Don Quijote fuera considerado como literatura pura, fué tenido por sátira, crítica, burla o diversión, etc. Así es, en efecto, como lo afirma Vossler, y lo ex- ponemos aparte. Que en la crítica moderna se encuentra repetida la manera de concebir el genio español como creación limi- tada y empequeñecida por el origen, la costumbre, la autoridad, o restringida por una fuerza exterior, obser- \'a profundamente Vossler. Cuando se ha empezado a estudiar, sin prejuicios — ^dice — , la influencia de la Inquisición y de la censura sobre la literatura española y las Bellas Artes, "se ha puesto en claro, con gran sorpresa, que dicha influencia FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA es escasísima". Basta, en efecto, haber leído a Menén- dez Pelayo. "La presión sobre el pensamiento apenas la sintie- ron entonces, ni siquiera las mejores cabezas ni los es- píritus más delicados." Anotemos esta noble y valiosa confesión del reputado hispanista extranjero. Merecen párrafo aparte las observaciones profun- das y filosóficas tocante a la mística española. Dicte así: "El hombre viene a ser un espacio del espíritu. Las visiones religiosas de los grandes místicos españoles, aun sin olvidar su origen platónico, descan- san por completo en la concepción de espacios intelec- tuales, y se esfuerzan en llevar al alma humana hacia Dios, a través de moradas, jardines, caminos, puentes, escalas y grados sobrenaturales." ' Es una visión admirable del concepto de nuestra mística, que no se parece en nada a tanta superficial e inexacta visión que la crítica literaria extranjera, y aun española, suele exponer frecuentemente. Este género de "alma y espíritu", "como un es- pacio ideal" — añade Vossler certeramente — , se dife- rencia precisamente por ello "del tipo del hombre ro- mántico y trágico". ¡Exactamente! No hay sentimiento trágico de la vida en nuestro misticismo español. Estas intuiciones geniales del "espacio del espíritu", de "alma y espíritu" como "espacio ideal", nos sugieren unas reflexiones originales, que hemos de exponer en el apéndice IL "Mística del tiempo y del espacio." I II. - FILOSOFIA MISTICA DEL TIEMPO Y DEL ESPACIO I. La orientación en las aves. El averío de los vencejos alegra nuestro ambiente, desde abril a julio, a las vueltas de la fiesta de San- tiago. Y se vuelven a las tierras de Africa, de donde han venido. Alternan con las gaviotas de Dinamarca, que vienen a nuestros ríos por noviembre y se van en abril. ¿No nos maravilla esta emigración periódica, con el acierto misterioso de la orientación? Es el instinto, se dice, y no se piensa más. Para la mayoría de las gentes, que no se dignan levantar los ojos al cielo para nada, esto de la orien- tación de las aves es una de las cosas más naturales del mundo; les basta darle un nombre: el instinto; y no merece la pena de pensar en ello. Como si los hombres no hubiesen necesitado siglos de geografía y de historia, de viajes, de mapas y de brújulas, para saber llegar al Africa o a Dinamarca. 142 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA La cosa no será tan fácil y tan hacedera cuando ha sido objeto de la atención de verdaderos sabios, en constantes y serios estudios. En el Congreso Internacional de Filosofía de Bo- lonia, en 191 1, presentaba el profesor Elias d'Cyon su documentada memoria : La solución fisiológica del pro- blema del tiempo y del espacio y sus consecuencias psi- cológicas. Recordaba que un siglo antes el profesor de Bolonia, Venturi, afirmó que lo que nos orienta en la dirección de los sonidos es el sentido del oído. En la misma época, el abate Spallanzani observó que los murciélagos, pri- vados de la vista, se orientaban aún. Supuso que poseían en el oído un "sexto sentido", del que los humanos no tenemos idea. Cuvier creía, equivocadamente, que a los murciélagos ciegos, para orientarse, les bastaba el tacto en las alas y en la oreja exterior. Años más tarde, Autenrieth llega a la intuición de que los "tres canales semicirculares" de nuestro oído interno están relacionados con las "tres dimensiones del espacio". Flourens (en 1828) lo confirma así. Y observa que la destrucción de los conductos horizontales en el oído de un animal produce el desequilibrio del cuerpo, ro- dando alrededor del eje vertical del mismo. La destruc- ción de los conductos verticales transversos produce el movimiento de la cabeza de arriba abajo. Y el cuerpo cae hacia atrás. La destrucción de los canales antero- posterioTes mueve la cabeza de atrás adelante, y el cuerpo da vueltas hacia adelante y cae apoyándose sobre la cabeza. FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA El profesor E. d'Cyon reanuda esos estudios, y llega a la conclusión de que en el oido interno está el sentido de la orientación en espacio y tiempo. Sentido geomé- trico, el primero, del espacio; y sentido aritmético, el segundo, de -tiempo y número. Las lampreas, con sólo dos canales semicirculares, únicamente se mueven en dos direcciones. Los animales que no poseen del todo canales se orientan por las "sácu- las" de su oído externo. Los ratones japoneses, que ofre- cen danzas extrañas y movimientos de rotación y de zig- zag continuos, presentan una degeneración en el labe- rinto del oído. Los seres humanos sordomudos no experimentan el vértigo. ¿Qué duda cabe, después de estas sugerencias, que las aves emigradoras, los vencejos, las gaviotas, que atraviesan los mares, que traspasan las montañas, no es por la vista, aun maravillosa que tengan, sino por el oído, por el que se orientan? Los canales semicirculares sirven para darnos la noción de las tres dimensiones del espacio, y llevar al cerebro, inconsciente, la imagen de un espacio ideal, que nos indica la posición de los objetos y la de nuestro cuerpo. Teniendo un fundamento fisiológico natural en nues- tro oído interno la noción del espacio de tres dimen- siones, se deduce que las geometrías no euclidianas nos conducen a conclusiones puramente imaginarias, inac- cesibles a nuestro conocimiento sensorial. La psicología fisiológica de Wundt. una época que 144 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA estuvo tan vn boga, fracasó porque ninguna psicología verdaderamente científica puede ser \ iable sin una so- lución previa del problema del tiemix) y del espacio. 2. Consecuencias filosóficas. Bergson observaba que los naturalistas señalaban como digna de atención la facilidad extraña con que muchos vertebrados y algunos insectos llegaban a diri- girse en el espacio. Se ha intentado, decía el filósofo, explicar ese sentido de la dirección, no ya por la vista o el olfato, sino por una ¡percepción de corrientes mag- néticas que ijermitiría al animal "orientarse como una brújula". He aquí la consecuencia filosófica que deducía Berg- son (en su primer libro, Ensayo sobre los datos inme- diatos de la conciencia) : "Que el espacio no es tan homo- géneo para el animal como para nosotros." Y que la "dirección" no reviste para él una forma puramente geométrica. Y habla de un "matiz", de una "cualidad" propia. Y que "fracasamos si la queremos definir". Esa "cualidad" nos sugiere la idea del sonido mu- sical, del ritmo acústico, percibido únicamente por el sentido del oído, y que sirve de orientación a las aves emigradoras. El oído es el más intelectual de los sen- tidos, aun para el hombre. Pues nos "orienta" también, no sólo en el mundo físico, sino en el psíquico, en los conceptos del tiempo y del espacio, bases del conocimien- FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA H5 tü humano. Sin necesidad de acudir a corrientes mag- néticas. Decia un pensador, Vierardt, que si la ciencia lle- gara a dar una respuesta positiva a la cuestión del origen de las sensaciones del tiempo, ello nos conduciria al conocimiento de la naturaleza y de la esencia del alma. Ya hace dieciséis siglos que San Agustin dijo que el cuerpo se mueve en el espacio ; el alma, por la voluntad, en el tiempo. El tiempo, dijo profundamente San Agustín, "es una especie de extensión de nuestra alma". Es en ti, ¡ oh, alma mía ! — añade — , en donde mido los tiempos." Porque el alma "espera, atiende y recuer- da", donde el futuro llega al presente y sigue al pasado. Y el tiempo no es largo en el futuro, sino en la "espec- tación"; ni en el pasado, sino en la "memoria". Ningún filósofo moderno ha entrevisto estos concep- tos de San Agustín mejor que Bergson. "Las trazas del pasado — dice — no existen, sino para una "concien- cia" que las i>ercibe e interpreta; la conciencia retiene ese "pasado"...; y prepara con él un "futuro", que ella contribuye a crear." Vivimos en las cosas, es decir, en el espacio; antes de vivir en nosotros mismos, es decir, en el tiempo. ¿ No es esta idea análoga a la de coinsiderar el tiem- po como una especie de extensión de nuestra alma ? Y respecto al instinto dice Bergson esta frase magis- tral y definitiva: "Hay cosas que la inteligencia sola es capaz de buscar, pero que por sí misma no encon- ' trará jamás. Esas cosas el instinto solo las hallaría, pero no las buscará jamás." 10 146 JUAN DOMÍNGUEZ BERKUETA El instinto es simpatía (en el sentido etimológico de la palabra). Hay en sus reflexiones sobre el instinto de los animales esta originalisima explicación. "Es ab- surdo suponer — expone — que el sphex ammofilo cono- ce por la inteligencia, como un entomólogo, a la oruga para saber paralizarla sin matarla. Pero si se admite que entre el sphex y su víctima hay una simpatía que le inf orma de lo vulnerable de la oruga, Idu intuición, vivida por la cual el ammofilo hace lo que quiere de la oruga, se parece a lo que en nosotros llamamos simpatía "adi- vinadora". Spengler, en su famosa obra La decadencia de Oc- cidente, se plantea también el problema del espacio y del tiempo. Dentro de su enorme confusión de ideas y de palabras, se vislumbra una acertada oposición a la teoría kantiana, en la que echa de menos la nota de "dirección", característica del tiempo. "¿Qué es el tiempo sin dirección? — dice Spengler — . Todo ser vivo posee "dirección", "instinto". Una "movilidad", empa- rentada con el anhelo, que no tiene relación con el mo- vimiento físico. En este punto recordemos una profunda intuición de Goethe. En el tiempo no veía la idea de "distancia", sino el "sentimiento". La música, podemos afirmar, mejor que el péndulo físico, es la que mide el tiempo, el ritmo sentimental, concorde con las pulsaciones de nuestro corazón. Todo esto confirma nuestras apreciaciones acerca del sentido del oído, y del "instinto" de orientación en las aves emigradoras. Puede decirse que "sienten" el tiempo, no el espa- FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA H7 cío, no la distancia. Y así, se trasladan, como flechas, cuando llega "su tiempo", cuando lo sienten o lo oyen, sin tener para nada que "medir la distancia" que tienen que recorrer. El "espacio" se piensa, lo piensan los filósofos o los geórrietras; lo "inventan", lo "imaginan", como el absurdo, para el cerebro humano, de "ene" dimensio- nes, pues no podemos concebir, con nuestro actual "oído interno", más que "tres". En esa concepción geométrica, no euclidiana, de Einstein, el tiempo es la cuarta dimensión del espacio Al convertir el mundo físico en geometría, todo es extensión. Desaparece la idea -del tiempo, "duración cualitativa". Sin tiempo, toda es materia, mens momen- tánea, que definía Leibniz. 3. Filosofía mística del tiempo y del espacio. El tiempo humano es, en potencia, la eternidad. Es un "no-ser", del tiempo divino. Como el espacio es un "no-ser", del tiempo humano. En la inteligencia "discursiva" el espíritu se "ex- tiende" en dirección a la materia. En la "intuición", en la simpatía, el espíritu se extiende, en dirección al tiempo, en sentido cualitativo. Se habla de "espacios de tiempo". Hay otro sentido espiritual, relación de espacio y tiempo. En este sentido hay un ejemplo notable en la Sa- grada Escritura, no muy conforme al contexto, en la JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA versión de la Viilgata: "¿Quién a fuerza de preocupa- ciones puede añadir un codo a su estatura?" {Ma- teo, VI, 27.) La versión griega dice "duración", "lar- gura de la vida", no estatura. ¿Qué interés, en efecto, tendría para las preocupa- ciones de la existencia añadir un codo a la estatura? Así, en los Salmos también (XXXIX, 6) se lee: '•'Has reducido a un palmo mis días." El codo era la medida de dos "palmos", Fr. Luis de León traduce: "Pues das tan cortos plazos a mi vida." El péndulo nos parece que mide el tiempo, pero es confundiéndole con el espacio. A no ser que imagine- mos las oscilacioines, como las notas de una melodía, en sucesión cualitativa. Es hasta donde alcanza la filoso- fía moderna, con Bergson, en lo que es esencialmente el tiempo. Se adivina la relación íntima que tiene esta "intui- ción" filosófica, como la profunda y original doctrina de San Agustín. El ritmo musical mide mejor el tiempo que el pén- dulo, porque es más de nuestra alma. Es en la "soledad sonora" donde el alma recibe y entiende la "ciencia de voz" que el poeta de la mística, San Juan de la Cruz, decía que tienen todas las cosas del mundo, cuya redondez llenó el Espíritu del Señor. Es la "música callada", testimonio que dan todas las cosas en sí, y muestran lo que en ellas es Dios. Esa es la visión mística del espacio intelectual, cua- litativo, como el tiempo, extensión espiritual de nuestra alma. FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 149 "Dios mueve a cada ser, según su naturaleza, al cuerpo, en el espacio; al Angel en el tiempo", enseña Santo Tomás. ■* Así, las aves, con sus alas, como los ángeles, nos parece que se mueven, que se orientan, en el tiempo. Así los vencejos, que nos llegan del Africa, con la primavera. Hay que verlos, en bandadas, que evo'lucionan con fiebre voladora, con sus picos abiertos, bebiendo el aire y la luz, que les sirve de alimento. Trazan curvas in- verosímiles, de ligereza y de gracia, cruzándose en todos sentidos, como flechas vivientes, con rapidez vertigi- nosa. Se alzan más allá de las nubes a veces, y otras descienden, a nuestra vista, con vuelo "planeado", y se dejan llevar, con las alas extendidas y quietas, flotando como barcos de vela, en el azul. III. - £L PENSAMIENTO ESPAÑOL EN EL "QUIDOTE" I. El "Quijote" como sátira, como burla. El verdadero "quijotismq". Leyendo lo que se ha escrito por los más renom- brados autores españoles y extranjeros de los tres últi- mos siglos acerca del pensamiento español en la His- toria, difícilmente se obtiene de todos ellos un concepto claro y certero de lo que es España, de lo que ha re- presentado en la vida intelectual del mundo. Mucha divagación, ampulosidad, "contentos e hin- chados" de su ciencia, como decía Fr. Luis de León de los "titulados" teólogos de su tiempo que no tenían la "teología". Esto es lo que suele encontrarse en no poco de lo que se ha escrito sobre este tema. Y es que, "hasta para escribir historia, se necesita humildad", ha dicho bellamente el norteamericano W alsh en su bien orientada obra Isabel de España. En la que tiene la franqueza y el acierto de afirmar que su compatriota Prescott — uno de los prestigios consagra- JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA do como historiador "oficial" de los Reyes Católicos — "era incapaz de comprender el espíritu del siglo xv es- pañol". Y asi les pasa, poco más o menos, a otros pres- tir; ios mundiales. Tenemos un medio breve y sencillo de saber el con- cepto que tienen sobre el espíritu español algunos hom- bres representativos de la mentalidad contemporánea. ¿Cómo entienden el Quijote? Y aplicándoles el acertado aforismo, que dice: "Dime lo que admiras y te diré lo que eres", podemos conocer lo que realmente representan en la vida men- tal, lo que saben de España, y lo que nosotros debemos aprender de lo que tan de cerca nos atañe, de lo qu^ es n.uestro espíritu español. Pfandl. el reputado hispanófilo alemán, nos dice: "Don Quijote, tal como Ceivantes lo concibió, es un ejemplar español de la é])oca de los Austrias. Don Qui- jote parece arrancado de un cuadro del Greco." "Y el Greco — añade — es el más genuino y legítimo represen- tante del tiempo de Felipe II. Nadie supo pintar como él al hidalgo castellano." Es cierto. Pero no nos dice nada del espíritu espa- ñol en el Quijote. Algo se vislumbra del prejuicio del que no puede verse libre del todo un extranjero : Don Quijote, el Greco, Felipe II. Pero el concienzudo historiador alemán quiere en- trar a fondo en el pensamiento de la obra de Cervan- tes. He aquí, en resumen, su apreciación. "El Quijote es una sátira. El extravagante caballe- ro se propone un ideal. Contra la degeneración de la época, contra el "vértigo del sentimiento barroco". Su FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA -153 ideal es humanitario. Sale para combatir "la proleta- rización del ideal" — dice con acierto Pfandl. *'Don Quijote hace cosas como el mayor loco, pero dice cosas como el mayor discreto, que borran sus lo- curas. Sancho es el hombre lleno de sentido común. La sabiduria y la razón en el Quijote tuvieron que dis- frazarse en la boca de un loco, de locura y de sin- razón." " Concluye el autor alemán con esta idea: "El espa- ñol es un pueblo predispuesto a tomar a burla todo." Es un juicio correcto y cortés del espiritu español a través del Quijote. Unicamente, que se nos ocurre una observación de alguna importancia : los hidalgos españoles pintados por el Greco no parece que estén predispuestos a tomar a burla nada. Otro prestigioso historiador, inglés, Martín Hume, dice de Cervantes que es el único español que con su-- hciente agudeza supo personificar el "agonizante espí- ritu de sus compatriotas"..., y que hizo "una despia- dada descripción del marchito ideal...", y "escarnio de su ridiculez. Cínico desengaño, que de toda la nación se había apoderado". Lástima que este reputado autor, del que conocía- mos juicios más favorables y certeros acerca del espí- ritu español, hiciera suyo el concepto derrotista de los que en España .pedían que se cerrara con siete llaves el sepulcro del Cid, y que desapareciera Don Quijote de la memoria de los hombres. Querían decir: "Que los antiguos dioses habían muerto. Que los exaltados heroísmos de España en lo 154 JLAX DOMÍNGUEZ BERRÜETA sucesivo sólo provocarian la hilaridad de su pueblo." Asi lo creia también erróneamente el historiador inglés. Era miedo al ridiculo de aquella mentalidad espa- ñola, de hace medio siglo, de europeizantes que habian l>erdido el espiritu español. Pero dándose cuenta más tarde que no bastaban unos gritos subversivos, para enterrar una ñgura, que puede llamarse histórica, ima- ginada por un ingenio creador, quisieron poner a su lado, de europeizante heterodoxo, también a Cervantes, afirmando que "su cristianismo era esencialmente eras- mista". Juicio bastante más digno de tenerse en cuenta es el de Ramón y Cajal : "Jamás — escribe — el genio an- glosajón... creó la personificación más exquisita del in- dividualismo indómito y de la abnegación sublime." "Don Quijote se siente fortalecido por esa fe ciega en la fortuna, caracteristica de los grandes conquistadores de almas y de tierras. " Por eso ve con acierto Cajal, en los descubridores y conquistadores de América y Oceanía, "rasgos exqui- sitamente quijotiles". Así es de cierto, como puede verse en Balboa. Alvar Núñez, en Pizarro, en Cortés. Y en el "quijotismo" ve Cajal simbolizado "el cul- to ferviente a un alto ideal de conducta, obstinadamente orientada hacia la luz y la felicidad colectiva". Pero Cajal, sin embargo, preocupado con su hondo saber fisiológico, no se explica la locura del héroe, y ve en el Quijote "un desolador pesimismo". Se olvida de su certero atisbo anterior, de la luz y la felicidad co- lectivas. FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 2. EL CABALLERO ANDANTE. EL INGENIOSO HIDALGO. EL SOÑADOR ENLOQUECIDO. Menéndez y Pelayo tuvo uno de sus aciertos críti- cos cuando vió en El Quijote "la más original de las pedagogías : la conquista del ideal por un loco > un rústico". Pero en Don Quijote se encierra una complicada psicología: "El caballero andante", el -'ingenioso hi- dalgo", el "soñador enloquecido". En el siglo xiv había llegado la decadencia de la "caballería" a un punto lamentable. El mismo Cervan- tes dice que la falta de "caballeros" era debida "al triunfo de la pereza, de la ociosidad, de la gula y del regalo". El Quijote va a aparecer como el caballero an- dante de la ascética, paia combatir a los enemigos del espíritu de la caballería, "dar libertad a los .encadena dos, soltar a los presos, socorrer a los miserables, alzar a los caídos, socorrer a los menesterosos". Don Quijote va a ser el "Justicia" de Aragón que cruza las llanuras de Castilla y de la Mancha, dictando sentencias y reformando leyes. Ese es el hidalgo es- pañol armado "caballero". Pero Don Quijote es, además, el "ingenioso hi- dalgo". Los comentaristas del Quijote, del siglo xix, se de- vanaban los sesos al tratar de explicarse cómo Cervan- tes pudo llamar ingenioso a un loco. No les cabía en la 156 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA cabeza que dijese cosas con el mayor ingenio, quien ha- cia cosas como el mayor loco. Permítasenos dar nuestra modesta interpretación. El Hidalga de la Mancha se enfrascó tanto en la lec- tura de los libros de caballería, que del poco dormir y mucho cavilar vino a perder el "juicio", pero no el "ingenio". O más bien, ¿por qué no pensar que no ])erdió tampoco el "juicio", sino el "sueño"? Y que comenzó a soñar, como un "sonámbulo", y no volvió a despertar del todo, sino para recibir "el sueño" de la muerte. Y aquí entra el acierto genial de Cervantes, cuan- do pone a su "ingenioso hidalgo" en el trance de la locura. Y así se explica el reniedio eficaz del Bachiller para curar de todo al caballero sonambulante. Armarse de las mismas armas, presentarle batalla y derribarle del "ca- ballo" de sus desvelos y de sus "ensueños". Don Qui- jote, al verse vencido del Caballero de la Blanca Luna, pierde la fe en su caballería andante, y empieza a des- pedirse de su "ensueño" y de su vida también. Al re- cobrar la razón en su lecho de muerte no hace más que despertar para morir. Admirable idea de Cervantes para volver de su en- sueño a Don Quijote. Precipitado de la altura de sus quimeras, que era como desmontarle de su "caballería" real y andante, por medio de otro "caballero andante", tal como él. Hubiera sido un molino de viento el que lo derriba, y sigue soñando que es un gigante ; pero es un bachiller disfrazado de "caballero andante", y pier- FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 157 de la fe en su "sueño" porque ha visto de un modo palpable lo que soñaba. Cuando en casa de los duques le preguntaron que si existía verdaderamente Dulcinea, respondió Don Quijote: "Dios sabe si hay Dulcinea o no en el mundo o si es fantástica o no fantástica." Si en un punto tan fundamental contesta tan cuer- damente el "loco", nos es lícito dudar de la realidad de su locura. De ahí el acierto genial de Cervantes lla- mar "ingenioso hidalgo" a su héroe. Y lo hace salir en busca de aventuras, como un autómata, como un sonámbulo, juzgando de las cosas, por los felices o siniestros ensueños que cruzan su mente, como los antiguos augures — según ha visto me- jor que nadie Paúl de Saint-Víctor — , juzgando por el vuelo de las aves augúrales, según cruzaban a la de- recha o a la izquierda. Y así se convertía unas veces en el "ingenioso hidalgo" y otras en el "enajenado ca- ballero", i:>ero nunca en el "loco de remate". 3. EL HUMOR. LA IRONÍA. Pero si Cervantes pone en infinitos trances ridícu- los a su héroe, jamás se ríe de él, nunca irónicamente lo menosprecia. Don Quijote puede decir, como el filósofo griego al verse acribillado por el ridículo: "Yo soy invulnerable al desprecio." La "triste figura" del hidalgo, de una elegancia mo- 158 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA ral insuperable, va envuelta desde el principio hasta el lin, de un austero optimismo, que no es ironía frivola, ajena por completo al espíritu español, ni la desolación pesimista del humor anglosajón. Se ha comparado Hamlet con Don Quijote. No hay paridad posible. El humor pesimista y sombrío del prín- cipe de Dinamarca, que se hacía el loco, no es compara- ble a la alegre ironía, que rodea continuamente al ca- ballero andante español, con la eterna filosofía optimis- ta al lado de su rústico escudero, el de las sentencias senequistas, impregnadas de un estoicismo cristiano y popular. No conocemos nada mejor que la obra de Bergson acerca del reír, Ensayo sobre la significación de lo có- mico (1908), donde define de un modo magistral el "hu- mor" y la "ironía". "El hombre — dice el pensador francés — es un ani- mal que sabe reír y que hace reír." Don Quijote es, por lo tanto, podemos decir, el tipo más humano que ha podido crear la literatura, porque es el que umversalmente ha hecho más reír. Una cosa inanimada es cómica, en cuanto toma el aspecto de humana. Y a la inversa, el ser humano es tanto más cómico, en cuanto da la impresión de una cosa, de un autómata. El "humor", enseña Bergson, es juzgar de "lo que es", fingiendo creer que es "lo que debería ser". La ironía es enunciar "lo que debería ser", fingien- do creer que es "lo que es". El "humor" de Hamlet es el del desdeñoso y enso- berbecido personaje, que juzga de "lo que es", de lo FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA '59 que ve a su alrededor en la vida real, fingiendo creer que es "lo que debería ser", en el mundo de sus en- sueños. A la inversa, la "ironía", paradójica, genial, del Quijote, es la de ver el mundo real, los "molinos de viento", como "lo que debería ser", en su locura, des- aforados gigantes, fingiendo creer que lo son, como lo hacía, con la fuerza creadora de su imaginación, Cer- vantes, en nombre de su héroe. ¿Cómo conciliar el humor melancólico, que puede desprenderse de algunas escenas del Quijote^ con la ale- gre ironía del espíritu español, que da el tono general a la epopeya cómica del género humano ?■■• Aquí tenemos que volver a la fina visión intuitiva de Bergson. El reír — dice — , como la espuma de las olas del mar, tiene algo de amargo ; pero también un centelleo, una irisación, como de "efervescencia de alegría". El enemigo directo del reír es la emoción. El paso conocido de lo sublime a lo ridículo no consiste en otra cosa que en suprimir la emoción. Una escena de tragedia se convierte en paso de co- media sin más que prescindir de un toque emocional. Cervantes mantiene al héroe de su epopeya cómica en un tono de altiva dignidad, sin tocar los límites de lo sublime, ni de lo trágico. No toma ninguna postura hierática de los héroes de las clásicas tragedias. Don Quijote — ha dicho bien Pa- blo de San Víctor — se sienta a las inmundas comidas que le sirven, como si asistiera a la "Tabla Redonda", i6o JUAN DOMÍNGUEZ JiERRüETA Las zahúrdas toman, desde que entra en ellas, un aire aristocrático. El Quijote es la antitesis de todo sentimiento trá- gico de la vida. 4. LA FILOSOFÍA DE SANCHO. Pero el espíritu español está, además, y esencial- mente, representado en la figura del rústico escudero Sancho. Hace años, cuando imponían su criterio los secua- ces de la decadencia española, nadie se hubiera atrevido a hablar de una filosofía de Sancho, sin ser acribillado por el ridiculo, de los iconoclastas de todo lo español. Después ha venido la reacción intelectual contra la leyenda antiespañola. Ha llegado la hora de la reivni- dicación del Quijote, bajo todos los aspectos. El primer triunfo de Don Quijote es Sancho Pan- za, como pensó bien Menéndez y Pelayo. La estatua ruda, de forma obesa, acaba por afinarse a fuerza de vivir al lado de la hidalguía personificada. Y el hidalgo soñador, por su parte, a fuerza de re- cibir encuentros con la peña viva del despierto escu- dero, deja de soñar muchas veces, para oír las sen- tencias de aquel rústico, al que acaba por llamar: "San- cho, amigo; Sancho, bendito; Sancho, amable", cuando recoge de él un aliento de aire sano de la realidad. Anotemos una apreciación de un filósofo extranjero, acerca de lo que pudiéramos llamar la "filosofía" de Sancho. Se trata del alemán Hermann Cohén y lo re- FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA l6l íiere su discípulo español Ortega y Gasset (El Espec- tador, 191 5). El filósofo Cohén, al releer el Quijote, en 191 1, exclamó: "¡Pero, hombre, este Sancho emplea siempre la misma palabra de que hace Fichte el fun- damento para su filosofía!" Era la palabra Tathandlung (de la traducción de Tieck), que significa "Hazaña". Con perdón de la prestigiosa opinión, nos parece equivocada. • En la filosofía de Sancho, su máxima del buen sen- tido era ésta: "¿Qué tienen que ver los escuderos con las aventuras de sus señores?" Las "hazañas" de que habla Sancho son las de su amo y señor. Y hasta una vez se burla de ellas, "y el caballero andante le asestó dos palos tales — dice el autor del Quijote — , que si, como los recibió en las espaldas los recibiera en la cabeza, quedara libre de pagarle el salario, si no fuera a los herederos". Sancho no cree ni en las "hazañas" del Cid ni en las de Bernardo del Carpió (Parte i."; c. 49). Una sola vez habla de "hazañas" de escuderos (i.°; 21), "que no han.de salir — dice — de los "límites escuderiles". La "filosofía" de Sancho no tiene nada que ver — a nuestro humilde parecer — con la filosofía de Fichte. Sancho es senequista español, con sus refranes, que son sentencias de nuestro pensar español. 11 102 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA 5. EVOLUCIÓN DE LA INTERPRETACIÓN EUROPEA DEL '''quijote". En España aparece el Quijote en el momento más oportuno de su historia. Es una "sátira de costumbres'', dice un contemporáneo, don Manuel de Faura y Sousa. Y como cosa de risa, de ridiculizar los libros de ca- ballerías, pasa el libro inmortal. Pero nada más. , Estaban demasiado cerca el hombre y su obra, para que a sus compatriotas parecieran grandes. Los hom- bres no se ven como las montañas. Francia se hallaba en el siglo de Luis XIV. El cla- sicismo francés, las "preciosas ridiculas", la "Acade- mia". Un libro de aventuras caballerescas, a pleno aire, cuyos protagonistas eran un loco y un rústico, no podía interesar nada a aquel "gran público" de la vida convencional, de la vida "de salón". En Inglaterra ven a Don Quijote a través del "hu- morismo" británico, a través del caballero "Uudibras", obra puritana, debida a Bufler. En 171 1 se imprimía en Londres una "vida de Don Quijote, alegremente traducida, en verso hudibrástico". En los Viajes de Giilliver aparece enormemente ri- diculizado el Quijote español, soñador idealista, caballe- ro de un mundo imaginario. FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 163 El segundo período de la mentalidad europea com- prende desde mediadas del siglo xviii hasta la mitad del XIX. Comienza en Inglaterra la filosofía del "individua- lismo", que repercute en el filosofismo francés. Fielding crea su Tom Jones. Según Byron, el autor de esa obra es el "Homero en prosa de la naturaleza humana". Tom Jones es el Quijote, que va adquiriendo caracteres epopéyicos. En Francia, en cambio, escribe Lesage su Gil Blas : es el Quijote, de aventuras picarescas. Montesquieu, por aquella época, finge creer, con iro- nía, que el Quijote es el mejor libro de nuestra literatu- ra "porque se burla de los demás". En Alemania aparece el "romanticismo, de Goethe y de Schelling", y hablan del héroe romántico, y lamen- tan que decae hasta lo doloroso, lo grosero. Se equi- vocan esencialmente pensando que Cervantes se burla de su héroe. Más acertados se muestran B-outeAveck en Gotin- ga (1803), <3ue piensa que el Quijote representa la lu- cha entre poesía y prosa, entre el desinterés y el egoís- mo. Y Tieck, que afirma que "jwr única vez" aparecía sin artificio la realidad, que "al mismo tiempo era tam- bién la poesía". Aparece la escuela sentimental en Inglaterra, y Wordswoth dice de Don Quijote que "la razón anida en el recóndito y majestuoso albergue de su locura". Coleridge ve a Cervantes "como la madre que corrige al hijo a quien ama". En Francia, Víctor Hugo dice que "era imposible 104 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA desmontar a Don Quijote y a Sancho de sus cabalga- duras. Que había entre el tipo y ^1 cuadrúpedo comple- mentaria adherencia estatuaria". ¡ Bien poco decir es esto para el que sepa que en su origen "caballero" sig- nificaba, simplemente, "hombre a caballo". En español, italiano, portugués, hemos agregado a esa significación, puramente gramatical, las ideas de se- ñorío, hidalguía, nobleza. Veamos un tercer período, desde mediados del xix, hasta nuestros días. El "realismo" del xix. El Realismo era la "novela de costumbres", el "cientificisnio". El Quijote, para esos ojos, aparece "in- actual", "contrahecho". En cambio, Saint Beuve dice que, comenzando el Quijote por ser un libro de "actualidad", se había con- vertido en un libro de "humanidad". Heine sólo veía en el Quijote una sátira contra el "entusiasmo". En "fin de siglo" se inicia la reacción ''idealista". Una literatura seudo-mística surge en el Imperio ruso. Turgueneff compara a Hamlet con Don Quijote. Paúl de Saint-Víctor, el extranjero que mejor ha escrito acerca del Quijote, dice: "Su único error es haber nacido con unos siglos de retraso." "Es el anacronismo del Cid y del Carpió." FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 165 Consideremos paralelamenta la visión artística del Quijote en Europa. Aparece en Francia la primera edición ilustrada del Quijote (Faris, 1622). La portada reza: redoutahle che- valier. Representa a Don Quijote y Sancho en carica- tura lamentable, carnavalesca. Con la bacía de barbero en la cabeza y una banderola como trofeo en la mano. "El Quijote, pour rire^\ 'La. parodia de los libros de caballería. La incomprensión, en fin. En Bruselas (1622) aparece el tipo clásico de la caballería andante. Lina portada con la figura de Don Quijote, y al lado la de Amadís de Gaula y de Rolando. En Inglaterra (Londres, 1687) se ostentan en una lámina los molinos de viento y unos caballos volando fantásticamente por los aires. Y de rótulo, esta ironía anglosajona: "El más renombrado caballero..-, por los aires, con toda su caballería andante y sus ensueños idealistas." Principia el siglo xviii y' surge una modalidad nue- va. Es la literatura de cordel, "de los romances de cie- go", con sus dibujos mconfundibles, populares, visio- nes de infancia a la vez. En la edición francesa (París, 1713) se dibuja la batalla del vizcaíno con Don Quijote y se le llama "ad- mirable caballero". Llega el romanticismo del xviii, y el ideal caballe- resco germanio resurge en el arte y pinta a Don Quijote (Leipzig, 1780) con el rótulo, sabio, discreto, juiikcr, la' palabra militar de tan alto prestigio, de nobleza, de hidalguía. Y aparece Don Quijote, "que regresa a su aldea", en una escena sentida, patriarcal. i66 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA En edición francesa (Paris, 1799) se dibuja a Don Quijote "entre las redes de la pastoril Arcadia". Comienza el siglo xix y se transforma el ideal ro- mántico en el ideal heroico humano, demasiado humano todavía. El pueblo anglosajón habla del ingenious gentlenmn (Londres, 1801) y de sus "heroicidades"; pinta la "lu- cha con el cabrero" a manera de heroico "boxeo". Es la transición a la vida real. En otra edición inglesa (Londres, 1818), el artista hace una bella composición de "la penitencia de Don Quijote en Sierra Morena", una roca adelantándose so- bre el abismo- ••, y en la altura, solo, imponente, el Ca- ballero de la Triste Figura como personificación de la estatua del ascetismo humano. A mediados del siglo aparece la reacción antirro- mántica. El realismo en el arte. "Sancho mirando las muelas a Don Quijote" (París, 1836). "El manteamien- to de Sancho" (Boston, 1837). "Don Quijote llegando a su aldea, encerrado en la jaula de los leones" (Lon- dres, 1842). "Don Quijote ante la jaula de los leones" (París, 1844). Es la visión de Don Quijote loco. No la visión ca- ricaturesca del siglo XVII, sino la que significa concep- ción crítica, poniendo frente a frente la locura con el mundo real. Y si se nos apura mucho, la poesía con las ciencias naturales, dado el "cientificismo" del si- glo XIX. En el vaivén de la mentalidad humana, ante una acción sobreviene la reacción contraria. Tres hermosas láminas representan una nueva orientación idealista. FILOSOFÍA MÍSTICA ESPAÑOLA 167 ''Despertó al fin soñoliento Sancho" (París, 1862). En un bosque, el fiel eiscudero, idealizado a fuerza de vivir ai lado de aquella flor de la caballeria, que era su amo y señor. Una edición danesa (Copenhague, 1865) pinta al ingenioso caballero con su fiel escudero, "solos que- daron Don Quijote y Sancho", donde aparece el hidalgo soñador pensativo. Lámina llena de contenido psicoló- gico. Y por último (Paris, 1886), "La muerte de Don Quijote", cuadro sentimental de Vernet, cierra el ci- clo de las interpretaciones artísticas del Quijote, antes de entrar de lleno en la era triunfal de la obra de Cer- vantes en nuestros días. Se popularizan las ediciones monumentales, de lujo, ilustradas por Gustavo Doré. Es la visión épica del Quijote. "La aventura del cuerpo muerto", sobre todo, es una concepción dantesca. Aquella procesión, como almas en pena, con cande- las encendidas, en un fondo de montañas oscuras, pa- rece la visión del purgatorio. La historia del ingenioso hidalgo toma las propor- ciones de una "divina comedia". Análogamente, las ilustraciones de Moreno Carbo- nero en España: "Salida primera de Don Quijote de su aldea", idealista, sugeridora del más hondo sentido psicológico, sentimental. Es la visión del alma de Don Quijote. Es el término de la evolución que hemos examinado. El Quijote, caricatura y parodia ; después, caballero ro- mántico; luego, héroe; más tarde, loco, soñador; por último, símbolo del ideal de una raza. El Quijote ha llegado a ser universal, profunda- i68 JUAN DOMÍNGUEZ BERRUETA mente humano, sobrepasando la idea que más o menos conscientemente se propusiera su autor. Así pasa con todas las grandes obras geniales. Don Quijote, podemos decir, ha realizado su defini- tiva "hazaña", saliendo al mundo de las letras, en de- fensa de los ideales de la humanidad, de los valores universales de la cultura, del "quijotismo" español, en una palabra. BIBLIOGRAFIA 1. Arbiol: Mística fundamental explicada por San Juan de la Cruz (1761). 2. 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I FILOSOFIA MISTICA 5 1. — Séneca, Sabunde, Vives 5 2. — Juicio de Menéndez Pelayo 10 3. — El diálogo El Convite 13 4. — Raciocinio, intuición, Pascal, Leibniz, Bergson ... 21 5. — Siglo XVI 31 6. — Teología mística 38 7. — Orientación antiespeculativista 40 n MISTICA EN LOS FILOSOFOS 43 1. — Séneca, primer filósofo de España 43 2. — Raimundo Sabunde, el filósofo español del si- glo XV 51 3. — Vives, filósofo del Renacimiento 57 I. El gran pedagogo 57 n. Su filosofía 58 m. Humanismo español 61 rv. Filosofía mística 62 4. — León Hebreo (judío español) 65 Páginos. 5. Aben Abad de Ronda (precursor hispano-musul- mán de San Juan de la Cruz) 69 6. — Fray Luis de León (filósofo del lenguaje) 79 El problema del mal 87 La paz 89 Cristo, "Príncipe de la paz" 93 Filosofía del sufrimiento 94 ni FILOSOFIA EN LOS MISTICOS 98 1. — Santa Teresa de Jesús 98 Letrados y medio letrados. (Vida, V y XXXV.)... 102 Le servían de libro el campo, el agua, las flores. 103 Pensamiento desatinado. (Camino XXVI y XXXI, 10.) 104 Hácese a nuestra medida. (Camino de Perfec- ción, XXVIII, 2, 11.) 105 Ganarse a sí, para sí. (Camino, XXIX, 7.) 106 "Creemos más lo que vemos que los que nos dice la fe." 106 Dejemos andar esta taravilla de molino. (Cuar- tas, I, 13.) 107 Alma y espíritu. (Moradas séptimas, I, 11.) 108 Libertad y esclavitud. (Exclam.., XVII, 4.) 109 Volver la cabeza hacia sí. (Moradas prime- ras, 1,1.) 109 "No entenderlo me (hace gran regalo." (Concep- tos, I, 8.) 108 2. — San Juan de la Cruz 112 3. — Fray Juan de los Angeles , 118 rv APENDICES 125 I. — Trascendencia europea de la cultura española... 125 II. — Filosofía mística del tiempo y del espacio 136 1. La orientación en las aves 136 Páginas. 2. Consecuencias filosóficas 139 3. Filosofía mística del tiempo y del espacio. 142 in. — El pensamiento español en el "Quijote". 1. El "Quijote" como sátira, como burla. El verdadero "Quijotismo" 144 2. El caballero andante. El ingenioso hidalgo. El soñador enloquecido 148 3. El humor. La ironía 151 4. La filosofía de Sancho 5. Evolución de la interpretación europea del "Quijote" 155 Bibliografía 163 % \ 1 I